EN LA ORILLA
El oleaje salta los pontones
desiertos,
hasta el lobo de mar está
sombrío.
¿Qué haces? Pongo aceite en el
candil,
tengo en vigilia el cuarto
donde estoy
sin saber ni de ti ni de los
tuyos.
El grupo dispersado se
reúne,
se recuenta tras estas
marejadas.
¿Dónde estás tú? te espero en
algún puerto…
Sale el hombre del faro con su
barca,
indaga, escruta, va hacia lo
abierto.
El mar y el tiempo admiten
estas pausas.
SI
TE ATREVES
Viento de otoño y de pasión. Y polvo,
el polvo que
se arrastra por la tierra
de estas calles más blancas
que los huesos.
Tiempo este en que el corazón
se agita oprimido
y pone en duda lo que fue
real,
no fábula, no vana
aparición.
Tus nuevas, ¿qué podrían
traerme?
Te conozco lo
suficiente
para saberte inquieta. Estoy
seguro
de que apenas te atreves, si
te atreves,
a preguntarte qué
pienso.
Pienso en ti, en tu pasión
manifiesta,
pienso en la luz de gema de la
Umbría
entre Foligno y Terni al
inicio del verano,
me pregunto, perdona la
locura,
si una alegría lo será por
siempre,
si acaso está colmada la
medida
de lo que debo amar y
perder.
COMO
DEBE
¿Qué quieres tú que vienes de
tan lejos
y en vuelo ciego entras en la
niebla
hasta aquí donde aun los
pajarillos
se desorientan de una rama a
otra?
La vida, como debe, se
perpetúa,
en mil arroyos se derrama. La
madre
entre los hijos parte el pan,
alimenta
el fuego; la jornada pasa,
plena
o fastidiosa, llega un
forastero,
se va, cae nieve, escampa o
una llovizna
de fin de invierno apaga los
colores,
moja zapatos y vestidos. Llega
la noche.
Es
poco, de otra cosa no hay señales.
VERSOS
DE OCTUBRE
Aquí donde al vivir se va
creando sombra, misterio
para nosotros, para el que
debe recogerlo y a su vez
lanza a la espalda su semilla,
aquí
es donde debe hacerse luz, no
en otra parte.
Ya pasó, sin dejar apenas
rastro,
la edad ligera e
inmodesta
en que se espera que
otro,
sea quien sea, disperse estas
sombras.
lo que haya de venir, vendrá
por esta pena.
Me siento junto al fuego
triste, espero
a que nazca la llama viva o un
quiebro
de la lumbre sobre el
sarmiento húmedo.
¿Qué esperas tú de fuera de la
casa,
del día y de la luz
doméstica,
hoy, hoy que el viento
corre,
en la alegría de los montes
salta
y al anuncio del vino y de los
fríos
la astucia de los viejos en
sus arrugas brilla?
lo que haya de venir, vendrá
por esta pena.
Otra suerte no espero, ni
siquiera
bajo el cielo del mes
arcano
en que el color de uva se
difunde
y el otoño a la fuerza nos
arrastra
hasta Cessati Spiriti o al Domine quo vadis?
NEGRO
Llega la hora de la noche,
cuando
del fondo del espacio
surge
el rostro de la tierra
desgreñado,
impenetrable, que hemos de
consolar
con la vigilia triste y con
las luces
tenues del cielo urbano.
El viento del abismo negro y
cárdeno
agita huertos secos,
lleva
gemidos por las calles de los
gatos,
golpea los batientes
desclavados,
el que fuera de casa se
arriesga
ve a los borrachos, el farol,
el viento.
Dices, ¿qué me ha traído este
día?
O nada o poco más de lo que
deja
aparecer,
desvanecerse,
en los días bajos
obstinados,
la cortina de lluvia
abriéndose y cerrándose,
árboles, trozos de ciudad,
carretas,
gente, lluvia en la lluvia,
humo.
Nota
de la Redacción: agradecemos a Ediciones
Linteo la generosidad por permitir la publicación de estos
poemas seleccionados del libro de Mario Luzi, Honor de la
verdad
(Linteo, 2012), en Ojos de
Papel.