El último texto de Eva Illouz,
La salvación del alma moderna. Terapia,
emociones y la cultura de la autoayuda, es una excelente muestra del relevo
generacional que acabamos de señalar. Se trata de un libro que está causando un
considerable impacto, primero, en el mundo académico y, segundo, en el de todos
aquellos interesados en seguir la deriva del capitalismo en las sociedades
avanzadas a través de las emociones y del discurso terapéutico, entendido éste
como un nuevo modelo explicativo de las relaciones interpersonales y culturales.
Eva Illouz dió un primer aldabonazo cuando en 1992 publicó
El consumo
de la utopía romántica. El amor y las contradicciones culturales del
capitalismo. (Katz, 2009). En dicho texto planteó un agudo análisis de la
relación del amor y la sexualidad con las culturas mediáticas de un capitalismo
tardío cuyas relaciones de clase se habían transformado a una velocidad de
vértigo tras la caída del muro de Berlín en 1989. Dicho texto impresionó a
correosos académicos que se dedican a las ciencias sociales por su penetrante
descripción del entrecruzamiento de las emociones románticas y sexuales con la
cultura, la economía o la vida cotidiana del capitalismo avanzado.
La modernidad no puede entenderse
sólo como la aparición del capitalismo, las instituciones públicas, la
democracia o la idea de individualismo. La modernidad hay que entenderla también
como el periodo en el que aparecen con fuerza social las emociones y, en
consecuencia, las narrativas terapéuticas
Por
si esto fuera poco, Eva Illouz presentó una atrevida tesis que ha seguido
manteniendo hasta la actualidad. En su opinión, el discurso terapéutico encarna
la nueva forma de estar y entender el mundo. Curiosamente, en un momento en el
que el psicoanálisis está siendo cuestionado con fuerza, Eva Illouz reivindica
su utilidad como herramienta no sólo para entender el mundo sino como
instrumento para vivirlo. Por otro lado, conviene señalar que dentro del
complejo universo psicoanalítico su posición es claramente la de entender que el
discurso terapéutico por excelencia es el de Freud, tal y como se entiende y
propaga en Estados Unidos tras las conferencias que el fundador del
psicoanálisis pronuncia en Norteamérica invitado por la Universidad de Clark.
Nacida en 1961 en Fez (Marruecos) en el seno de una familia numerosa
judía, se traslada a Francia a la edad de 10 años y estudia sociología y
literatura en la Universidad de París X-Nanterre. Posteriormente realiza un
master en comunicación en la Universidad Hebrea de Jerusalén. En 1991 se doctora
en comunicación en la Annenberg School of Communication de la Universidad de
Pennsylvania. Profesora en el Departamento de Sociología y Antropología de la
Universidad Hebrea de Jerusalén, ha sido profesora visitante de la École des
Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS) y de la Universidad de Princeton.
Hasta el año 2003 Eva Illouz no da el salto mediático. Era, eso sí, una
profesora competente casada con un compañero que compartía las tareas domésticas
y con el que tenía dos hijos bien cuidados. Apañada a la hora de conseguir becas
y ayudas diversas, su familiaridad con la tradición francesa y anglosajona le
proporciona un punto de vista privilegiado y una capacidad de movimiento que
sabe aprovechar.
Como decimos, su explosión internacional arranca en el
2003 con la aparición de su tercer libro -por desgracia no existe traducción al
español-,
Oprah Winfrey and the Glamour of Misery: An Essay on Popular
Culture. En estas páginas Eva Illouz disecciona el
talk show más
exitoso del mundo. Más de 33 millones de personas siguen los programas
televisivos de la norteamericana Oprah Winfrey, cuyo rasgo esencial es utilizar
un estilo de entrevista terapéutico destinado, en definitiva, a mejorar a sus
entrevistados, abordándoles como personas cuyos problemas son susceptibles de
solución. Eva Illouz explica al lector cómo el enorme tinglado montado alrededor
del programa se mantiene por su capacidad para convencer al televidente de la
autenticidad del sufrimiento del entrevistado y de sus posibilidades de
superación. El análisis realizado por Illouz de los problemas y de las luchas de
los invitados al programa muestra que las narrativas presentadas en el plató
televisivo están cargadas de un carácter terapéutico cuyo fin es enmarcar y
justificar un proceso de autocomprensión que haga más llevadera su situación.
Es la fascinante explicación de cómo
el capitalismo ha propiciado el desarrollo de una cultura emocional expresada
según el modelo del discurso terapéutico. Discurso cuyas piedras angulares son
ideas como las de “deseo”, “autobiografía”, “memoria” o
“emoción”
Admitida ya en el firmamento de las
estrellas emergentes, Eva Illouz fue invitada, nada menos, que a dictar las
Conferencias Adorno en Frankfurt por un peso pesado de la talla de Axel Honneth.
Decidió entonces trasladarse al Departamento de Sociología de la Universidad de
Princeton a fin de preparar su intervención. Fue como invitada de Viviana
Zelizer, cuyo primer libro traducido al español,
La negociación de la
intimidad (FCE, 2009), acaba de aparecer y es más que recomendable aunque su
análisis sobre las relaciones emocionales, el dinero y las rupturas
matrimoniales o de pareja esté muy centrado en Estados Unidos.
El texto
de las Conferencias Adorno salió a la calle como libro en 2006 bajo el título
Intimidades congeladas. Las emociones en el capitalismo. (Katz, 2007).
Lo que aquí plantea Eva Illouz con más claridad que en 1997 es que la
modernidad no puede entenderse sólo como la aparición del capitalismo, las
instituciones públicas, la democracia o la idea de individualismo. La modernidad
hay que entenderla también como el periodo en el que aparecen con fuerza social
las emociones y, en consecuencia, las narrativas terapéuticas. A través de la
industria publicitaria, de los
talk show, de los libros de autoayuda o
del propio discurso terapéutico los consumidores se convierten en pacientes, en
objetos públicos dispuestos a ser expuestos, analizados, discutidos y valorados.
Las emociones privadas construyen espacios públicos. Las historias de vida se
reconstruyen con el formato de la narrativa terapéutica. Los sentimientos
derivados de la “liberación sexual”, la “autorrealización”, la búsqueda de la
“intimidad” o “el divorcio amistoso” siguen una narrativa terapéutica que se
escribe hacia atrás y subraya el sufrimiento y el trauma. Dicha narrativa pone
en primer plano, de forma inevitable, emociones negativas como la vergüenza, la
culpa, el miedo, la ansiedad o la angustia. Curiosamente, y por desgracia, todo
ello sin poner en marcha el sentido de la responsabilidad o del juicio moral.
Editado en su versión original en 2008 y vertido al español en 2010,
La salvación del alma moderna. Terapia, emociones y la cultura de la
autoayuda, es la culminación de
Intimidades congeladas. Es la
fascinante explicación de cómo el capitalismo ha propiciado el desarrollo de una
cultura emocional expresada según el modelo del discurso terapéutico. Discurso
cuyas piedras angulares son ideas como las de “deseo”, “autobiografía”,
“memoria” o “emoción”.
Podemos contemplar el modo en el que
las reglas que gobiernan la expresión de las emociones son aprendidas
culturalmente y a través de la reflexión. Sobre todo por las mujeres, impulsadas
culturalmente a una revisión constante de su
autoimagen
La tesis central, no exenta de
controversia, es que la doctrina terapéutica es moderna por excelencia. Eva
Illouz insiste, como ya lo hacía en
El consumo de la utopía romántica, en
mantener su vieja posición, según la cual Freud y el psicoanálisis (en un
sentido amplio en el que cabrían disidentes como Jung) constituyen la
encarnación del discurso terapéutico. El
ethos terapéutico que propone la
autora contempla a Freud como una figura carismática, en el sentido weberiano
del término, que se incardina, volvamos a insistir, en la cultura norteamericana
a partir de la serie de conferencias impartidas en la Universidad de Clark y la
rápida adopción de sus ideas expresadas sobre todo en los ámbitos de la
sexualidad, el trabajo y la familia. La llegada a Estados Unidos a partir de
1933 de miembros de la Escuela de Frankfurt, judíos fuertemente influidos por el
marxismo y el psicoanálisis, contribuyó a la difusión del psicoanálisis y el
modelo terapéutico. A ellos se unieron distintos psicoanalistas que emigraron a
Norteamérica o se formaron allí. Eva Illouz ubica en dichas circunstancias tanto
el desarrollo del psicoanálisis como el origen de la cultura de la autoayuda y
la influencia conceptual del psicoanálisis en la publicidad, el cine o las
campañas políticas.
Conforme se adentra el lector en este documentado y
denso libro, la noción de cultura terapéutica se va desplegando. Al mismo tiempo
podemos contemplar el modo en el que las reglas que gobiernan la expresión de
las emociones son aprendidas culturalmente y a través de la reflexión. Sobre
todo por las mujeres, impulsadas culturalmente a una revisión constante de su
autoimagen. Todo ello conduce a Eva Illouz a considerar que “los modelos
culturales ofrecidos por la terapia se traducen en una narrativa cada vez más
indiferente al género”. Mientras que la racionalidad de los hombres se entrelaza
cada vez más con las emociones, la cultura emocional de las mujeres se
racionaliza en un grado cada vez más alto. El lector contempla con claridad cómo
en el capitalismo avanzado se está produciendo una convergencia hacia la
androginia emocional. Para Eva Illouz dicha convergencia está motivada en gran
medida por la influencia del discurso terapéutico, una suerte de
lingua
franca que proporciona el juego de herramientas adecuado para que todos
nosotros podamos manejar nuestras vidas en el desorden contemporáneo.
Quien se adentre en este reflexivo e iluminador libro encontrará las
tesis de Eva Illouz apoyadas en una enorme diversidad metodológica en la que se
incluyen entrevistas, análisis textuales, perspectivas críticas, aproximaciones
etnográficas y un sinfín de datos e informaciones. Todo ello convierte este
volumen en una lectura que convendrá tener a mano mucho tiempo, aunque el lector
dude en ocasiones de la potencia y vigencia que Eva Illouz atribuye al modelo
psicoanalítico.