Juan Antonio González Fuentes
El pasado mes de diciembre, en los días vacacionales del puente de la Constitución, viajamos hasta Dublín, capital de Irlanda, ciudad en la que no habíamos estado nunca y que sin embargo tenía para nosotros reminiscencias bastante hondas, tanto literarias como cinematográficas.
Los que me conocen saben que, precisamente en fechas cercanas a la Navidad, mantengo con gusto y empeño, desde hace tiempo, una tradición quizá un tanto estrambótica pero que me resulta irresistible y litúrgica: veo siempre Dublineses, o Los muertos, la última y pasmosamente hermosa película que dirigió el gran John Huston, y que está inspirada en un relato de escenografía navideña escrito por James Joyce e integrado en el volumen Dublineses, traducido al español, por lo menos mi ejemplar, por el doblemente isleño (habanero y londinense) Guillermo Cabrera Infante.
Iris Murdoch
Ya hablaremos en otro momento de lo que nos pareció Dublín y de los días que allí vivimos, pero ahora sólo quiero resaltar la poco subrayada presencia urbana de los principales héroes de la literatura irlandesa o, para ser más exactos, dublinesa. Sí, los principales nombres y hombres tienen sus estatuas correspondientes (más bien poco solemnes, lo que es de agradecer), pero con franqueza he de resaltar que esperaba mayor explotación turística de los fenómenos, un mayor y más constante trapicheo y abuso..., y sin embargo me llamó la atención el aparente poco caso que los dublineses hacen a sus “glorias literarias”, y el escaso rendimiento que, a mi juicio, les sacan. Claro que quizá tenga algo que ver que muchos de esas “glorias” alcanzaron la misma mofándose y poniendo verde a todo Dublín, por lo que no es muy de extrañar que sus compatriotas les hayan puesto, por obligación, una estatua, a la espera de que las palomas les caguen encima.
Paseando y paseando vimos homenajes y recordatorios varios a Joyce, Oscar Wilde o Yeats..., pero por mucho que me fijara no encontré ni la más mínima alusión a Iris Murdoch (Dublín, 1919-1999), sin duda, una de las más importantes escritoras dublinesas del siglo casi recién terminado. Desconozco el motivo de este aparente olvido, aunque el hecho de que la Murdoch estudiase lenguas clásicas en Oxford y filosofía en Cambridge, y que impartiese dicha asignatura desde 1948 en Oxford, ciudad en la que prácticamente vivió toda la vida, tenga bastante que ver en el asunto.
Iris Murdoch: El príncipe negro (Lumen, 2007)
Iris Murdoch escribió novelas, ensayos, poesía e incluso teatro, pero es a las novelas a las que le debe la fama internacional de la que goza en la actualidad. De las veintiséis novelas que escribió destacan La campana, Bajo la red, Una derrota bastante honrosa, El castillo de arena, y El mar, el mar, probablemente el título más afamado de todos.
El año pasado, 2007, la editorial Lumen publicó con prólogo de Álvaro Pombo (un escritor bastante “murdochiano”) la novela El príncipe negro, en la que la escritora dublinesa de nacimiento y oxoniense de adopción, construye uno de los personajes masculinos más atractivos de las últimas décadas de narrativa británica, lo que no es decir poco. Se trata de Bradley Pearson, un escritor que ya ha entrado en la vejez y que experimenta un bloqueo creativo completo. Pearson, a lo largo de la novela, intentará salir del atolladero de diversas maneras, siempre en medio de complejas relaciones afectivas, y rodeado de una caterva de personajes secundarios absolutamente impagables: su hermano, su ex mujer, un joven, repugnante y exitoso escritor... El príncipe negro es una novela que contiene al menos dos características que la hacen muy, pero que muy atractiva. Primero, es una narración sobre el hecho de estar enamorado. Segundo, es un texto en el que Murdoch reflexiona sobre la literatura y el arte, sus elementos esenciales, su razón de ser.
No sé si alguno de ustedes viajará pronto a Dublín, yo es probable que repita, sobre todo ahora que nos han puesto un vuelo directo Santander-Dublín. De lo que sí estoy convencido es de que para leer El príncipe negro, o cualquier otra novela de Iris Murdoch, cualquier excusa es buena, incluso odiar Irlanda, sus pubs, su cerveza, su güisqui, sus prados, su lluvia..., y sus escritores.
NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.