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viernes, 5 de noviembre de 2010
De la necesidad espiritual de perder el tiempo (otium), según Marc Fumaroli: París-Nueva York-París. Viaje al mundo de las artes y de las imágenes (Acantilado, 2010)
Autor: Juan Antonio González Fuentes - Lecturas[7533] Comentarios[0]
Escribe Marc Fumaroli el siguiente párrafo en su reciente y revelador libro “París-Nueva York-París. Viaje al mundo de las artes y de las imágenes” (Acantilado, 2010): “El hombre moderno atareado, tal como lo vio Kierkegaard, se parece a esa mujer que en el incendio de su casa arriesga su vida para salvar las tenazas de la chimenea. Los negocios, tanto los de la ciudad como los del comercio, de la agricultura y de la guerra (los `negotia´, la `labor´, la `militia´, todas las formas de la `vita activa´ de los romanos), el trabajo asalariado de los modernos que ha liberado a la humanidad del trabajo servil, sólo tienen sentido en el descanso y el ocio fecundo que los griegos llamaron `schole, los romanos `otium´…”


 

Juan Antonio González Fuentes

En torno a los ríos brotan la cultura y la civilización. Sólo en el contexto de un mundo culto y civilizado se entiende el apunte del poeta Paul Valéry: “Hay que reservarse tiempo para el espíritu. Para el espíritu hace falta tiempo perdido”. Valéry le da así un nuevo sentido a la búsqueda del tiempo perdido de Proust, un escritor que intuyó como nadie la pujante tiranía de un mundo ajeno a los tiempos perdidos, un mundo (el muestro de hoy de manera radical) que repudia y condena perder el tiempo, que ya no tolera la sutil música del silencio y la calma (por favor, lean Tiempo para callar de Patrick Leigh Fermor, me estarán eternamente agradecidos) .

A este respecto escribe Marc Fumaroli el siguiente párrafo en su reciente y revelador libro París-Nueva York-París. Viaje al mundo de las artes y de las imágenes (Acantilado, 2010): “El hombre moderno atareado, tal como lo vio Kierkegaard, se parece a esa mujer que en el incendio de su casa arriesga su vida para salvar las tenazas de la chimenea. Los negocios, tanto los de la ciudad como los del comercio, de la agricultura y de la guerra (los negotia, la labor, la militia, todas las formas de la vita activa de los romanos), el trabajo asalariado de los modernos que ha liberado a la humanidad del trabajo servil, sólo tienen sentido en el descanso y el ocio fecundo que los griegos llamaron schole, los romanos otium…” (pág. 41).

Junto a los grandes ríos se posibilitó plena la vita activa civilizada, cuyo sentido último radicó en la Europa asentada en la tradición grecolatina en lograr la mayor porción posible de tiempo perdido, de ocio fecundo u otium, de vida contemplativa La paradoja sobre la que descansó la llamada civilización occidental hasta la era de “la industria en la industria o por la industria” es que se afanaba para llegar al otium, es decir, trabajaba buscando el sentido del descanso creativo como recompensa. Sin embargo la singular tragedia contemporánea de nuestra civilización es que ha perdido casi por completo la orientación final o sentido sobre la que se construyó a lo largo de los siglos. En nuestros días, caracterizados por una eficacia industrial excepcional e in crescendo a partir del maquinista siglo XIX, hasta el entretenimiento ha derivado en un trabajo en cadena que obedece, como subraya Marc Fumaroli, “a las mismas leyes que la producción de bienes y de servicios”. Hoy parece que la vita activa propia de nuestra cultura y civilización no se encamina al otium, sino única y exclusivamente a seguir ensanchando de manera acelerada la propia vita activa, en una irracional carrera hacia el precipicio, hacia un abismo que nos empeñamos en no querer ver.

Marc Fumaroli en la Academ ia Francesa

Marc Fumaroli en la Academ ia Francesa

Repasemos la línea argumental que pretendo establecer aquí. El hombre civilizado es la especie más sofisticada y evolucionada que los ríos han producido la lo largo de la historia. El binomio hombre/ríos se manifiesta en civilización y cultura. El espíritu del hombre civilizado, para sobrevivir en la libertad de opciones y en la capacidad de reflexionar sobre sí mismo, demanda tiempo perdido, ocio fecundo, pura vida contemplativa. Pero en la realidad actual de nuestra civilización occidental, el tiempo perdido es una especie en evidente peligro de extinción. El “tiempo perdido” se destruye o se transforma hoy en Occidente en tiempo para todos los negotia posibles de clara utilidad inmediata. El resultado más previsible a largo plazo es la tragedia inexorable de la deshumanización en proceso. Los hombres, sin el espacio y el tiempo necesarios para hacerse humanos cultos y civilizados, se convierten en otra cosa, en bárbaros o en esclavos. Lo explica con brillante sencillez Marc Fumaroli en el libro señalado más arriba: “Es en el apartamiento del otium cuando se percibe en lugar de entrever, cuando se busca en lugar de repetir, cuando se contempla en lugar de agitarse, cuando se reconoce lo que el polvo de la impaciencia, los espejeos de las prisas y el peso del esfuerzo precipitado robaban a la mirada, aunque sea simplemente el hecho de estar uno consigo mismo, con los suyos, con los amigos, en el instante disfrutando por sí mismo. Este descanso en el que la vista se posa en las cosas y los seres, y que descubre lo cercano y el horizonte, siempre ha atemorizado a los tiranos, a los esclavos voluntarios, a los bárbaros. Éstos parece que no son menos numerosos hoy que en otro tiempo, pese a nuestros formidables avances científicos y técnicos y a la casi desaparición de la esclavitud involuntaria” (pág. 42).

El espíritu humano, desarrollado en la orilla de los ríos y los mares, necesita como principal alimento para su existencia la paradoja del tiempo perdido o del llamado “tiempo noble”, del otium latino. La vita contemplativa es así inherente a la alta cultura tal y como la hemos entendido hasta ahora. Los ríos, las costas y su entorno han favorecido la cultura y la civilización, posibilitaron en último término la existencia del arte, y por su puesto de la música. Sí, la música también precisa de tiempo reservado para el espíritu, Valéry dixit, necesita de tiempo perdido, de ese tiempo perdido que sólo es susceptible de darse en la sociedades civilizadas, en los pueblos establecidos preferentemente junto a un río o junto a la costa. Y así por fin queda establecida la relación entre ríos y música, una relación que creo haber apuntalado con algunas razones de cierto peso, o al menos con algunas ideas no del todo incoherentes. 

***


Últimas colaboraciones de Juan Antonio González Fuentes (Noviembre 2010) en la revista electrónica Ojos de Papel:

LIBRO: Joyce Carol Oates: Bestias (Papel de Liar, 2010)

LIBRO (octubre 2010): Kazuo Ishiguro: Nocturnos (Anagrama, 2010)

LIBRO (septiembre 2010): Andrés Trapiello: Las armas y la letras. Literatura y guerra civil (1936-1939) (Destino, 2010)

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Oriol Regàs: Los años divinos (Destino, 2010)

LIBRO (junio 2010): Peter Sloterdijk: Ira y tiempo. Ensayo psicopolítico (Siruela, 2010)

LIBRO (mayo 2010):
Irène Némirovsky: El caso Kurílov (Salamandra, 2010)

LIBRO (abril 2010):
Elizabeth Smart: En Grand Central Station me senté y lloré (Periférica, 2009)

CINE (abril 2010): Kathryn Bigelow: En tierra hostil (2008) 

LIBRO (marzo 2010): Patrick McGilligan: Biografía de Clint Easwood (Lumen, 2010)

CINE (marzo 2010): Martin Scorsese: Shutter Island (2009)

LIBRO (febrero 2010): Oliver Matuschek: Las tres vidas de Stefan Zweig (Papel de Liar, 2009)

LIBRO (enero 2010): Alex Ross: El ruido eterno. Escuchar al siglo XX a través de su música (Seix Barral, 2009)

CINE (enero 2010):  James Cameron: Avatar (2009)

LIBRO (diciembre): Gerald Martin: Gabriel García Márquez. Una vida (Debate, 2009)

-LIBRO (noviembre): Miklós Bánffy: Los días contados (Libros del Asteroide, 2009)

-CINE (noviembre): Woody Allen: Si la cosa funciona (2009)

-LIBRO (octubre): Luis García Jambrina: El manuscrito de piedra (Alfagaura, 2008)

-CREACIÓN (octubre): La lengua ciega (DVD, 2009)

-CINE (octubre): Isabel Coixet: Mapa de los sonidos de Tokio (2009)

-LIBRO (septiembre):  P.D. James: Muerte en la clínica privada (Ediciones B, 2009)

-LIBRO (julio): Stieg Larsson: Millennium 3. La reina en el palacio de las corrientes de aire (Destino, 2009)

-PELÍCULA (julio)Niels Arden Oplev: Millennium 1: Los hombres que no amaban a las mujeres (2009)

Más de Stieg Larsson:

-Millenium 1. Los hombres que no amaban a las mujeres (Destino, 2008)

-Millennium 2. La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina (Destino, 2008)

-Millennium 3. La reina en el palacio de las corrientes de aire (Destino, 2009)


NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, creación, historia, artes, música y libros) como cronológicamente.


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