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Rafael Díaz-Salazar: España laica. Ciudadanía plural y convivencia nacional (Espasa, 2008)

Rafael Díaz-Salazar: España laica. Ciudadanía plural y convivencia nacional (Espasa, 2008)



Bernabé Sarabia es Catedrático de Sociología de la Universidad Pública de Navarra

Bernabé Sarabia es Catedrático de Sociología de la Universidad Pública de Navarra


Reseñas de libros/No ficción
Rafael Díaz-Salazar: España laica. Ciudadanía plural y convivencia nacional (Espasa, 2008)
Por Bernabé Sarabia, martes, 4 de noviembre de 2008
El interés por las consecuencias sociales de las creencias y prácticas religiosas es tan antiguo como el interés por la religión misma. En el siglo XVI Maquiavelo hizo un análisis sobre la funcionalidad del catolicismo en el mundo de su tiempo que sin duda influyó en la obra de Spinoza, Montesquieu, Rousseau o Comte, pensadores que continuaron y ampliaron la reflexión sobre la importancia política de la religión. Durkheim, en uno de los primeros estudios sociológicos, introdujo una variable religiosa al estudiar el suicidio (1897). Sin embargo, quien más ha contribuido en el siglo XX al conocimiento sistemático de las relaciones entre religión y sociedad fue Max Weber. Su tesis sobre la influencia positiva de la ética protestante en la aparición del capitalismo moderno (1904-1905) se sigue considerando válida cien años después.
Si se entiende la religión como un sistema de control, o al menos de referencia, que liga el significado y la motivación, proporcionando al individuo o al grupo un modelo general de sí mismo y de su mundo, resulta evidente que dicho sistema de referencia ha de estar anclado en el marco social en el que el individuo o el grupo desarrollan su vida. Al mismo tiempo, la religión produce ideales y modelos de desarrollo social.

Tras la II Guerra Mundial, un grupo de psicólogos, sociólogos y antropólogos entre los que cabe señalar a Adorno, Cronbach, Argyle, Dittes, Dunlap o Geertz señaló en sus trabajos que si se entendía la religión como un mecanismo general para la integración del significado y la motivación en los sistemas de acción social (Parsons), resultaba evidente que debería tener un sesgo conservador.

De este modo, se pensaba que la práctica religiosa era más acusada entre las mujeres, los adolescentes y las personas de mayor edad. Se creía igualmente que dicha práctica religiosa correlacionaba con los individuos de menor formación cultural y menos inteligentes, entre los miembros de la clase media y entre las personas que mayor puntuación alcanzaban en las escalas de etnocentrismo y autoritarismo. La relación observada entre religión y conservadurismo político o necesidad de un mayor sentido de protección han gozado de un buen número de defensores a pesar de que dicha interpretación se adentra en el complejo mundo de lo simbólico y de la motivaciones personales y sociales.

Es evidente que todavía el factor religioso despierta en España un interés, unos rencores que resultarían desproporcionados en cualquier otro país de la Unión Europea, si exceptuamos Polonia. De ahí que libros como el de Rafael Díaz-Salazar resulten de necesaria lectura para entender la cuestión religiosa en sí y para comprender mejor lo que acontece en la España del siglo XXI

Lo cierto es que ya dentro del siglo XXI el interés por el fenómeno de lo religioso y su práctica sigue atrayendo no sólo a los científicos sociales sino al público en general. En buena medida, el estudio de la religión ha desplazado al estudio del conocimiento. Un análisis de los libros más vendidos muestra que catedrales, templarios, cruzados, exorcistas y fenómenos paranormales tienen lectores abundantes y garantizados.

En España la religiosidad es esencial para entender lo que está pasando. En ningún país europeo se quemaron iglesias como aquí al comienzo de la Guerra Civil. En ningún otro sitio se asesinó a tanto cura, monja o fraile por el simple hecho de serlo. Todavía hoy, un 28 de octubre de 2008, los vascos miserables de Eta explotan un coche bomba en la Universidad de Navarra por el simple hecho de que dicha universidad es del Opus Dei. Es evidente que todavía el factor religioso despierta en España un interés, unos rencores que resultarían desproporcionados en cualquier otro país de la Unión Europea, si exceptuamos Polonia. De ahí que libros como el de Rafael Díaz-Salazar resulten de necesaria lectura para entender la cuestión religiosa en sí y para comprender mejor lo que acontece en la España del siglo XXI.

Como es bien sabido, la Iglesia católica atraviesa en España un largo periodo de pérdida de influencia política, económica y social. Aznar no entraba en la Catedral de Toledo bajo Palio y rodeado de curas como lo hacía Franco. No obstante, si hemos de creer las encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), en nuestro país el 79,7% de los españoles se declara católico y un 39% de dicho porcentaje se considera católico practicante. Los ateos constituyen un 6%, y el pluralismo religioso sigue en aumento pero está en torno al 1,4% de los españoles y se reparte básicamente entre evangélicos, testigos de Jehová, musulmanes y pequeños grupos religiosos como puedan ser los bahais.

Para el PSOE el catolicismo no es, ni ha sido, desde el punto de vista cultural y sociopolítico, una cuestión relevante (...) El PSOE ha dado prioridad a otras alianzas con la sociedad civil como el movimiento gay o ciertas formas de feminismo que, en opinión de Díaz-Salazar, son demandadas por una burguesía progresista y anticlerical cuya musculatura mediática ha ganado mucha potencia en estos últimos años

España, como afirma Rafael Díaz-Salazar con éstos entre otros datos como telón de fondo, es “una sociedad 80:20”. A los once millones de católicos practicantes mayores de dieciocho años estimados por el CIS en sus encuestas, hay que añadir los miles de adolescentes y jóvenes católicos practicantes. Parece evidente que los católicos y la Iglesia se apoyan en una base social de enorme relevancia.

Esta identidad colectiva religiosa, básicamente católica, contrasta, como leemos en estas páginas, con un partido socialista en el poder que proviene de una larga tradición anticlerical. Para el PSOE el catolicismo no es, ni ha sido, desde el punto de vista cultural y sociopolítico, una cuestión relevante. Su posición política ha permanecido muy alejada de los partidos socialdemócratas de la Internacional Socialista. El PSOE ha dado prioridad a otras alianzas con la sociedad civil como el movimiento gay o ciertas formas de feminismo que, en opinión de Díaz-Salazar, son demandadas por una burguesía progresista y anticlerical cuya musculatura mediática ha ganado mucha potencia en estos últimos años.

La tensión izquierda-Iglesia marca España laica, un libro cortado con los mejores patrones del rigor y la objetividad académica. Díaz-Salazar es profesor titular de Sociología en la Universidad Complutense, y desde la publicación de su tesis doctoral El proyecto de Gramsci (Anthropos, 1991) hasta la aparición de Democracia laica y religión pública (Taurus, 2007) sigue una interesante línea de investigación en torno a los distintos problemas que para un sociólogo de la religión plantea el cristianismo en el cambio social y cultural.

Díaz-Salazar plantea este volumen como un análisis de la construcción de la laicidad en España. Para ello crea una estructura articulada en tres capítulos. En el primero trata el laicismo en Europa, presenta una tipología de los diversos laicismos europeos con especial atención al caso francés e italiano. En el segundo hace historia del laicismo en España, estudia el contexto actual y pasa revista, con el foco puesto en el PSOE, a los tipos de laicismo imperantes en algunos partidos políticos. En el tercero plantea una atrevida e interesante propuesta para construir una Alianza de Culturas desde la cual establecer una España laica.

El ambicioso propósito de Díaz-Salazar destinado a trazar una Alianza de Culturas se apoya en la conocida propuesta de Habermas con la que busca consensuar una “tolerancia activa” que articule las distintas culturas públicas. Para orquestar una pluralidad capaz de asumir tanta diversidad, nuestro autor lanza diez propuestas de índole moral y ciudadana cuyo objetivo final es “construir un espacio público habitable para todas las culturas e instituciones”.

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