En esta película el punto de
vista referencial es el de Jung. Asistimos más bien a la paulatina
transformación del que fuera el discípulo más amado de Freud, y fatalmente
repudiado al final, a través del tratamiento y curación de una paciente
ciertamente especial que terminará también ejerciendo la psiquiatría en su
vertiente psicoanalítica. El tratamiento que Jung desarrolla para curar la
histeria de la duquesa rusa, le acaba descubriendo sus propios deseos sexuales
autocensurados, hasta que se convierten en amantes, contraviniendo aquél, con
una importante carga de culpa, la más básica ética profesional.
Tráiler
subtitulado de Un método peligroso, del director David
Cronenberg (vídeo colgado en YouTube por cinemocionoficial)
Más allá de poner en entredicho
la capacidad de establecer los límites imprescindibles entre terapeuta y
paciente, la película ofrece un retrato más bien empobrecido, repleto de
frustraciones y encorsetamientos morales, del célebre discípulo del padre del
psicoanálisis. Como también refleja paralelamente las razones más o menos
inconfesables de las desavenencias entre el maestro Freud y su delfín, lastradas
sin duda por los peajes de la relación paterno-filial que desarrollaron. De
hecho, quizá el personaje más luminoso, que más liberado resulta a lo largo de
la narración de las pesadas cargas del subconsciente que todos ellos soportan,
sea Sabina Spielrein, que termina mostrando más fuerza personal, moral y
profesional que su atribulado doctor. En la película contemplamos a unos
individuos fascinados por los resortes de la mente y el origen de la conducta.
Una pasión que traspasa la pantalla, por medio de una puesta en escena
inteligente que explota el juego de puntos de vista en los planos donde se
analizan sueños, recuerdos o pensamientos. Aunque, finalmente, la impresión
general que deja el film en el espectador queda de alguna manera huérfana de la
profundidad y capacidad de evocación que han tenido otras aproximaciones
anteriores al estudio del subconsciente humano.
Precisamente esta sensación de
falta, nos puede llevar a retomar una película bastante anterior en el tiempo,
del año 1962, dirigida por un director destacado del cine norteamericano, John
Huston y que centra su narración en los años iniciáticos durante los que Freud,
interpretado por Montgomery Cliff, formuló sus teorías más relevantes, entre
1885 y 1890. Considero esta película bastante más interesante para entender
cuáles fueron las investigaciones, meditaciones y circunstancias tanto de índole
científica como personal, que llevaron a la formulación de los Principios
básicos del psicoanálisis.
Freud, pasión secreta arranca con una
declaración sobre la trascendencia histórico-cultural de la narración que
presenta en la evolución del conocimiento del ser humano sobre sí mismo a través
de la indagación en su psique. Equipara las formulaciones copernicanas, la
teoría de la evolución darwinista y la revolución freudiana, presentándolas como
los tres grandes asaltos al sentimiento de omnipotencia del hombre. Y considera
que esta última ha abierto un campo de conocimiento de la vesante subconsciente
del pensamiento humano de una trascendencia fundamental en la vida de las
personas.
Recientemente, a propósito del
visionado de esta película por segunda vez, pero desde el recuerdo de la
primera, que fue hace casi veinte años, leí una calificación sobre su director
John Huston, que me pareció ilustrativa del espíritu que habita el film. Era un
buscador, en sus producciones de subsistencia para la industria, pero
especialmente en sus proyectos más personales, como La noche de la
iguana, Misfits,
por no hablar de sus ilustres aportaciones al cinema noir, o desde luego, Freud, pasión
secreta. Huston busca, y narra las peripecias
vitales de unos personajes que son también buscadores. Concretamente en esta
película no se me antoja en absoluto casual que Huston se enrolase en una
aventura fílmica de disección de las teorías psicoanalíticas. El interés por las
facetas más ocultas de la naturaleza humana se puede rastrear a lo largo de su
filmografía que siempre es pertinente revisar. El uso de un enigmático, a la vez
que elegante, blanco y negro, junto a la banda sonora y determinadas
combinaciones de planos en algunas secuencias, transmite con eficacia la
incertidumbre y desazón que los procesos subconscientes provocan en las
personas. También, la genuina expresividad de los actores protagonistas,
especialmente Monty Cliff, que ya había sufrido el accidente que le desfiguró la
cara.
En torno a las investigaciones de
una dolencia marginada y desacreditada por la academia científica de Viena, la
histeria, Freud llega a definir la neurosis que aqueja al común de los seres
humanos. En los traumas que brotan de sus pacientes, por medio de la hipnosis,
va perfilando unos sentimientos profundos, primigenios y universales, que
conectan con la sexualidad infantil y el complejo de Edipo. Hay que destacar
aquí el análisis que nos muestra el film del trauma de su paciente Cecily
(Susannah York), en especial a través de la rememoración bajo los efectos de la
hipnosis de la identificación del cadáver de su padre muerto en un hospital,
donde las enfermeras miran y se ríen extrañamente, y los pacientes no parecen
estar enfermos, sino divirtiéndose. Acompañado por este personaje, que a lo
largo del tratamiento recupera la visión, Freud evoluciona en el método hasta
ser capaz de analizar el subconsciente humano a través de la interpretación del
leguaje simbólico de los sueños.
Versión completa
en español de la película de John Huston, Freud, pasión
secreta (vídeo colgado en YouTube por pessoatabaqueria)
Pero además, en la trama
narrativa de la película, los descubrimientos científicos de Freud corren
paralelos a sus descubrimientos personales, sobre la relación compleja que tenía
con su padre, por el deseo inconfeso y frustrado que en la infancia sintió hacia
su madre. Freud sueña con el funeral de su padre, en el que todos lloran excepto
él, o con su madre a la que, como niño, intenta mantener pendiente de él en
exclusividad, provocando la ira de su padre. Y en el análisis de estos sueños
llega al origen de su propia neurosis, que no es muy diferente de la de su
paciente Cecily. Se debe enfrentar con el rechazo de su más estrecho y único
colaborador en Viena, Josef Breuer (Larry Parks), hacia sus teorías sobre la
pulsión sexual en la infancia, como también de la comunidad científica al
completo. Una resistencia que es la misma que se da en la mayoría de personas a
entrar en contacto con una parte de nosotros mismos. Es una realidad incómoda
por las pulsiones que todos querríamos mantener ocultas. “Una región casi tan
oscura como el mismísimo infierno”, según reza un narrador desconocido al inicio
del film, “el subconsciente humano”.