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Mara Lea Brown: Soleá (Ediciones Carena, 2007)

Mara Lea Brown: Soleá (Ediciones Carena, 2007)

    TÍTULO
Soleá

    AUTORA
Mara Lea Brown

    EDITORIAL
Ediciones Carena

    OTROS DATOS
Barcelona, 2007. 208 páginas. 18 €




Reseñas de libros/Ficción
Mara Lea Brown: Soleá (Ediciones Carena, 2007)
Por José Membrive, lunes, 2 de junio de 2008
La novela Soleá, de Mara Lea Brown versa sobre la forma de vivir y entender el flamenco de un pueblo costero andaluz en la década de los setenta del siglo pasado. Tanto en el origen del libro como en su desarrollo tiene un peso importante el mundo onírico. Por eso, su lectura nos ha hecho recordar el Romance Sonámbulo de Federico García Lorca. Ambos tienen como origen una obsesión que, de alguna manera, se plasma primero en sueños y después en literatura siguiendo la lógica del sueño, a base de fulgurantes imágenes que aparentemente no concuerdan con las anteriores, pero que, careciendo de un guión lineal, expresan multitud de sensaciones. Para García Lorca, que asociaba los sentimientos al discurrir del agua, el verde de las albercas y estanques significaba la putrefacción de los sentimientos, relacionados con su propia sentimentalidad empantanada entre la represión ajena y el miedo propio.
Soleá, también podría llamarse la novela sonámbula, surge de una obsesión que se expresa, si no con imágenes oníricas, sí con la lógica fragmentada de los sueños. La obsesión que da origen a Soleá está el incierto futuro del flamenco en aquella época. La novela está situada en una sociedad y en un tiempo en el que el flamenco auténtico, que a duras penas había sobrevivido a la manipulación folclórica franquista, parecía condenado a morir a manos de una industria que pretendía descafeinarlo para servirlo al nuevo turismo. En este sentido Mara intuyó que aquella manera de entender el flamenco estaba viviendo sus últimos días y se preguntaba si el deseo de los jóvenes de romper con el pasado conllevaría el final del flamenco. Esta obsesión largamente incubada ha dado origen a Soleá. Mara, por entonces una jovencita, ya estaba enamorada de la autenticidad del flamenco y padecía por su incierto destino.

El desarrollo de la novela también es similar al del Romance Sonámbulo que, aunque carece de estructura lógica, sin embargo transmite multitud de emociones. Podría decirse que Lorca no necesita contarnos una historia total, sino destellos, pequeños e intensísimos fragmentos le bastan para emocionarnos. De igual manera Mara, da forma a su obsesión, con el relato episódico y sin orden cronológico, de toda una comunidad andaluza que vivía inmersa en un estilo de vida en el que las relaciones humanas estaban marcadas por una forma flamenca de entender la vida. Desde este punto de vista, también es una obra con gran valor antropológico. Que carezca de estructura lineal, no significa que no cuente historias, sino que las condensa ofreciéndonos flaxes para que los lectores vayan componiendo el argumento.
 
La novela abarca un periodo largo de tiempo, desde la niñez hasta la vejez de los protagonistas y toda la constelación de personajes que orbitan alrededor de éstos. Padres, hijos, hermanos, maridos, amantes etc.,  y sus relaciones, marcadas a menudo por su manera de vivir el flamenco, cantaores, guitarristas, con su entramado familiar a cuestas. Se trata de toda una saga popular en un tiempo de cambio e incertidumbres
 
La historia descansa sobre tres personajes principales: La Toñi: bailaora de raza, la protegida por el duende, Rosa la bailaora de flamenco “moderno” adaptado para turistas, medido y estudiado hasta el último movimiento del dedo meñique. Rodrigo: el hombre que bascula entre ambos polos, personaje simbólico, enamorado de la Toñi, pero casado con Rosa. La personificación de la duda y de la traición a sí mismo.
Un personaje agónico que puede expresar el estado de confusión de gran parte de los jóvenes flamencos de la época. La novela abarca un periodo largo de tiempo, desde la niñez hasta la vejez de los protagonistas y toda la constelación de personajes que orbitan alrededor de éstos. Padres, hijos, hermanos, maridos, amantes etc., y sus relaciones, marcadas a menudo por su manera de vivir el flamenco, cantaores, guitarristas, con su entramado familiar a cuestas. Se trata de toda una saga popular en un tiempo de cambio e incertidumbres.

Una segunda obsesión de la autora son las relaciones humanas: las distintas formas de entender el amor en donde la frustración y el desconcierto ganan la partida a la lealtad entre amantes. Aparecen todo tipo de amores, el auténtico que, por absurdos motivos, nunca se llegó a plasmar, el amor rutinario, el padre que se encuentra con una hija concebida de una mujer que desapareció de su vida, la mujer que se queda embarazada y ha de criar a sus hijos, el amante que maltrata a su compañera, el irresistible guitarrista ligado a la mujer fea, la hija obsesionada por conocer a su madre y que pasa junto a ella sin que ambas se reconozcan (esta no te la perdono Mara, con lo sentimentaloide que soy) y la muerte de aquella en quien debía recaer la esperanza de la pervivencia del flamenco auténtico… en fin toda una panoplia contemporánea de tipos de entender las relaciones, unas no escogidas por los propios personajes y otras veces con la conciencia de que se han equivocado al escogerlas. Estas relaciones están ligadas normalmente a la forma de vivir el flamenco, a la forma de bailarlo. El libro está preñado de personajes e historias sin ningún tipo de concesión a la falsa sentimentalidad.

Dicho esto aún falta lo más importante: desvelar el auténtico protagonista que no son los personajes en sí, ni las obsesiones, sino el mismísimo duende flamenco. No se conforma con ser otro elemento de la narración sino que se rebela contra la propia Mara y le arrebata su papel natural: el de la narración. Quien narra la novela es el duende de una forma tan viva, veraz y enérgica que no me extraña que un día se me presente a reclamarme los derechos de autor, porque es él el auténtico señor del relato. El que emite los juicios de valor, el que dispone cómo y cuándo hay que hablar de cada personaje y el que pone a cada uno en su sitio. No se trata sólo del narrador, sino que, el verdadero protagonista, el personaje central que se juega su ser o no ser, es el duende como representante del flamenco auténtico. De señor absoluto ha pasado a un pobre espíritu que se aferra a cualquier persona que se muestre auténtica para pervivir a través de ella. Y no lo tiene nada fácil. Lo que se dilucida en la novela, la trama última es si el narrador, si el duende, si el auténtico flamenco va a sobrevivir a los embates de la modernidad. El final de la novela no lo aclara. No es Mara, o el duende, muy dado a edulcorar la historia, tampoco son dados el tándem Mara-duende a la concesión de finales felices. Todo queda abierto, como la propia vida, con más inquietud que esperanza.
 
Antes de acabar quiero aludir al impresionante dominio del lenguaje, sobre todo de las expresiones más enraizadas en la sociedad andaluza, teniendo en cuenta que se trata de una mujer que vivió en España cuando era una niña. El lenguaje es otra revelación, su autenticidad da una gran vitalidad y credibilidad a los personajes
 
El último protagonista necesario en esta historia es el lector que se encuentra con el reto de ir hilando la historia entre los fragmentos que, sin orden cronológico, ofrece la escritora. No lo ha puesto fácil, el lector también ha de esforzarse para ir montando su historia con los retazos variados que la autora o autor nos ofrece. Yo he tenido que ir apuntando personajes y sus relaciones con los demás a medida en que aparecían, según los datos que poco a poco van presentándose. Lo recomiendo. Se trata de una obra contada como un gran sueño y ya se sabe que las interpretaciones de los sueños son complicadas pero ricas y seductoras.

Antes de acabar quiero aludir al impresionante dominio del lenguaje, sobre todo de las expresiones más enraizadas en la sociedad andaluza, teniendo en cuenta que se trata de una mujer que vivió en España cuando era una niña. El lenguaje es otra revelación, su autenticidad da una gran vitalidad y credibilidad a los personajes. La expresión de los personajes es tan natural que parece antinatural que una escritora, cuya lengua materna es la inglesa, lo haya podido lograr. Esto es lo que me ha confirmado la honda y directa participación del duende en la plasmación de esta novela. Y aquí acabo, exponiendo mi propia tesis: El duende, ese ser bautizado por Lorca, ese espíritu, más cerca del demonio que del ángel que, caprichosamente, visita cuando quiere a los protagonistas del rito flamenco, ese duende garante de la autenticidad del flamenco, decidió habitar en Mara, como el ángel en María, poseerla hasta hacerle escribir una novela, o mejor dicho, utilizarla a ella para apoderarse de su pluma y de su mente, y escribir así la única novela que existe en la que el duende es el narrador y el protagonista al mismo tiempo.

Resumiendo: Soleá inaugura una literatura, no sobre el flamenco, que hay mucho, sino desde dentro del universo flamenco, en la estela de Carmen de Merimé. Esperemos que sea el principio de una serie en la que el flamenco entre a formar parte de la literatura como ya forma parte de la vida de tantas personas.
 
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