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Carlos Malamud es profesor Titular de Historia de América Latina de la UNED e investigador principal del Real Instituto Elcano

Carlos Malamud es profesor Titular de Historia de América Latina de la UNED e investigador principal del Real Instituto Elcano

Hugo Chávez

Hugo Chávez

Néstor Kirchner

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Michelle Bachelet

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Evo Morales

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Rafael Correa

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Luiz Inácio Lula da Silva

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Nicanor Duarte Frutos

Nicanor Duarte Frutos


Análisis/Política y sociedad latinoamericana
El futuro de Mercosur
Por Carlos Malamud, martes, 3 de julio de 2007
La amenaza del presidente Chávez de retirarse del Mercosur vuelve a poner sobre el tapete el futuro de un bloque regional atenazado por sus propias crisis: conflictos entre países grandes (Argentina y Brasil) y pequeños (Paraguay y Uruguay) por la falta de cohesión, parálisis de la negociación con la Unión Europea, crisis energética en algunos países, conflictos bilaterales entre algunos Estados miembros (Argentina con Uruguay por las papeleras) o con algunos asociados (Argentina con Chile por el abastecimiento de gas o Brasil con Bolivia por la nacionalización de los hidrocarburos). Por eso es oportuna una reflexión sobre el estado actual del bloque regional.
El viernes 29 de junio se celebró en Asunción del Paraguay la XXXIII Cumbre de Jefes de Estado del Mercosur, que contó con la presencia de los presidentes de Argentina (Néstor Kirchner), de Brasil (Luiz Inácio Lula da Silva), de Uruguay (Tabaré Vázquez) y de Paraguay (Nicanor Duarte Frutos). Lo más sonado fue la ausencia del presidente venezolano, Hugo Chávez, que se encontraba en una gira que iba desde Rusia a Irán, pasando por Bielorrusia. Debido a ese motivo fue representado por su vicepresidente, Jorge Rodríguez. También asistieron a la Cumbre los mandatarios de Bolivia (Evo Morales), Chile (Michelle Bachelet) y Ecuador (Rafael Correa), todos ellos en su condición de asociados al Mercosur.

La agenda de la Cumbre era abierta, pero en ella sobresalían una serie de cuestiones de primera magnitud, comenzando por el futuro del bloque, amenazado por los conflictos entre los países grandes y pequeños. Éstos responden, básicamente, a la falta absoluta de cohesión entre todos los componentes del Mercosur y ha llevado al reiterado pedido de Paraguay y Uruguay de poder iniciar negociaciones individuales con terceros a fin de superar algunos de los condicionantes que, desde su óptica, los condenan a la postración y al atraso. A nadie se le escapa que el principal objetivo subyacente a la última cuestión es poder negociar directamente con Estados Unidos, de modo que los productos uruguayos y paraguayos puedan acceder sin intermediarios ni pagando onerosas tarifas aduaneras a un mercado tan importante para muchos países latinoamericanos. A diferencia de los países andinos, los miembros del Mercosur carecen de un acuerdo preferencial de tarifas que facilita las exportaciones hacia Estados Unidos.
El Parlamento del Mercosur es una estructura que más allá de su buena voluntad será totalmente incapaz de impulsar las reformas imprescindibles que requiere el bloque para salir de la actual situación de parálisis

Con el ánimo de reducir las asimetrías, una de las escasas decisiones concretas de la Cumbre fue crear un fondo para contribuir al desarrollo económico de Uruguay y Paraguay, al que se destinarían 100 millones de dólares anuales, aportados por Argentina y Brasil. La modestia del aporte exigió una cierta defensa de la propuesta por parte del ministro argentino de Exteriores, Jorge Taiana, quien dijo que “Nosotros no somos como Francia y Alemania en Europa”. Detrás de esas afirmaciones hay un exceso de justificación del ministro, ya que en términos relativos Argentina y Uruguay deberían ser al Mercosur lo que ha sido tradicionalmente el eje franco-alemán para la Unión Europea.

Nadie les va a pedir a los países mayores del Mercosur un esfuerzo similar al que hicieron en Europa Francia y Alemania, pero lo que sí se les exige es que de una vez, y de forma clara, ejerzan el liderazgo que les corresponde por múltiples razones. Desde esa perspectiva, y sin un excesivo coste económico, es mucho lo que se podría hacer por los pequeños. Lo importante es que haya voluntad y que no se confunda el orden de los factores. Por eso suena como bastante inconsistente la enorme autosatisfacción de los presidentes del Mercosur por la constitución del Parlamento regional, una estructura que más allá de su buena voluntad será totalmente incapaz de impulsar las reformas imprescindibles que requiere el bloque para salir de la actual situación de parálisis.
Jugar partidos internacionales de fútbol por encima de los 3.000 metros es una cuestión que afecta sobremanera a la soberanía boliviana e interfiere con el proyecto de crecimiento económico basado en el “socialismo del siglo XXI”

Pero éste no era el único punto conflictivo. Le seguía en orden importancia el proceso de incorporación venezolano, en el que no se habían producido sustanciales avances en los últimos meses. Las declaraciones de Hugo Chávez en Irán, precedidas por otras en la misma línea de sus representantes en la Cumbre de Asunción (ver link “¿Mercosur sin Venezuela?", en www.infolatam.com, 1-7-2007), abundaban en el carácter mercantil y capitalista de un bloque regional que da la espalda a las cuestiones sociales y políticas. De ahí la necesidad de profundizar en el ALBA (Alternativa Bolivariana de las Américas). Sin embargo, la ausencia de Chávez no supuso que su mensaje no se hiciera explícito. Tanto su vicepresidente, Jorge Rodríguez, como dos de sus principales aliados, Evo Morales y Rafael Correa, lanzaron las líneas centrales de un mensaje dirigido a construir un nuevo Mercosur, claramente escorado a responder a las cuestiones políticas y sociales, en un proyecto que necesariamente debe estar liderado por Hugo Chávez y su pensamiento bolivariano.

Desde esta perspectiva Morales recordó una vez más su vieja cruzada contra el CIADI (Centro internacional de arreglo de diferencias relativas a inversiones), dependiente del Banco Mundial, así como contra el bioetanol, uno de los proyectos estrellas del presidente Lula, y a favor de la nacionalización del agua. Como Bolivia carece de problemas importantes su presidente puede darse el lujo de dedicarse a otras cosas, como la de peregrinar a Suiza, antes de asistir a la Cumbre del Mercosur. Morales viajó a Zurich para entrevistarse con Joseph Blatter, el presidente de la FIFA (Federación Internacional del Fútbol Asociado) con el fin de que se elimine el veto a jugar partidos internacionales por encima de los 3.000 metros de altura, una cuestión que afecta sobremanera la soberanía boliviana e interfiere con el proyecto de crecimiento económico basado en el “socialismo del siglo XXI”.
El presidente Néstor Kirchner alertó contra la maldad intrínseca de las empresas energéticas, incapaces de contemplar el interés general, ya que velan únicamente por su bolsillo

Correa, por su parte, abogó por un esquema de integración con capacidad para regular, controlar y sancionar los excesos de intereses privados y pueda enfrentarse a la “falacia de la competencia”. También decidió impulsar la creación de un Fondo Monetario del Sur, complemento del Banco del Sur, con capacidad suficiente para enfrentar shocks externos sin necesidad de tener que recurrir al tan denostado Fondo Monetario Internacional (FMI).

Otro de los temas presentes fue el de la energía, colofón obligado de la Cumbre Energética de América del Sur celebrada en Isla Margarita (ver link: “La cumbre energética de América del Sur y la integración regional: un camino de buenas (y no tan buenas) intenciones”, Real Instituto Elcano, 15-7-2007). En esta oportunidad fue el presidente Néstor Kirchner quien quiso hacer de la crisis energética que padece su país una cuestión regional. Para ello alertó contra la maldad intrínseca de las empresas del sector, incapaces de contemplar el interés general, ya que velan únicamente por su bolsillo. En su discurso durante el plenario de la Cumbre se salió del texto escrito y arremetió con duraza contra las empresas energéticas, tanto da que fueran privadas, como Repsol-YPF, o estatales, como Petrobrás: “Muchas veces notamos dificultades con el manejo de estas empresas, que van agotando poco a poco nuestra paciencia. No podemos quedar determinados por los caprichos o por las necesidades eventuales de empresas individuales, sino que, fundamentalmente, tienen que estar al servicio del proyecto estratégico que nuestra región tiene… Tenemos todavía, por supuesto, una amplia cuota de paciencia, pero también tendremos una alta cuota de resolución si evidentemente no se entiende y no se comprende cómo se debe avanzar decididamente para solucionar todos estos temas".
Los países miembros siguen anclados en la crisis que caracteriza en los últimos tiempos a la mayor parte de la integración latinoamericana y, como en ocasiones anteriores, la nota principal fue la retórica altisonante, a veces tronante, de algunos mandatarios

La parálisis en las negociaciones con la Unión Europea (UE), para formalizar un tratado de asociación, y el fracaso de la Ronda de Doha también ocuparon la atención de los participantes. La primera cuestión fue abordada por Carlos “Chacho” Alvárez, ex vicepresidente argentino y hoy presidente de la Comisión de Representantes del Mercosur, quien dijo lo siguiente: “Europa no se hace cargo de que tiene que tratar al Mercosur como un bloque diferente y de que no puede pedirnos la misma apertura en la industria que la que nosotros le pedimos en el sector agrícola. Ellos dicen que buscan un acuerdo estratégico con América Latina, y por esa razón deben promover un acuerdo más generoso para el desarrollo de nuestros países, en lugar de tomar en cuenta solamente el plano comercial”. Más allá de tener toda la razón en el tema de la PAC (Política Agraria Común), que permite a la UE gravar con fuertes aranceles las importaciones agrarias, se trata de un discurso claramente victimista, que pide por un lado un trato igualitario, pero al mismo tiempo exige que se concedan a Mercosur circunstancias especiales.

Pese a todo esto, en Asunción quedó un regusto amargo acerca del futuro del Mercosur. Los países miembros siguen anclados en la crisis que caracteriza en los últimos tiempos a la mayor parte de la integración latinoamericana y, como en ocasiones anteriores, la nota principal fue la retórica altisonante, a veces tronante, de algunos mandatarios. Y no es por ese camino, sino atacando los problemas de frente, como se resolverán los problemas del bloque, unos problemas que se están agravando en la medida que surgen nuevas estrategias para “reformatear” (en palabras de Hugo Chávez), un proyecto de integración subregional que en su momento fue un ejemplo mundial y hoy no sabe cómo hacer para seguir avanzando.
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