Llueve a cántaros. Aparco junto al crucero de mármol que preside la plaza y
corro hasta el bar, que parece cerrado. No había vuelto por estas tierras de la
sierra de Huelva desde aquel año —bastante seco, por cierto—, en que a toda la
familia, la del centro y la del sur peninsular, se nos debió contagiar la fiebre
del turismo rural y alquilamos una casa en Aroche para pasar juntos un fin de
semana. Hacía de esto cuatro diciembres. Empujo la puerta y los parroquianos, un
poco incrédulos, se me quedan mirando, como si llegara de un reino perdido.
Entre ellos, sentado cerca de la estufa, Manuel Moya, con su larga melena y su
barba blanca, ahora más recortada. Junto a él, Mario, el fotógrafo, que se
levanta a recibirme. Me dicen que pida un aguardiente de Almonaster para
calentarme un poco mientras esperamos a que escampe y yo no supe decir que no
echándomelo al gaznate sin dudarlo para no demorar más la salida.
Nos
dirigimos a Fiscalho, el primer pueblo portugués, a sesenta quilómetros de
distancia y, según Manuel, el lugar ideal para escapar de nosotros mismos. Pero
en esta ocasión se trataba de hablar de
Libro
del desasosiego, que Manuel ha traducido para la
editorial
Baile del Sol y
que acaba de aparecer.
¿Qué hace un bar inglés en un sitio como este?,
le pregunto al montarnos en el coche. “Es un bar más del pueblo. Uno de los más
antiguos de la plaza. Por otra parte, la colonia inglesa y extranjera de la
comarca es importante. En este bar toca ocasionalmente gente como Paul Cook,
integrante de los Sex Pistols y otros músicos que vienen de Inglaterra a grabar
en su estudio, a cinco quilómetros de aquí”.
Nos ponemos en marcha. No
ha dejado de llover, pero parece que la lluvia quiere darnos un poco de tregua.
Seguimos la entrevista dentro del coche. Mario se había ofrecido a conducir,
gesto que agradecí enormemente, así mi conversación con Manuel sería mucho más
relajada, al tiempo que podría disfrutar un poco más del paisaje, el mismo, por
cierto, que mi marido dice querer ver todos los días a partir de que se jubile.
Siempre quiso vivir en el campo...
Desde que me encargaron la
entrevista, tuve claro que en el cuestionario debía figurar una pregunta
obligada, porque cualquier lector conocedor de la obra pessoana se la iba a
hacer, dado que existen, que yo sepa, al menos otras cuatro traducciones de
Libro del desasosiego. Sabía que me iba a costar formularla porque no
deja de ser un poco delicado preguntarle a un
experto
en Pessoa como Manuel Moya en qué se ha visto enriquecida
la bibliografía existente sobre el famoso escritor portugués con esta edición y
traducción sobre la que ha trabajado para Baile del Sol. Como quien no quiere la
cosa, y mirando por la ventanilla, la hice.
Y, dime Manuel, ¿qué
aporta esta nueva traducción a las que le han precedido? “
En la
lengua castellana, que tan mal nos ha ido con otros autores, hemos tenido suerte
con Pessoa, quien ha contado con traductores tempranos y fantásticos, como
Llardent, Campos Pámpano o el mismo Crespo, quien publicó su traducción de Libro
del desasosiego casi a la par de la primera edición portuguesa. Muchos lectores
de Pessoa lo descubrimos precisamente en esta espléndida y mítica versión
editada por Seix Barral. Lo que pasa es que Crespo murió antes de que Libro del
desasosiego, construido con fragmentos dispersos, fuera revelado en su
totalidad. Después, mucho más recientemente ha salido la edición de Acantilado,
a cargo de Perfecto Cuadrado, que sigue la de Richard Zenith para Assirio.
Modestamente, creo que mi versión aporta texturas más abiertas o literarias,
pero sobre todo hay en ella una ordenación propia, que procura alejarse de
cualquier intento de canonizar este libro abierto, al que ni siquiera Pessoa
pudo darle una ordenación concreta”.
Pero también hay que pensar
en los lectores menos avezados, o en aquellos que se enfrentan por primera vez
al Libro del desasosiego, ¿qué le dirías que va a encontrar en sus
páginas a esos nuevos lectores: un diario íntimo, un ensayo, un poema en
prosa...? “
Como diría el propio Pessoa a propósito de cierta
obra de Dickens, yo envidio profundamente a ese lector que va a entrar por
primera vez en este libro. Lo que va a encontrar es a un hombre
extraordinariamente transparente en sus dudas y en sus desasosiegos que, puedo
afirmarlo, lo va a deslumbrar desde su modestia, desde su sinceridad y desde
luego por esa capacidad de verbalizar el sentimiento. Libro del desasosiego es,
sin duda, un libro, pero es también una experiencia. Leyéndolo uno no tiene más
remedio que penetrar más en sí mismo”.
Poco a poco el paisaje de
huertas y castaños, con continuas subidas y bajadas, da paso a una sucesión de
dehesas y hasta la carretera comienza a parecer estirarse más, haciéndose más
llana, como nuestra conversación.
Pessoa dejó el Libro del
desasosiego en completo desorden, con indicaciones escuetas y
contradictorias. ¿Con qué dificultades te has encontrado a la hora de abordar el
trabajo? “
Este libro está formado por apuntes sueltos, con
tachaduras, sobreescritos, anotaciones en los márgenes... y mil otras
dificultades. No es seguro que de haber vivido más, Fernando Pessoa hubiera
puesto orden en un libro de tal envergadura y que en cierto modo él era
consciente de que lo superaba. Por fortuna sus estudiosos y editores han podido
trabajar con calma y fijar la obra. Las dificultades han consistido muy
básicamente en la nueva ordenación de los fragmentos”.
La obra
pessoana se define por el desdoblamiento en varios escritores ficticios o
heterónimos, con biografías, ideas y estilos diversos, como Bernardo Soares en
el Libro del desasosiego. ¿No crees que esta práctica ha contribuido a
convertirle en una figura extremadamente enigmática? “
Alguien ha
definido a Fernando Pessoa como un extraño extranjero. Él, que salvo su estancia
infantil en Durban casi no llegó a salir de Lisboa, fue y se consideró un
extranjero siempre, aunque tal vez por eso mismo ha sido el escritor que mejor
ha sabido reflejar esa deslumbrante ciudad. Libro es una guía del alma humana,
pero también es una guía de Lisboa. Por otra parte Fernando cultivó el
esoterismo y en este registro se le atribuyen episodios curiosísimos, pero yo
creo que más que enigmático es complejo. Lo que ocurre es que su complejidad
acaso provenga de su gran claridad mental, que le descubrió su maestro y
heterónimo Caeiro”.
El hecho de haber leído en algún estudio
sobre Pessoa que a lo largo de los años que tarda en escribir la obra es
fácilmente perceptible el cambio de estilo en la redacción de la misma era una
de las cuestiones sobre las que más me interesaba saber la opinión de Moya.
“
Es cierto. Libro del desasosiego son, en realidad, dos libros.
Comenzó a escribirlo en 1913, muy poco antes de la eclosión de sus heterónimos,
bajo el influjo de las estéticas modernistas, que en Portugal se orientaron por
el lado saudosista de Teixeira de Pascoaes, Guerra Junqueiro y otros. Este
primer libro lo formarían textos narrativos de un cierto tono poético y onírico,
pero pronto abandonó este línea y comenzó a derivar en una suerte de diario de
sensaciones. En 1919, yo creo que derrotado por la propia insumisión del libro,
lo abandonó por completo, para retomarlo diez años después. En ese momento
comenzaría un segundo libro, a mi modo de ver, mucho más interesante y
sorprendente que el primero. La gran mayoría de los fragmentos pertenecen a esta
segunda época de mayor madurez y claridad mental”.
Pessoa,
nacido en Lisboa y descendiente por línea paterna de judíos conversos, fue
educado en Sudáfrica y, al igual que Borges, creció en el bilinguísmo. En tu
opinión, ¿qué le llevó a dedicar su vida a divulgar la lengua portuguesa?
“
Pessoa escribió precisamente en estas páginas que su patria era la
lengua portuguesa, pero en él el bilinguísmo era algo vital. Escribió poemas en
inglés y habitualmente pensaba en esta lengua. El inglés era también su lengua,
pero, atención, no su patria, como sí lo consideró a la lengua portuguesa.
Pienso que su bilinguísmo mental era una manera de estar solo, de sentirse
radicalmente extranjero”.
Algunos críticos afirman que el
redescubrimiento actual de Pessoa semeja al de Kafka, en los años cincuenta, y
que ambos dejaron una vasta obra inédita que se conoció en forma póstuma. ¿Qué
razones explicarían tal afirmación? “
No sé si estoy de acuerdo
con esa afirmación. Desde mediados de los años cuarenta del pasado siglo la
figura de Pessoa ha ido creciendo y siendo cada vez más y más valorada. Otra
cosa es que no haya tocado techo o que no se le reconociera en vida. Lo que sí
creo es que tanto Kafka como Pessoa se sintieron extranjeros en Lisboa y en
Praga, ambos se sintieron ahogados por sus ocupaciones, el uno subsumido por la
figura de su padre y el otro, huérfano de padre, traicionado por su madre.
Todo esto les hizo desconfiar del mundo, apartarse de él, huir a través
de esos personajes que cada uno de ellos acabó por escupir y que hoy nos parecen
paradigmáticos”.
Atravesamos entre la lluvia el último pueblo
español, Rosal de Frontera, donde fue preso por vez primera Miguel Hernández.
Pronto avistamos el paso fronterizo portugués, con ese cierto aspecto oriental y
melancólico. Unos pocos quilómetros más allá y estaremos en Fiscalho.
Pessoa decía que ser poeta o escritor no constituye una profesión,
sino una vocación, ¿crees que si no hubiera pensado así hoy podríamos disfrutar
de sus microcosmos de ideas y especulaciones filosóficas, estéticas y literarias
o de sus observaciones sociológicas, máximas y aforismos? “
Para
Pessoa, como también para Kafka, escribir era su manera de estar solo, es decir,
su manera de seguir en pie, de rebelarse, de seguir siendo él mismo, frente a
todo lo demás. Pessoa no es un nihilista, sino un individualista feroz, un
hombre que desconfiaba de la especie humana. Caeiro, en medio de las vanguardias
y de las revoluciones sociales, lo que pide es un retorno a la simplicidad y a
la naturaleza, al paganismo. Pessoa estaba convencido de que había que volver a
firmar un nuevo contrato con la Naturaleza. Era, es evidente, un adelantado,
dotado de una extraordinaria lucidez y originalidad. Ya digo, su manera de estar
solo”.
Una guía práctica de Lisboa dice: "Si entras en un café,
no tardarás en saber que allí estuvo Pessoa, y si te sientas en la terraza de
otro, le verás sentado a la mesa de al lado, y si hablas con alguien, te
recitará unos versos, y si te das un paseo, acabarás en su casa...," ¿cómo
entender Lisboa sin Pessoa? “
Seamos justos. Lisboa se puede
entender sin Pessoa, pero acaso no Pessoa sin Lisboa. Lo que sí es cierto es que
Pessoa hoy día es una presencia, un valor más de esa ciudad espléndida. Ya te
dije antes que nadie como Fernando Pessoa ha sabido sentir y pensar esa ciudad
y, es obvio, muchos de los que hemos llegado a ella imbuidos por la lectura de
Libro del desasosiego, nos hemos encontrado una ciudad con tintes pessoanos.
Hay, es cierto, un turismo pessoano, como en Dublín hay un turismo relacionado
con Joyce, en Praga con Kafka o en Tánger, salvando las distancias, con
Bowles”.
Y con música sobre Lisboa de fondo, llegamos a Fiscalho:
Carlos do Carmo
cantando Um homem na cidade, sonaba en la radio al
bajarnos del coche.