Juan Antonio González Fuentes
Según indican las cifras de número de espectadores y euros recaudados, parece que todos los cinéfilos españoles y la inmensa mayoría de los aficionados al cine estaban esperando como agua de mayo el estreno de Ágora, la última película del oscarizado y joven director español Alejandro Amenábar. Es más, la lectura de los datos podría hacernos pensar con algún argumento que en nuestra España zapateril, entregada televisivamente a cayetanos, duquesas de alba, jorge javieres vázquez, rociítos, belenes esteban y demás fauna recreativa y ágrafa, había y hay un desmesurado interés por Hipatia (¡¡¡qué mujer hermosa Rachel Weisz!!!), una científica y matemática del Egipto del siglo IV dominado por los romanos, empeñada en descifrar las reglas que rigen el Sistema Solar.
Tráiler de Hipatia, película de Alejandro Amenábar (vídeo colgado en YouTube por Villegas023)
Pues yo no me lo creo, no me lo puedo creer. Estoy seguro de que Hipatia le importa un higo al 99,5% de los españoles, yo mismo incluido, y hasta me parece absolutamente lógico y normal. ¿Entonces? ¿Qué ha hecho?, ¿qué está haciendo que los españolitos que ni saben quién demonios fue Hipatia, ni saben qué fue la Biblioteca de Alejandría, que no saben nada del Sistema Solar, y si me apuran que no saben dónde está Egipto ni sabrían decir cinco frases con sentido sobre el Imperio Romano, qué hace, repito, que acudan en masa y paguen buenos euros por contemplar esta historia filmada sobre hechos históricos de la Antigüedad? Pues yo creo que la respuesta no encierra muchos misterios: el marketing, es decir, la gran e insistente campaña de publicidad llevada a cabo por los productores de la película, incluida la cadena de televisión Tele 5, sí, la misma que programa con éxito muchos de los programas del corazón más infames de la parrilla peninsular.
La publicidad, en mi opinión, ha logrado su objetivo principal: que un alto porcentaje de los “clientes” que acuden a las salas de cine se inclinen por sacar su entrada para ver la historia de Hipatia desde el punto de vista de Amenábar. Y la cuestión que se me plantea a continuación es de sentido común. Si la publicidad, el marketing potente y certero, logra que las masas acudan en masa (valga la redundancia) para “tragarse” un historia filmada sobre un tema en principio difícil y minoritario que se desarrolla en el mundo antiguo, ¿no estará la clave en un mejor marketing para llevar al público español a ver películas españolas? ¿No convendría dedicar algún dinero a dar a conocer y hacer atractivo nuestro cine de cara al público, y menos dinero en forma de subvenciones a “inflar” las cuentas corrientes de unos productores no interesados de verdad en sus productos, si no en llevarse pellizcos y pellizcos de dinero público? Es sólo una idea, y probablemente ingenua y tontorrona. ¿O no?
Últimas colaboraciones (OCTUBRE) de Juan Antonio González Fuentes en la revista electrónica Ojos de Papel:
LIBRO: Luis García Jambrina: El manuscrito de piedra (Alfagaura, 2008)
CREACIÓN: La lengua ciega (DVD, 2009)
CINE: Isabel Coixet: Mapa de los sonidos de Tokio (2009)
-LIBRO (septiembre): P.D. James: Muerte en la clínica privada (Ediciones B, 2009)
-LIBRO (julio): Stieg Larsson: Millennium 3. La reina en el palacio de las corrientes de aire (Destino, 2009).
-PELÍCULA: Niels Arden Oplev: Millennium 1: Los hombres que no amaban a las mujeres (2009).
Más de Stieg Larsson:
-Millenium 1. Los hombres que no amaban a las mujeres (Destino, 2008)
-Millennium 2. La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina (Destino, 2008)
NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.