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lunes, 21 de julio de 2008
El congreso fallido del PSC: la ocultación del castellano y de la cultura de las bases sociológicas del socialismo catalán
Autor: José Membrive - Lecturas[6600] Comentarios[0]
El congreso del PSC ha perdido una gran oportunidad para reconocer la lengua y la cultura de los que mayoritariamente lo han consagrado como un partido ganador

José Membrive

José Membrive

Llegan las vacaciones y, como mi economía vive una crisis crónica, me preparo para pasarlas donde siempre. Nunca planeo mis actividades estivales pero hay una que he practicado cada verano y, me temo, tendré que seguir practicándola por mucho tiempo. La defensa de aquellos españoles y catalanes que hablan el catalán frente a las tesis de la emisora de los obispos y los santos, moderadamente aceptada, de la dictadura lingüística que padecemos en Cataluña. Debates, todo hay que decirlo, que no conducen absolutamente a nada.

-Yo he dado clase en castellano durante treinta años en Cataluña y puedo jurar que jamás he tenido ningún problema –les juro.

-Tú no te enteras –me responden- ha salido una ley que fomenta la delación de profesores o comerciantes que no se expresan en catalán, que multa a quienes no rotulan en ese idioma.

Yo acepto que en este sentido el umbral mental de los políticos que tratan de impulsar estas medidas es más estrecho que el de la sociedad que sabe convivir lúdicamente a pesar de estos políticos.

Sinceramente, los políticos catalanes cada vez ponen más difícil su propia defensa. Acaba el congreso del PSC repitiendo lo de siempre: Cataluña es un territorio que tiene lengua propia (el catalán)… Y ahí queda. Ninguna referencia al castellano. ¿Lengua impropia? ¿lengua ajena?

La trampa es la de siempre, los políticos, que son como periodistas excelsos, se permiten hablar de todos los temas como si fueran auténticos especialistas. El resultado es una constante metedura de pata. En este sentido, atribuir a un territorio el uso del lenguaje es una figura retórica, de las llamadas, en este caso con suma razón, patéticas, y dentro de las figuras patéticas, se trata de una prosopopeya.

José Montilla

José Montilla

La RAE define como prosopopeya la figura que consiste en atribuir a las cosas inanimadas o abstractas acciones y cualidades propias de seres animados. Es claro que son los habitantes y no los territorios los que hablan, pero los políticos son conscientes de que no podrían afirmar que el catalán es la lengua propia de los habitantes de Cataluña, sencillamente porque no es verdad. En Cataluña, hay bastantes lenguas “propias” de sus habitantes. Una de ellas es el castellano, lengua materna de aproximadamente la mitad de los catalanes, entre ellos la de su presidente, por mucho que últimamente erradique de sus discursos toda alusión a sus orígenes, a su cultura y a su lengua. Allá él.

El castellano es la lengua materna de la inmensa mayoría de los votantes del PSC, y no merecen esa ignorancia sistemática en los discursos. El PSC, que ha defendido la memoria histórica, debería echar una mirada a su propia historia. He asistido a bastantes mítines del PSC y de otros partidos de izquierdas y en ellos intervienen casi siempre líderes que tratan forzadamente de expresarse en catalán sacrificando la eficacia de su mensaje a la forma en que se emite. Hace poco en los medios de comunicación se anunció a bombo y platillo que ya no se podría dar clase en la universidad si no se dominaba la lengua catalana. Siempre que sale una noticia así me acuerdo de Vázquez Montalbán cuando se preguntaba por qué para algunas funciones, como por ejemplo explicar una materia, se exigía el catalán y no se exigía, por ejemplo para jugar en el Barça y él mismo respondía: en lo que interesa que funcione se exige sólo una condición, que sean los mejores, en lo que no interesa que funcione se recurre a condiciones políticamente correctas, como por ejemplo que nadie pueda explicar en la universidad física cuántica si no sabe catalán.

En el reciente congreso, el PSC ha perdido una gran oportunidad de reconocer la labor de sus bases, de sus cuadros medios y de algunos de sus líderes. La emigración obrera en Cataluña siempre ha sido la columna y principal sostén para los partidos de izquierda, una emigración cuya lengua principal ha sido el castellano, una emigración que generosamente ha depositado su voto a partidos liderados, normalmente por dirigentes encasillados en la burguesía catalana. El doble lenguaje entre dirigentes catalanistas y sus bases engarzadas culturalmente con otros territorios de España, se ha practicado con acierto y moderación en el PSC, pero al fin y al cabo, el doble lenguaje tiene los días contados (y para muestra el botón de Esquerra). No estoy en contra de la colaboración entre las bases populares y el sector más progresista de la burguesía catalana. Hasta ahora han avanzado unidos. Incluso, con el encumbramiento de Montilla, pareció que al fin se iba a reconocer el papel de los emigrantes, de su cultura no catalana, como motor en la construcción de la actual Cataluña. Por su parte la emigración en Cataluña, hasta ahora nunca se ha planteado utilizar su enorme fuerza para reivindicarse a sí misma. Ha renunciado a figurar, ha adquirido otra lengua, se ha integrado en el proyecto de la nueva Cataluña, ha elevado a uno de sus líderes a la presidencia… y el resultado no puede ser más penoso. El líder abandona toda alusión a su propia lengua y a su cultura, y, con la pasión del neófito, se suma al tópico que suscriben las facciones más reaccionarias del catalanismo: subyugar la ciudadanía a la territorialidad. Seguir con la mentira, ya empachosa por repetida, de la lengua territorial. Renegar de su propia cultura, de la de sus padres, de la de los ciudadanos, olvidar a quienes lo han elevado al poder, abolir de un plumazo sus propias raíces culturales. Justificar en el Parlament, como hizo Montilla, el despido de una intelectual de unos medios de comunicación financiados con los impuestos de todos, incluida esa mitad de castellano-hablante, por utilizar la lengua de esa mitad de hispano-hablantes, que a su vez son mayoritarios votantes del PSC…  En fin, patético, como la propia política.

El president le ha dicho a Zapatero que lo quiere mucho pero a los catalanes mucho más aún. Pues bien, señor Montilla, no nos quiera tanto y respétenos un poquito haciendo memoria histórica. No le costará mucho. Intente recuperar su propio pasado o por lo menos, el de la mayoría de sus votantes.
 


NOTA: En el blog titulado Besos.com se pueden leer los anteriores artículos de José Membrive, clasificados tanto por temas (vivencias, creación, sociedad, labor editorial, autores) como cronológicamente.


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