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David Nobbs: <i>Caída y auge de Reginald Perrin</i> (Impedimenta, 2012)

David Nobbs: Caída y auge de Reginald Perrin (Impedimenta, 2012)

    TÍTULO
Caída y auge de Reginald Perrin

    AUTOR
David Nobbs

    EDITORIAL
Impedimenta

    TRADUCCCION
Julia Osuna Aguilar

    OTROS DATOS
ISBN: 978-84-15578-16-1. Madrid, 2012, 368 páginas, 22,75 €



David Nobbs

David Nobbs

Ana Matellanes García

Ana Matellanes García


Reseñas de libros/Ficción
Caída y auge de Reginald Perrin, de David Nobbs (Impedimenta, 2012)
Por Ana Matellanes García, lunes, 10 de diciembre de 2012
Seguramente a muchos el título Caída y auge de Reginald Perrin les traerá a la memoria, más que la novela del escritor y guionista británico David Nobbs (1935), la célebre serie de televisión de la BBC de los años 70 en la que se narraban las surrealistas aventuras de un cuarentón con crisis de mediana edad que decide dar un giro a su monótona existencia y simular su propio suicidio para empezar, con una nueva identidad, a vivir (o revivir) una vida que anhela. Para aquellos que no tuvimos la oportunidad de disfrutar de las aventuras de Reggie Perrin y que no conocíamos el libro, se edita ahora, de la mano de Impedimenta, la primera novela de la trilogía del inefable personaje creado por David Nobbs, una divertidísima y enloquecida narración que encantará a los seguidores del humor británico más irónico y absurdo.

Caída y auge de Reginald Perrin (The Fall and Rise of Reginald Perrin, 1975) es un buen ejemplo de esa tradición literaria inglesa que adereza sus novelas con el llamado humor british y que la editorial madrileña publica cada cierto tiempo para el regocijo de sus seguidores. Al igual que en otras novelas de su colección como Mapp y Lucía de E. F. Benson o La saga de Flora Poste de Stella Gibbons, estamos ante una obra muy divertida, llena de situaciones hilarantes que basan sus códigos narrativos en diálogos afilados y un humorismo anclado en la cotidianeidad.

La novela toma como punto de partida la crisis de mediana edad de un cuarentón que, angustiado por un trabajo absurdo y mediocre en la surrealista empresa Postres Lucisol y harto de una familia llena de sinsabores y gorrones, decide fingir su suicidio y empezar una nueva vida bajo una identidad distinta. Se trata de una historia que recuerda en cierta medida a El difunto Matías Pascal (Il fu Mattia Pascal, 1904), del escritor italiano Luigi Pirandello, novela con la que comparte la idea del falso suicidio como manera de empezar una nueva vida, la duplicidad de identidades, el peso de una existencia vacía y el de una familia opresiva, y, en definitiva, la añoranza de una vida que se ha perdido y la creación de una nueva identidad  para alcanzarla.

Al igual que la novela del italiano, Caída y auge de Reginald Perrin, pese su aire aparentemente liviano, tiene otras lecturas que enriquecen su composición. Una de ellas, en mi opinión, es su inteligente planteamiento de la identidad. Al margen del toque humorístico que recubre la historia, es innegable que la novela de Nobbs, bajo la sátira que construye la vida y (des)venturas de Reginald Perrin, busca plantear otras cuestiones “más serias” o, al menos, no quiere quedarse en la mera superficie del divertimento. Así, su protagonista, al igual que el Matías Pascal de la mencionada El difunto Matías Pascal  o  el Vitangelo Moscarda de Uno, ninguno y cien mil (Uno, nessuno e centomila, 1926), descubre que su vida no tiene sentido y que ya no sabe quién es, iniciando así una búsqueda hacia su propia identidad ya sea mediante la creación de un nuevo “yo” o la indagación del verdadero “yo”.

En este caso, el desdoblamiento de la personalidad del antihéroe de Nobbs lleva al protagonista de Caída y auge de Reginald Perrin a perder (y a reencontrar más tarde) su propia identidad y a tener como única certeza el absurdo de su propia existencia. Así lo piensa Perrin hacia el final de la novela, cuando intenta explicar las razones de su suicidio a su mujer:

«…he adoptado distintas personalidades: Charles Windsor, Wensley Amhurst, Sir Wensley Amhurst, lord Amhurst, Jasper Flask y el signor Antonio Stifado. Figuras espectrales sin pasado ni futuro, aunque lo bastante reales para quienes les conocieran. Me tienta pensar en mí mismo como figura espectral, igual que ellos, pero la verdad es otra bien distinta. Para mí el problema de la identidad no es no saber quién soy, sino saber demasiado bien quién soy: soy Reginald Iolanthe Perrin, Pato Patoso Perrin, Felpudo Coco Perrin. Soy absurdo, luego existo. Existo, luego soy absurdo (página 272).»

Esa búsqueda de una nueva identidad y, por tanto, de una vida que se construya sobre las bases de esas “figuras espectrales sin pasado ni futuro”, no sirve más que para que el protagonista de la novela se dé cuenta de que esa solución drástica que ha adoptado y que debería haber acabado con la monotonía y el aburrimiento de su vida, no le ha traído la felicidad que busca y que, finalmente, reconoce en aquellas pequeñas situaciones de las que ha huido (por ejemplo, las reuniones familiares o los paseos y conversaciones con su mujer).

Así, el planteamiento final de la novela nos deja, tras inolvidables situaciones divertidamente grotescas y un puñado de personajes a cada cual más delirante, un cierre con regusto agridulce que congela la sonrisa en los labios. ¿Ha valido la pena el peregrinaje de Reginald Perrin por sus “otras” identidades para alcanzar la vida que anhelaba? La respuesta debemos darla los lectores.

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