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Diario de un escritor delgado
tiene como leitmotiv la peripecia de un escritor en busca de editor. ¿Publicar
es un infierno? Publicar es peligroso. Nunca sabes si es
demasiado pronto o demasiado tarde. Mis dos primeras novelas, por ejemplo, las
publiqué demasiado pronto y estaban muy verdes. Ahora intento que eso no me
pase. Cuando escribo una novela lo que más hago es corregir, me paso la vida
corrigiendo y no paro de retocar cosas hasta que veo la novela publicada y
entonces me libero y empiezo con otra. Publicar es la única manera que conozco
de librarme de las novelas que escribo. O, si nos ponemos pedantes, es la manera
que tienen las novelas de librarse de mí. Lo de encontrar un editor que te apoye
y te comprenda ya es otra historia. Yo de momento estoy muy contento con el mío,
o sea, con la mía, en femenino, que es editora.
Clea, un beso.
En sus páginas habla a menudo de la hormona de la literatura.
¿Y eso qué es? Sí, la Literatona. Es una especie de
Testosterona literaria. Digamos que si la Testosterona regula el apetito sexual,
la Literatona regula las ganas de escribir, o de follar con las palabras, que
decía
Francisco Umbral. Es la hormona que marca la diferencia entre los
escritores de verdad y los no escritores.
Entonces, ¿le tiene
miedo a la menopausia literaria? El día que me llegue la
menopausia literaria, que me llegará, como a todos, significará que me he
quitado un gran peso de encima. Y me explico: cuando no necesite escribir será
porque he alcanzado un nivel de serenidad suficiente como para estar en paz
conmigo mismo. Pero no adelantemos acontecimientos. Ahora mismo si no pudiera
escribir no quiero ni pensar qué sería de mí. Mi economía no da para psicólogos
profesionales, así que espero poder levantarme mañana por la mañana y seguir
soltando mis desahogos en forma de literatura.
Página 58 de su
diario: "Una humanidad con unos niveles de pesimismo cercanos a la depresión
siempre será más fácil de gobernar -pastorear- que una humanidad respondona o
con el entusiasmo necesario para sublevarse". Parece el manifiesto del 15M.
¿Cómo no le dio por ir a Sol a promocionar su libro? En
general no me gustan las aglomeraciones de gente. Y si además toda esa gente
está con los ánimos encendidos por algún motivo, esté de acuerdo o no, prefiero
no encontrarme cerca. La manera que yo tengo de promocionar mis libros es
escribirlos lo mejor posible. Todo lo que venga después, el éxito o el fracaso
del libro, ya es cuestión de suerte.
Hablando de promocionar:
Lucía Etxebarria se fotografió desnuda para dar vidilla a su libro y usted sale
enseñando pelo en pecho y con los ojos pintados en la portada del libro. ¿Una
imagen vale más que mil palabras, incluso si se es escritor?
No lo sé, supongo que dependerá de la imagen en cuestión y de las
mil palabras que pongamos en la balanza. No sabía que
Lucía Etxebarria
también me ha plagiado a mí en lo de desnudarse. No, es coña, estoy deseando ver
sus fotos. En el caso concreto de mi portada, pues bueno, uno de los cometidos
que tiene la fotografía es servir como declaración de intenciones, para avisar
al lector de lo que va a encontrarse dentro. Y en ese sentido creo que la
fotografía se aproxima bastante a la idea que tengo de mí mismo, que es un poco
cambiante: hay días que me gusto mucho y hay días que no me gusto nada. Como
escritor soy a veces una especie de híbrido de
Kurt Cobain y
Belén
Esteban. Y creo que esto queda bastante claro en este
Diario de un
escritor delgado, que es una colección de bufidos a todo volumen y tiene
mucho de carnaza y amarillismo. Kurt Cobain berreaba por los escenarios del
mundo y yo berreo en mis libros. Belén Esteban cuenta sus chismes íntimos en la
televisión y yo escribo los míos en mis libros.
Sigamos.
Página 60: "El cáncer del tiempo me sigue devorando". ¿Qué es eso? ¿Hay
quimioterapia que lo mitigue? Supongo que el paso del tiempo
se caracteriza por sacar de quicio a los impacientes. El protagonista del libro
está atravesando una racha complicada. Quiere ser escritor, ha escrito una
novela y le gustaría verla publicada, pero, por más que lo intenta, no encuentra
una editorial que le preste un mínimo de cariño y atención. De modo que el
tiempo va pasando y el hombre va perdiendo la paciencia, sin llegar nunca a
rendirse del todo pero agarrándose unos mosqueos tremendos. Es una historia que
puede aplicarse a cualquier persona de hoy que se encuentre en el paro y se esté
dejando los cuernos enviando currículos a las empresas y haciendo entrevistas en
busca de trabajo. Todo el que está en una situación así sabe cuánto duele tachar
los días en el calendario. ¿Hay quimioterapia contra la impaciencia? Supongo que
sí, ahora hay quimioterapia para todo, incluso para la propia quimioterapia. Mi
padre siempre lo dice: las prisas no son buenas consejeras.
El
cine y Umbral son constantes en su libro. ¿Cuáles son sus películas favoritas y
sus libros umbralianos preferidos? Bueno, Francisco Umbral es
un escritor que yo admiro mucho en lo que se refiere a personalidad, dominio del
lenguaje y estética. Aunque luego es bastante aburrido y siempre está contando
las mismas historias mil veces, pero esto es algo que nos pasa a todos. Los
escritores somos todos unos “pesaos” de la leche. Títulos de Umbral que
recomendaría:
La noche que llegué al Café Gijón,
Mortal y rosa y
Diario de un escritor burgués, que es un libro que homenajea a mi
Diario de un escritor delgado, o a lo mejor es al revés, no sé, ahora
mismo no tengo claro quién homenajea a quién. Y en cuanto al cine, bueno, más
que el cine en sí, me gustan las actrices. En serio, no sé qué me pasa pero es
ver a una señorita, o señora, en una pantalla de cine y automáticamente yo me
transformo en un orangután y ella se convierte en un mito erótico para mí. Es
una especie de mecanismo perverso que tengo por aquí dentro. Es cuestión de
rachas, ahora estoy enamorado otra vez de
Anne Hathaway. En fin, yo es
que me enamoro de cualquiera.
¿Escribir un diario y
fotografiarse para la portada es el colmo del ego de un escritor?
No sé si es el colmo, pero yo reconozco que algo de ego sí tengo.
En realidad todos los escritores que conozco no son más que egos andantes, yo el
primero, faltaría más. De todos modos, lo de fotografiarme para la portada no ha
sido sólo ego. Es un poco como decirle al lector: yo soy el que ha escrito esta
mierda, puedes partirme la cara si no te gusta. El escritor tiene que dar la
cara. Y luego que el lector decida si el libro es realmente una mierda o no. Por
cierto, que la fotografía es de mi amiga
Marta Encinas, no tengo más
remedio que decirlo porque casi estamos hablando más de la foto que del libro…
Cuando ve a alguien leyendo un ebook a usted le dan ganas
de... Depende, si es guapa y parece simpática pues supongo
que me dan ganas de invitarla a tomar algo, aunque luego nunca me atrevo.
Página 301: "La vida, al fin y al cabo, no es más que una hija
de puta". ¿No es usted demasiado joven para pensar eso? Estoy
a punto de cumplir 34 años y no me siento demasiado joven para casi nada. No,
hablando en serio: la vida es un regalo maravilloso y hay que intentar
aprovecharla al máximo. Yo estoy enamorado de la vida, lo que pasa es que a
veces la vida no me corresponde y me mosqueo. A lo mejor lo que me pasa es que
soy un llorón y siempre me estoy quejando por todo, pero la verdad es que no
tengo ningún motivo para quejarme ni para escribir las cosas amargas que a veces
escribo. De todos modos, tampoco me considero un escritor ni una persona
especialmente amarga, es más, yo me considero a mí mismo bastante cachondo, pero
bueno.
Pregunta obligada: ¿próximos proyectos?
Intentar ser lo más feliz que pueda. Ese es mi proyecto más
importante. Y en lo que se refiere a la literatura, bueno, tengo varias ideas en
la cabeza. Mi problema, o sea, uno de mis problemas, es que siempre tengo muchas
ideas y me cuesta decidirme por una en concreto, y es una faena, porque al final
esto es lo mismo que no tener ninguna idea. En cualquier caso, prefiero no
pensar mucho en el futuro, sobre todo porque hay cosas que no dependen de mí,
como la inspiración, por ejemplo. Así que los días que me sienta más o menos
inspirado para escribir, pues intentaré aprovecharlos escribiendo, y los días
que no, pues los aprovecharé haciendo otras cosas.