Tan lejos y tan cerca, a la vez. Y esa lejanía entristece, porque Portugal
posee voces que embellecen la poesía, su existencia. Más allá del magnífico y
enigmático Fernando Pessoa, más allá de su fantasma múltiple y perfecto, hay
poetas que siguen dignificando la poesía en portugués.
En mis numerosos
viajes a Lisboa he tenido la oportunidad de acercarme al latido tranquilo y
rítmico de la poesía portuguesa contemporánea. Durante mis paseos por librerías
lisboetas como la hermosa y culturalmente activa
“Fabula Urbis” de la
rua Augusto Rosa -regentada por un hombre sabio y agradable como es João
Pimentel-, la librería
“Portugal” del
Chiado o las más comerciales –pero no peores- como
“Bulhosa” de Campo Grande, he
podido encontrar poetas de peso, de verso redondo, poéticamente habitables: la
silenciosa voz de
Cristovam
Pavia (1), la cristalina presencia de
Albano
Martins, el sobrecogedor abandono trascendente y melancólico de
Ruy
Belo o el ritmo hilado de
Manuel
Gusmão, entre otros. Esta lista podría alargarse infinitamente. Por
ello, me centraré en dos libros que vieron la luz en Portugal en la editorial
Labirinto en 2010 y 2011:
Regresso (2010) (2), de
Victor Oliveira
Mateus (Lisboa, 1952) (3) y
A incidência da luz (2011) (4),
de
Graça
Pires (Figueira da Foz, 1946) (5).
Oliveira Mateus se reconstruye a
través de la poesía, se encuentra en ella como en diversas fotografías de sí
mismo. Creo que no hay mayor nostalgia que aquella que surge de contemplar a
quien se fue en una fotografía
El libro de
Oliveira Mateus ya dice mucho en su título. En él acontece un regreso, un
regreso a sí mismo. Pero no debemos quedarnos ahí. Late en él ese regreso de
Novalis hacia el alma como quien regresa al origen: “Volver atrás / para
encontrar el principio: y a mí a través de él.” dice en su poema “Alucinación”.
Este poemario tiene la belleza de los viajes, pero los verdaderos viajes son los
que parten de la soledad, desde la otredad de quien contempla el mundo como si
la memoria ungiera con sus aguas la pureza de la primera existencia. Es un libro
puro en cuanto desposesión asume la voz poética: “Cuando partí estaban / todos
atareados viajando, pero de otro modo”. La pérdida llega desde esa diferencia
del que se contempla en la distancia para regresar, para fundirse con su origen,
como místicamente lo hizo Plotino.
Oliveira Mateus se reconstruye a
través de la poesía, se encuentra en ella como en diversas fotografías de sí
mismo. Creo que no hay mayor nostalgia que aquella que surge de contemplar a
quien se fue en una fotografía. Mirarse a los ojos, a través del velo del
tiempo, es recortar una ausencia. Oliveira Mateus se recorta en imágenes de
Turín o del río Po desembocando en Venecia, aunque quién sabe si también
recuerda a Virgilio su desembocadura en el Hades.
Todo en este libro es
una presencia deshabitada enmarcada en una ciudad. En esa misma ciudad donde se
dan encuentros que pudieron ser y no fueron. Nadie como la memoria tiene la
habilidad de llevar al acontecimiento aquello que nunca fue. Quizá por eso el
recuerdo salve. Quizá por eso hiera también: “Grito dentro del paisaje. Grito y
la convulsión / del verde arrasa las colinas enfrente (…)”. La voz poética sabe
que de ninguna reconstrucción se sale indemne. Siempre asusta ese pequeño
desplazamiento del color, esa variante tímida de la tonalidad que hace que no
reconozcamos el lugar. ¿Quién o qué ha provocado ese cambio? Tal vez el triste
vacío que siempre queda al regresar, el envejecimiento que emana de las cosas
perdidas: “Y está también tu rostro, casi sin contornos: / sombra disolviéndose
en la sombra”. La sombra, ese camino que nos hace regresar, siempre hace el
recuerdo más inhóspito, a veces fingido: “¿Dónde ese Parque de memoria y
fingimiento?”. Lo que se enmascara siempre produce inquietud, pero también busca
proteger una verdad, el recuerdo puro, perdido, de sí mismo.
En A incidência da luz de
Graça Pires todo se desvela a través de la luz. La luz es la que moldea con
sigilo la existencia, la verdadera realidad que emana de los objetos y de la
naturaleza para crear poesía
En
A
incidência da luz de Graça Pires todo se desvela a través de la luz. La luz
es la que moldea con sigilo la existencia, la verdadera realidad que emana de
los objetos y de la naturaleza para crear poesía. Y es que la poesía no es un
ejercicio literario, tampoco una confesión, para Graça Pires. Es su manera de
encontrarse en el nombre de las cosas, en su verdadero nombre: “La luna casi
llena acentúa el ladrido de los perros / en patios donde crecen desordenadamente
las retamas. / Un doble estremecimiento palpita en los espejos como sombras
insinuadas en un haz de luz (…)”. Todo en este libro es luz que cae sobre el
mundo para desvelarlo, para hacerlo reconocible y parecido a la tierra perdida.
Es en ese punto donde la voz poética inicia una búsqueda –que a veces es
regreso, también- hacia la restauración. Pero no hay restauración sin desnudez
previa, sin blancura ciega que nada identifica. Como en Sophia de Mello, para
alcanzar su pertenencia al mundo ha de olvidar la mácula del mundo. Su utopía es
la belleza de las cosas intocadas, originarias. Como una hermosa ruina griega,
el paso del tiempo se torna certeza de existencia, permanencia de algo que fue
puro y sigue ahí, esperando a que una voz la nombre. Igual que en Epidauro –ese
lugar encomendado a Asclepio, dios de la medicina- la voz se prolonga en un eco
para llegar a nosotros sanadora, también síntoma de la enfermedad de lo perdido.
Así la limpieza en el verso de Graça Pires. Al acercarme a esta incidencia, a
esta luz moldeada igual que una escultura de Camille Claudel, supe que había una
palabra que era previa e innombrable. Esa palabra es la que llevó a construir el
templo, pero no es el templo. Esa palabra moldeó cada figura de Claudel.
La vida es un viaje sensitivo y eso se siente en este libro con fuerza y
contacto. Pero también hay cierta celebración de encuentro con la vida, cierto
poso órfico que recuerda el renacer del dios en la tierra, como Dionisos:
“cuando todos los árboles celebran en las entrañas / de la tierra la lenta
penetración de las lluvias”. Desde abajo hacia arriba –o al revés, quién sabe-
aparece la vida. Con ese movimiento heraclitiano y rilkeano el verdor se aparece
en el poeta, nuevo, viviente. De ahí emerge hasta el poema para entrar en
contacto con la luz que la moldee y con el
daimon que la comunique con su
origen de silencio: “La túnica violeta se desesperaba de ser ángel / en mi
cuerpo de niña”.
Pero, mirando más al fondo de este libro, vemos que ese
emerger de la naturaleza para regresar a ella (6) también nos está desnudando el
proceso de escritura. Esa palabra originaria no es más que la verdadera poesía
que existe desde que el poeta existe. La voz poética reconoce, sin embargo, que
esa palabra sólo se escribirá bajo su forma imperfecta: “Cuando la aurora
comienza a disipar / las tinieblas en la palidez de la tierra / avanzamos con la
argucia de la palabra sobre la imperfección de cada instante”. El mundo dejó de
ser puro para poder ser nombrado. La luz de la aurora consigue dar el nombre,
pero no la perfección del origen, del paraíso del que la voz fue expulsada. Ni
tan siquiera la muerte es un lugar desvelado: “Poseemos a veces un modo
exagerado / de coleccionar fantasmas / por saber que la muerte / nunca se deja
ver completamente”.
Al fin y al cabo, este libro es una celebración de
encuentro sensitivo, de búsqueda con la palabra curativa que se disemina en el
aire, en el agua, la tierra y el fuego. Hermoso equilibrio, renacida cadencia
que recuerda la inocencia del mundo.
En definitiva, ambos libros son
necesarios, una señal de faro en la noche que debe ayudarnos a mirar hacia
poniente.
***
BREVE ANTOLOGÍA DE REGRESSO DE
VICTOR OLIVEIRA MATEUS (traducción de
Marta López
Vilar)
“Partida” Quando
parti ninguém apareceu à beira da pista.
Quando parti as viagens eram coisa
simples e banal,
e não este desejo de procurar um sentido para
a mágoa,
uma clareira para a ausência, uma fonte
- minúscula que fosse – para saciar
aquilo que
se mantém ininterrupta sede. Quando parti estavam
todos
atarefados a viajar, mas de outro modo –
voracidade de prestamistas,
esbugalhados olhos
onde o tempo é tão transacionável, quanto um futuro
hipotecado ou uma mera jante enferrujada. Quando
parti tiveram logo o
cuidado de me avisar que a poesia
nunca salvara ninguém, que a procura das
raízes
( bem como o entendimento de um passado não
acontecido) era
coisa tão ridícula quanto obsoleta
para o riso alvar de muitos. Quando parti
a buganvília
da moradia em frente estava esplendorosa e havia
um gato a
furar a rede. Quando parti uma mulher
no prédio ao lado sacudia um pequeno
tapete.
Acenou-me. Sorriu. Quando parti imaginei
o escárnio deles,
os telefonemas duns para os outros,
as conversas. Quando parti ninguém
apareceu
para se despedir, havia apenas: eu, um objetivo
incerto, o teu
rosto a reflectir-se ao longe
e o sol a dar de chapa nas vidraças.
“Partida” Cuando partí nadie apareció al borde
del camino.
Cuando partí los viajes eran algo simple y banal,
y no este
deseo de buscar un sentido para
la herida, un claro para la ausencia, una
fuente
-por minúscula que fuera- para saciar aquello que
se mantiene
como sed interrumpida. Cuando partí estaban
todos atareados viajando,
pero de otro modo –
voracidad de prestamistas, ojos como platos
donde el
tiempo es tan negociable como un futuro
hipotecado o una mera llanta
oxidada. Cuando partí
tuvieron la delicadeza de avisarme de que la poesía
nunca había salvado a nadie, que la búsqueda de las raíces
(bien
como conocimiento de un pasado no
ocurrido) era algo tanto ridículo como
obsoleto
para la risa estúpida de muchos. Cuando partí la bungavilla
de
la casa de enfrente estaba esplendorosa y había
un gato agujereando la red.
Cuando partí una mujer
en el edificio de al lado sacudía una pequeña
alfombra.
Me saludó. Sonrió. Cuando partí imaginé
sus escarnios, las
llamadas telefónicas de unos hacia otros,
las conversaciones. Cuando partí
nadie apareció
para despedirse, había tan sólo: un objetivo
incierto,
yo, tu rostro reflejándose a lo lejos
y el sol dando de lleno en los
cristales.
“Um doloroso nascer de si” Grito no
interior da paisagem. Grito e a convulsão
do verde arrasa as colinas em
frente, confunde as áleas
dos pinheiros, onde outrora me sufocava e o meu
olhar
se confundia como fardo de gestos em turbilhão. Invoco
todas as
potencias benfazejas, protectoras dos caminhos
onde me perdia e cujas
buscas nem sequer adivinhava.
Grito o impetuoso rumor da terra que
inexoravelmente
tudo subjuga, pois igual é minha alma e aquilo que a cerca
(porque gémeos de origem e intacta substância) e assim,
ou talvez por
isso, me nasço agora outro com o passado
de roldão e um futuro que não
vislumbro. Não vislumbro
nem para tal inquietação me sobra. Grito esta
mudança,
esta aparição expressa em meus lábios cerrados –
misto de
presságios, de medos e assombros inesperados.
“Un doloroso nacer
de sí” Grito en el interior del paisaje. Grito y la
convulsión
del verde arrasa las colinas de enfrente, confunde las avenidas
de los pinos, donde antes descansaba y mis ojos
se confundían con cargas
de gestos en torbellino. Invoco
a todas las potencias benefactoras,
protectoras de los caminos
donde me perdía y cuyas búsquedas ni tan
siquiera adivinaba.
Grito el impetuoso rumor de la tierra que
inexorablemente
todo subyuga, ya que igual es mi alma que aquello que la
cerca
(son gemelos de origen e intacta sustancia) y así,
o tal vez por
eso, nazco otro con el pasado
en tropel y un futuro que no vislumbro. No
lo vislumbro
y ni me sobra para la inquietud. Grito este cambio,
esta
aparición expresa en mis labios cerrados –
mezcla de presagios, miedos e
inesperados asombros.
“Regresso” Desço com a
sofreguidão de um inquiridor.
Percorro as ruas, os jardins, as margens do
rio.
Detenho-me nos cibercafés de onde me vinham
as farpas, nos bares
que por rotina se te abriam
para afogares circunstanciais desvarios e essa
solidão de alma onde nunca me deixaste entrar –
meu punho sempre
cerrado ante uma porta
que raramente se abria, uma porta só com saída,
dando lastro à minha fuga, ao agravo da recusa,
à perfídia da verrina
com que afinal sempre
me haviam servido, sem que eu o suspeitasse.
Desço com a sofreguidão de quem se recupera,
de quem regressa a casa:
incomensurável solo
uterino que me alimenta e me compraz. Desço-me
caudal de frustrações e alegrias, de vazio e pleno –
vida que sempre
retomo e não desisto. Desço-me
livre, além do turbilhão, além do apenas
instinto
e costume. Desço-me finalmente eu, sem escolhos
nem frustes
ritos a barricarem-me…Desço-me ao topo
do tudo, átomo de mim na mais aérea
vastidão.
“Regreso” Bajo con la avidez de un
detective.
Recorro las calles, los jardines, las márgenes del río.
Me
detengo en los cibercafés de donde provenían
las espinas, en los bares que
por rutina se te abrían
para ahogar circunstanciales desvaríos y esa
soledad de alma donde nunca me dejaste entrar –
mi puño siempre
cerrado ante una puerta
que raramente se abría, una puerta sólo de salida,
dando lastre a mi fuga, al agravio del rechazo,
a la perfidia de la
acusación con la que al final siempre
me habían servido, sin que yo lo
sospechara.
Bajo con la avidez de quien se recupera,
de quien regresa a
casa: inconmensurable suelo
uterino que me alimenta y me complace. Caigo en
caudal de frustraciones y alegrías, de vacío y plenitud -
vida que
siempre retomo y no rechazo. Caigo
libre, más allá del torbellino, más allá
del simple hábito
e instinto. Caigo finalmente, sin obstáculos
ni ritos
ordinarios derrumbándome…Caigo al extremo
de todo, átomo de mí en la más
aérea vastedad.
BREVE ANTOLOGÍA DE A INCIDÊNCIA DA
LUZ DE GRAÇA PIRES (traducción de
Marta López
Vilar)
Presa às marés, outras
margens me circundam.
Procuro os teus braços.
Esgota-se em cada dia,
lentamente,
a viagem do tempo que expõe a rigorosa
proa no vértice dos
dias.
A densidade do sal partiu-me os remos
e entranhou-se-me nas veias
como un tormento.
Tenho um barco parado a obstruir-me os lábios
colados
à rugosidade dos mastros.
Procuro o teu rosto.
...........................................................................................
Presa de las mareas, otras márgenes me circundan.
Busco tus brazos.
Se agota cada día, lentamente,
el viaje del tiempo que muestra la exacta
proa en el vértice de los días.
La densidad de la sal rompió los remos
y como un castigo se me clavó en las venas.
Tengo un barco parado
obstruyéndome los labios
pegados a la rugosidad de los mástiles.
Busco
tu rostro.
………………………………………………………………….
………………………………………………………………….
Todas as palabras são adequadas
para evocar os dias para sempre
agarrados
à cal da casa onde nascemos.
Quase nada sei a meu respeito
desse tempo tão claro em que as sombras
eram apenas a antecipação da
noite.
Tento imitar aquela inocência
próxima da brancur dos lírios
e
do frémito do rio abraçando o mar.
Torna-se difícil encontrar os sinais
sobreviventes da memória: a prata do chocolate
pacientemente alisada, as
velas dos moinhos,
as cerejas carnudas, a roupa a corar sobre a erva,
a
claridade das mãos da minha mãe
carregadas de tarefas e de presságios.
......................................................................................
Todas las palabras son adecuadas
para evocar los días agarrados para
siempre
a la cal de la casa donde nacimos.
Poco sé al respecto
de
ese tiempo tan claro en que las sombras
eran tan sólo una anticipación de la
noche.
Intento imitar aquella inocencia
próxima a la blancura de los
lirios
y del rumor del río abrazando el mar.
Se hace difícil encontrar
las señales
supervivientes de la memoria: el papel de plata del chocolate
pacientemente alisado, las velas de los molinos,
las cerezas carnosas,
la ropa tiñéndose sobre la hierba,
la claridad de las manos de mi madre
cargadas de trabajos y presagios.
………………………………………………………………...
………………………………………………………………...
Sei que junto a um cais as pedras são
cúmplices
de remotas solidões no coração das âncoras.
Os mapas mais
primitivos
e as recentes cartas de navegar não assinalam
a incidência da
luz sobre as areias.
Talvez o vento tão íntimo das dunas
saiba onde se
escondem os vultos
dos marinheiros quando os barcos
começam a afundar-se
nos meus olhos.
Tal vez os gemidos do remo estilhaçado
nos punhos sejam
a adaga sangrenta
hasteada em cemitérios
onde se escutam os sinos a
rebate.
Talvez os aromas das violetas e dos círios
se misturem com a
terra quando as anémonas
começam a despontar nos jardins
perfumando as
mãos de pétalas e de fenos.
.............................................................................................
Sé que junto a un muelle las piedras son cómplices
de lejanas
soledades en el corazón de las anclas.
Los mapas más antiguos
y las
recientes cartas de navegación no señalan
la incidencia de la luz en las
arenas.
Tal vez el viento tan íntimo de las dunas
sepa dónde se esconden
los rostros
de los marineros cuando los barcos
comienzan a hundirse en
sus ojos.
Tal vez los gemidos del remo astillado
en los puños sean la
daga sangrienta
alzada en cementerios
donde se escuchan las campanas a
rebato.
Tal vez el aroma de las violetas y los cirios
se mezcle con la
tierra cuando las anémonas
comienzan a despuntar en los jardines
perfumando las manos de pétalos y heno.
NOTAS:
(1) Le debo su descubrimiento al poeta José
do Carmo Francisco, quien, durante una visita a una
librería de viejo junto al, también poeta y amigo Rui Almeida, -una tarde de septiembre en la que hacíamos tiempo para encontrarnos
con el poeta y ahora amigo Ruy Ventura en el Largo de São Carlos- me regaló la primera edición de su obra
completa. Recientemente, la editorial Dom Quixote
reeditó su obra. Algo que debe celebrarse, sin duda.
(2) Victor Oliveira
Mateus: Regresso, Lisboa, Labirinto, 2010.
(3) Nacido en Lisboa y
licenciado en Filosofía por la Universidade Clássica de Lisboa. Fue profesor de
esa materia, aunque en la actualidad se dedica en exclusiva a la literatura. Es,
además de poeta, traductor del castellano, griego clásico y francés, publicando
traducciones de San Juan de la Cruz, Safo o Voltaire. Como poeta ha publicado,
entre otros, los libros: Nas águas a luz suspensa (1998) o A
irresistible voz de Ionatos (2009). Es miembro de la “Associação Portuguesa
de Escritores”.
(4) Graça Pires: A incidência da luz, Lisboa,
Labirinto, 2011.
(5) Nacida en Figueira da Foz, es licenciada en Historia
por la Universidade Clássica de Lisboa. Recibió, entre otros, el “Prémio
Revelação de Poesia da Associação Portuguesa de Escritores” por el libro
Poemas (1988), el “Prémio Nacional de Poesia 25 de Abril” con el libro
Ortografia do Olhar (1995) y el “Prémio Nacional Poeta Ruy Belo” por el
libro O silêncio: lugar habitado (2008).
(6) Como los griegos, como
Hölderlin o como Sophia.