Desencantada de la profesión periodística, Maribel ha encontrado refugio
en la literatura. “A veces escribo cuando estoy de muy mala leche, debido a las
diversas vicisitudes de la vida. Y me salen unos textos con mucho sentido del
humor”, suscribe. Ruperta es divertida, ergo
esconde el genio de su creadora.
“Digo que estoy desencantada porque cada vez soporto menos la mediocridad
de la gente, sobre todo de los políticos que nos representan. Por mi profesión
estoy en contacto con la primera línea de la política catalana, y veo mucha
ruindad, poca catadura moral. Y eso me mata”, se frustra Maribel, a la búsqueda
de nuevos proyectos en los que foguearse, tras la desafección que la ha ido
desgastando.
“Pero es que lo mismo me pasa con el mundo de la empresa periodística
cuando la conoces por dentro. Cuando entré en Efe, en octubre de 1989, estuve
tres años trabajando sin contrato. Y me despidieron al quedarme embarazada. Me
pagaban un importe que variaba según el humor del jefe de turno. Les denuncié, y
me readmitieron”, explica, y bucea en su pasado laboral que da sobradas muestras
de valor, aun el cinismo oficial imperante. “Ya antes había hecho oposiciones en
Televisión Española (TVE), y las aprobé. Pero duré un año en la casa. Me echaron
después de que arrojara una cinta de vídeo a la cabeza del responsable. Le rompí
una ceja. Bueno, pasó lo que pasó. Además, me tiraba los
trastos.”
La periodista Maribel ha tocado todos los palos del oficio: como locutora
de Antena 3 Radio cubrió el atentado de Hipercor, en 1987: “Recuerdo que el
suelo del Passeig de Gràcia tembló con la explosión de la bomba en aquel
párquing de la Meridiana. Fui la primera vez en mi vida que vi un muerto”. No le
impactaron los cadáveres porque ya se había inmunizado durante la elaboración de
un reportaje de “interés social”, en primero de carrera (“La profesora Mar de
Fontcuberta nos envió a hacer un tema de color por la UAB, y yo lo hice sobre la
morgue de la Facultad de Medicina, y su sala de disecciones, con su piscina de
formol con cuerpos inertes y su nevera para la conservación de fetos humanos.
Allí vi a un tío pelirrojo, jovencito, partido por la
mitad”).
Y en la agencia Europa Press cubrió las elecciones generales de 1986, que
ganó el PSOE de Felipe González: “Yo cubría a los comunistas de Gerardo Iglesias
(Izquierda Unida), y siempre que venía Julio Anguita a Catalunya, iba a sus
mítines”.
Y en TVE colaboró en el programa de deportes Estudio Estadio, con los veteranos Olga
Viza y Quique Guasch: “Con ellos cubrí el descenso a segunda del RCD
Espanyol”.
La
incursión de Maribel Juan Fernández en la fonda de las letras no es nueva. Antes
ya había escrito la biografía de Marta Ferrusola, esposa del President de la
Generalitat Jordi Pujol: Marta Ferrusola
a l’ombra del poder (Planeta, 2003). Y el ensayo sobre los atentados
integristas en Madrid 11 M.
La
trama completa, de Aznar Zapatero (Ediciones
La Tempestad, 2004).
Ruperta
es
su tercera novela, tras las precedentes:
Nubes
sobre un cerro andaluz (Ediciones
La Tempestad, 2006), sobre el maltrato, y
La rosa mojada
(Davinci Continental, 2010), sobre la dictadura
chilena.
El único que no ha defraudado a Maribel es su familia extensa, empezando
por un familia “intensa”: su marido José González, con quien lleva desde que
tenía 15 años, y sus hijos Óscar y Laura, que no quiere dedicarse a la
“carroñería”.
Léase periodismo. O su mala
praxis.