Juan Antonio González Fuentes
Cuando publiqué en la editorial barcelonesa DVD el libro La luz todavía, tuve la enorme fortuna de que el crítico del ABCD de las Artes y las Letras, el suplemento cultural sabatino del ABC, el profesor de literatura de la Universidad de Salamanca Luis García Jambrina le dedicase una columna crítica muy atinada. Preparando ahora una futura lectura de poemas el próximo mes de marzo de 2009 en la Universidad de Lyon, rescato la reseña porque creo que está muy bien orientada y dice cosas “sabrosas” y justas sobre mi escritura poética.
Le cedo la palabra al profesor Jambrina:
“De vez en cuando, la poesía nos depara la sorpresa de un libro concebido con verdadera exigencia y voluntad de perdurar. Éste es el caso de la última entrega de J. A. González Fuentes (La luz todavía, DVD, Barcelona, 2003). Su trayectoria literaria se caracteriza, de hecho, por una progresiva esencialización y depuración de la voz poética. Con anterioridad, había publicado La última seguridad (1993), La rama ausente (1995) y Además del final (1998), fruto de su personal indagación lingüística y existencial. La luz todavía presenta un claro avance en este sentido, si bien comparte algunos rasgos y elementos con los libros que le preceden.
Juan Antonio González Fuentes: La luz todavía (DVD, Barcelona, 2003)
El libro, decididamente unitario, se presenta organizado en tres secciones. En la primera, “Maneras de otro reino”, asistimos a la paulatina desaparición de un mundo presentido y esencial, “con maneras de otros reino”, enmarcado por un “allí” y un “aquí” y contorneado por unos pocos símbolos elementales: la luz, la arena, la flor, la nieve… La segunda, “La luz por dentro”, está constituida por poemas muy breves y concisos, como relámpagos que iluminan ese mundo más perfecto o sugieren la existencia de una vida más plena: “¿Cómo se mide la hora/ que recoge la luz por dentro,/ ese querer decir que nunca llega,/ la última señal que aclama/ el racimo alto de los paisajes?”. La última toma su epígrafe, “El filo de la nieve”, de una cita de Meira Delmar: “…con el filo indecible de tu nieve”. Se trata, en esta ocasión, de poemas en prosa. Y, en el primero, se hace explícito, de alguna manera, el título del libro: “Y en torno al espacio, la luz todavía. Esa misma luz que grita un largo rato el descenso de la arena, o la argucia de la flor que limita su evidencia. La misma luz que reclama siempre la atención más blanca de mi espera”.
Se trata, en fin, de una luz interior y extrema, la luz en trance de aparecer o desaparecer, la “misma luz de entonces” y, a la vez, la “luz de la muerte”, de las postrimerías. La actitud del yo lírico es siempre expectante y, en ocasiones, parece dirigirse a un tú misterioso u oculto. Los temas principales de este libro, por lo demás, son la espera y el anhelo de la luz, la angustia de la ausencia, la añoranza de lo que todavía no ha ocurrido, la conciencia de la muerte y los límites y posibilidades de la propia poesía. Destacan, por otro lado, la tensión rítmica y semántica de su lenguaje, el tono irracionalista de algunas imágenes y las fórmulas del tipo “sustantivo concreto + (adjetivo) + de + sustantivo abstracto” (“el trigo blanco del consuelo”). Asimismo, hay que decir que, en su voluntad de indagar en el misterio y trazar la geometría de lo desconocido, el autor fuerza y retuerce la sintaxis hasta violentar los límites del sentido. Estamos, pues, ante una poesía desnuda, certera, luminosa, conscientemente reducida a sus “puros y más transparentes huesos”, como escribió el Premio Cervantes Antonio Gamoneda en una nota introductoria al anterior libro de González Fuentes. La voz de lo indecible, en definitiva”.
NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.