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martes, 29 de enero de 2008
El buque fantasma del errante Calixto Bieito
Autor: Juan Antonio González Fuentes - Lecturas[8205] Comentarios[0]
El buque fantasma del holandés errante wagneriano ha sido convertido por arte del español Calixto Bieito en una zodiac roja playera en el escenario de la ópera de Stuttgart entre aplausos y abucheos

Juan Antonio González Fuentes

Juan Antonio González Fuentes

Según cuenta la leyenda fue durante un accidentado viaje en barco desde Riga a Londres, en el que barco deambuló durante días en medio de un temporal frente a las costas noruegas, cuando Wagner oyó por vez primera la leyenda del Buque Fantasma o El Holandés Errante y decidió escribir una obra sobre tan fantasmal asunto. Tiempo después, personajes como el que reinó en Inglaterra con el nombre de Jorge V, o el almirante Karl Donitz, jefe supremo de la armada nazi y efímero sustituto de Hitler en Alemania, aseguraron haber visto la nave espectral navegando sin velas y en silencio en mitad de mares tenebrosos y oscuros.

Ahora ha sido el director de escena español Calixto Bieito el encargado de hacer surcar nuevamente las procelosas aguas escénicas al buque wagneriano, y además lo ha hecho en “casa” del genio, es decir, en Alemania, y más concretamente en el teatro de ópera de Stuttgart. Calixto Bieito, fiel sobre todo a sí mismo y a su empeño de remozar y poner al día las puestas en escena de célebres óperas decimonónicas, ha convertido con su talentosa varita mágica de hada o bruja madrina, ¡vaya usted a saber!, en inmensa lancha zodiac roja al buque del holandés fantasma, en ejecutivos estresados por los negocios a los marineros errantes, en señoras esposas que esperan les llenen los frigoríficos con productos del super a las ululantes hilanderas, y en tiburón de las finanzas hastiado de su fatigoso trabajo al mismísimo Holandés Errante. Para redondear la “faena” Bieito ha aligerado la cosa, y las tres horas que más o menos ocupan las palabras del libreto original y la música en la que flotan se han convertido en una única secuencia de aproximadamente dos horas.

El público abarrotaba el teatro bastante caldeado (el público, no el teatro) por las corrientes ortodoxas que inundaban desde semanas antes internet. Los puristas, que haberlos haylos, ya vaticinaban el sacrilegio, y se hacía cruces en defensa y crédito del barco fantasma de toda la vida, es decir, el que anuncia la muerte por todos los mares del mundo dejándose ver como funesto y terrible augurio, y con un capitán al timón con pasaporte holandés y naturaleza y destino errante.

Calixto Bieito

Calixto Bieito

El resultado fue sencillamente el previsible, o dicho de otra manera, hubo de todo. En las primeras filas alguien gritó con furia al español que saludaba capeando el chaparrón: “Una mierda de arreglos, una mierda de versión”. Otros se preguntaban con los ojos en blanco y las vestiduras rasgadas cómo podía consentirse el sacrilegio, cómo le podían hacer eso al holandés, al barco y a Wagner.

Pero había más público, mucho más público, y buena parte de él ovacionó convencido la versión bieitista y el arte de los cantantes-actores. Muchos opinaban que Bieito respeta en lo básico la obra de los creadores (Wagner, Verdi, Puccini, Janácek...), pero que la hace más inteligible, brillante y atractiva para el público contemporáneo haciendo uso de los recursos teatrales modernos, de nuevas técnicas, de contextos narrativos y puestas en escena contemporáneas en las que encaja la historia y la música de la ópera.

Ya lo hemos contado más de una vez en estas páginas. Se podrá estar de acuerdo o no con talentos como Bieito, pero lo que a estas alturas de la partitura está claro es que la ópera les debe y les deberá en el inmediato futuro mucho a tipos como él, a sus planteamientos un tanto provocadores, un tanto “jaimitos”, un tanto destinados a epatar mentes y espíritus convencionales..., pero también a quemar en la escena operística estratos y estratos de caspa, ñoñez y artificios idiotas, a desterrar para siempre las pelucas absurdas, los disfraces carnavalescos, el atrezzo de cartón piedra, la impostura esteticista y maloliente, las versiones enlatadas por la rocambolesca tradición, etc...

Bieito y compañía traen aire fresco y renovador a la ópera del siglo XXI, quizá a veces con cierto aroma a extravagancia u ocurrencia gratuita, pero aire fresco al final y al cabo. Y además traen consigo público nuevo, portadas y páginas de diarios, escritos en internet, protestas, insultos, desmayos, desnudos, gritos, bastonazos, taquillas sin entradas, expectación, escándalo..., es decir, pasión, sangre corriendo roja y veloz por las venas, en definitiva, ópera en estado puro y maduro. Pues preparémonos, porque Bieito ya amenaza con meterse otra vez con Wagner, y esta vez con su santificadísimo Parsifal. Pongámonos los cinturones de seguridad, y a disfrutar se ha dicho.


NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.


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