Crónicas de la América profunda (una traducción muy libre del título
original Deer Hunting with Jesus: Dispatches from America’s Class War) es
un testimonio original, fresco y ameno de la América que los turistas no
perciben cuando viajan por los emblemáticos y espectaculares lugares de
costumbre. Joe Bageant ha montado este volumen como la reflexión de un hombre
baqueteado por la vida que vuelve a su pueblo tras treinta años de ausencia. La
vuelta a sus espacios de infancia y adolescencia sustenta una visión crítica
pero no exenta de ternura del cambio que han experimentado Winchester y el
conjunto del país.
El hilo conductor de estas páginas arranca con las
vivencias de una familia blanca, puritana y orgullosa de su condición
trabajadora. La transformación social norteamericana sopla en su contra, y Joe
Bageant se rebela contra eso. No soporta que los cambios estructurales que
transforman a los trabajadores de clase media baja en clase baja se interpreten
por su familia y por sus coetáneos como fracasos personales. Con esa línea
narrativa como referencia Joe Bageant va recorriendo, con el apoyo de
referencias personales tomadas de sus viejos amigos y conocidos, lo que son a su
entender los grandes problemas norteamericanos del último medio siglo.
En el abordaje del papel de la
violencia en la sociedad norteamericana destaca la importancia que otorga
Bageant a la influencia que en la clase obrera blanca norteamericana han tenido
los colonos irlandeses, una emigración procedente del Ulster caracterizada por
su especial ferocidad y religiosidad
Incultura, desprecio por todo aquello que huela a intelectual que ha llegado
a calar hasta los huesos de los trabajadores bancos. Mala alimentación, mala
salud en consecuencia y, al final, un sistema sanitario insuficiente y caro.
Todo ello cobijado en casas caras y malas. Albergues que con frecuencia son
autocaravanas compradas con créditos que nunca se podrán pagar. Y por encima de
todo ello, un fundamentalismo religioso extremo.
En este panorama de
obreros blancos de vida degradada la reflexión sobre la violencia no podía
faltar. Aquí, es curioso, Joe Bageant hace una defensa encendida del poder
socializador, educativo en el fondo, de la caza. Las líneas sobre su padre
cazando ciervos con familia y amigos tienen la misma fuerza, tal vez equivocada,
con la que los taurófilos defienden las corridas. En este abordaje del papel de
la violencia en la sociedad norteamericana destaca la importancia que otorga
Bageant a la influencia que en la clase obrera blanca norteamericana han tenido
los colonos irlandeses, una emigración procedente del Ulster caracterizada por
su especial ferocidad y religiosidad. Libro que en definitiva podrá ser acusado
de parcial pero no de no ofrecer un testimonio de primera mano sobre una
Norteamérica desconocida por muchos.