Juan Antonio González Fuentes
La última vez que estuve en París, hace ya más de un año, me acerqué hasta la actual ubicación de una de las librerías de viejo mejores y más famosas del mundo, Shakespeare & Company, localizada ahora en el número 37 rue de la Bûcherie, muy cerca de Notre-Dame, a tiro de piedra del boulevard Saint-Germain y de la Ile Saint-Louis.
La librería, especializada todavía en libros en inglés, difunde un aura mítica en cuanto se llega a sus inmediaciones, y cuando se traspasa su umbral uno tiene la seguridad absoluta de encontrarse en un lugar muy especial, en una especie de santuario sagrado de la bohemia literaria parisina de entreguerras frecuentado ahora fundamentalmente por turistas que, como yo, buscan la foto ente los libros.
Sin embargo pocos de los turistas que acuden a visitar Shakespeare & Company tras buscar sin saberlo a Quasimodo en la fachada de Notre-Dame de París, saben que no pisan el suelo legendario por el que James Joyce, Ernest Hemingway o Paul Valéry arrastraron con frecuencia sus pies de glorias literarias establecidas o en ciernes, ni que tampoco respiran el aire contaminado de alta literatura en el que grandes poetas leyeron sus versos o incluso los escribieron.
No, la historia primigenia de Shakespeare & Company no pasa por la rue de la Bûcherie, sino por otras calles parisinas en las que se estableció la librería hace muchísimos años. Para acercarse a la verdadera historia de la librería, destino ahora de turistas con cámara en ristre, no es mal inicio leer el libro que sobre el establecimiento escribió su fundadora y alma mater, su cabeza única y bien visible desde su fundación en 1919 hasta su completa desaparición en el mes de diciembre de 1941, durante la ocupación alemana. Me refiero a la norteamericana Sylvia Beach (1887-1962), ejemplo perfecto de lo que significó el desembarco de la nueva cultura literaria norteamericana en el París y la Europa tras la Primera Gran Guerra.
El autor en la librería Sheskespeare & Company
Sylvia Beach fundó la librería en la calle Dupuytren en el año 1919 para que el creciente número de lectores en inglés que pululaba por la capital de Europa, París, pudiese disponer de lecturas de calidad, y para que los parisinos y europeos pudieran conocer a los grandes y nuevos autores norteamericanos. Luego Sylvia Beach trasladó el negocio al número 12 de la rue l’Odéon, ubicación en la que ya Shakespeare & Company logró convertirse en una referencia ineludible para el intercambio de cultura anglosajona y francesa en el fabuloso periodo de entreguerras, el que comprende los felices años 20 y la depresión económica de 1929 con sus principales consecuencias en el terreno político, el nacimiento del fascismo y la extensión del comunismo, lo que acabaría llevando al supuesto mundo civilizado al enfrentamiento de la Segunda Guerra Mundial.
La librería se cerró en 1941, cuando un oficial de alta graduación alemán quiso comprar un ejemplar de Finnegans Wake de Joyce, y la Beach se negó a vendérselo, y el militar ordenó al poco tiempo el desmantelamiento del negocio. Sylvia Beach incluso pasó algún tiempo en un campo de internado, pero tuvo la alegría de ver cómo el mismísimo Hemingway y sus compañeros soldados, metralleta en mano, liberaron la librería y el barrio en el que estaba en un episodio emocionante de verdad.
Pues bien, toda esta historia, pero mucho más detallada y con capítulos muy especiales dedicados a algunos de sus principales protagonistas, la cuenta con sencillez, naturalidad y de forma muy amena y entretenida Sylvia Beach en el libro Shakespeare & Company (Editorial Ariel), un libro en cuyas páginas, imagino, no se contarán muchas cosas, y algunas de las que se cuentan lo estarán de forma parcial e interesada, pero da igual, es la gran protagonista la que narra su propia visión de esta aventura tan libresca y apasionante.
Tras Sylvia Beach, y de forma sin duda menos oblicua, el gran protagonista de estas páginas es James Joyce y su libro Ulises, que fue editado por vez primera por Shakespeare & Company convertida en empresa editora. Las penalidades del escritor, sus bienandanzas parisinas, su escritura, cómo se editó el libro y sus dificultades, los detalles técnicos..., todo lo explica Beach no con la pesadez del comerciante, sino con la paciencia y el pasmo de la mejor amiga.
Sylvia Beach: Shakespeare & Company (Ariel, 2008)
Pero por estas sabrosas páginas también desfilan Ezra Pound, John Dos Passos, Hemingway, T. S. Eliot, Djuna Barnes, Sherwood Anderson, Steven Spender, Thorton Wilder, Scott Fitzgerald, King Vidor..., es decir, parte de los más granado de la literatura anglosajona del momento. Y también, claro, aparecen como protagonistas, incluso con capítulos enteros, los escritores y artistas franceses. Se habla de Valéry, Satie, André Gide, Maurois, etc...
Es este libro autobiográfico una obra entretenida, llena de curiosidades y de anécdotas jugosas, un libro nada estirado ni académico, un libro que rezuma el aire de una época esplendorosa de la cultura en Europa, el último momento, probablemente, en el que París ejerció de verdad como la capital cultural del mundo occidental. Este Shakespeare & Company de Sylvia Beach me parece imprescindible no sólo, claro, para los que tengan curiosidad por la historia y vicisitudes de la librería (una minoría minoritaria), sino fundamentalmente para los interesados en la vida del París de enteguerras y para los que quieran saber algo más de los grandes escritores norteamericanos de aquel momento.
Este es un libro con algo de irónica y alegre melancolía, un libro de recuerdos y de ambiente. Estas páginas respiran el aroma de un momento triste pero encantador de unos tiempos que si lo pensamos no nos quedan muy lejanos.
¿Y qué fue de la librería? ¿Cómo es que sigue abierta en otro lugar de la ciudad? ¿Qué ocurrió con ella? En 1951 otra librería de libros en inglés abrió en París. Su nombre Le Mistral, y su dirección el número 37 rue de la Bûcherie. Y de nuevo otro norteamericano fue su impulsor: George Whitman. Pronto la librería se transformó en otro centro ineludible de cultura literaria en París. En la parte de arriba del establecimiento Whitman alojaba a jóvenes escritores a cambio de que trabajasen un tiempo en la librería. Por allí pasaron a lo largo de los años 1950, por ejemplo, muchos de los poetas de la generación beat, como Burroughs, Gregory Corso o Allen Ginsberg. Cuando murió Sylvia Beach Le Mistral pasó a llamarse Shakespeare & Company, y cuando Whitman dejó este mundo, su hija, de nombre también Sylvia, se hizo cargo de la librería hasta nuestros días.
Así que, en cierto modo, la actual librería es la heredera de aquella otra que se abrió en 1919. Dos mujeres, dos Sylvias son las cabezas visibles. París bien vale una misa, y Shakespeare & Company, otra.
NOTA: En el blog titulado
El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de
Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.