Reseñas de libros/No ficción
Florencio Domínguez: "Josu Ternera. Una vida en ETA" (La Esfera de los Libros)
Por Rogelio López Blanco, miércoles, 5 de julio de 2006
Si bien es cierto que este libro fue concebido, y en gran parte escrito, antes de la proclamación de la “tregua indefinida” de ETA el pasado 22 de marzo, no puede ser más oportuna la aparición de esta biografía de José Antonio Urriticoechea Bengoechea, alias Josu Ternera, el gran capo de la banda terrorista, quien, según todos los indicios, ha dirigido desde la sombra las negociaciones entre ésta y el gobierno español, y que, con toda probabilidad, será uno de sus interlocutores.
El periodista Florencio Domínguez, director de la Agencia Vasco Press, un gran experto, analista e investigador sobre temas relacionados con el terrorismo nacionalista vasco y la política de Euskadi en general y de quien ya se han comentado aquí algunos de sus libros, reconstruye la trayectoria de Josu Ternera en ETA desde su ingreso hasta casi ayer mismo (el prólogo del libro está firmado el 27 de marzo), en total 38 años de militancia. Pese a lo manido del término, es verdaderamente un “histórico” de la banda, pues de una u otra forma, incluso cuando estaba encarcelado, siempre ha desempeñado papeles relevantes en los más importantes acontecimientos que ha protagonizado el grupo terrorista, desde los atentados más salvajes a los distintos periodos de tregua. En su actual posición de preeminencia ha pesado mucho el hecho de que casi todos los dirigente de su generación hayan fallecido o estuvieran alejados, por una u otra razón (deportación, abandono, enfermedad, etc.) de la cercanía a la cúpula terrorista.
El espléndido trabajo de Domínguez no se ciñe solamente a la figura de Urruticoechea, hubiera sido muy difícil, además de inconveniente, por la cantidad de valiosa información que proporciona sobre la evolución de la banda. Así, a través del seguimiento de su militancia en la organización se puede llegar a conocer con cierta profundidad la propia evolución del grupo terrorista, desde los tiempos de Franco hasta el presente. Y lo que es más, es posible obtener un marco de referencia para analizar por dónde pueden ir las cosas en la actual negociación del gobierno Zapatero con ETA, en la que Ternera será, como ya queda dicho, un interlocutor capital.
Además de su carácter adusto, los lectores no encontrarán muchos datos sobre la personalidad del capo, un tipo al que no le va escribir, excepto un libro de recetas de cocina, y que se ha acostumbrado a actuar desde la sombra, posición a la que ha contribuido el tipo de cargos que ha ido desempeñando en la dirección de la banda. A juicio de Domínguez, destaca por su capacidad de liderazgo, autoridad y ascendencia sobre la mayoría de sus subordinados. Sin embargo, más importantes que las valoraciones sobre dicha personalidad son las acciones que ha protagonizado, sus posiciones y órdenes, todo ello, los hechos, son los elementos que mejor retratan a un individuo y en este orden el dibujo de quién es Josu Ternera queda muy bien perfilado.
A partir de octubre de 1974, se produce un acontecimiento decisivo que afectaría a la carrera de Ternera. ETA de divide en dos ramas, la político-militar (ETA pm) y la militar (ETA m), la minoritaria en personal (30 frente a 200 o 300 militantes), pero la que conserva las armas y la mayor parte de las finanzas, en la que estarán tanto Argala como Urruticoechea
En el inicio de su carrera terrorista, la militancia de Jose Antonio Urruticoechea (Miravalles, Vizcaya, 1950) estuvo muy vinculada a la de uno de los grandes jefes de ETA, José Miguel Beñarán Ordeñana, alias Argala. Se conocieron en 1964, cuando estudiaban en la misma academia, haciéndose amigos y prosiguieron el mismo camino en su formación educativa hasta que la abandonaron cuando, también a la vez, ingresaron en la banda terrorista en 1968. Este fue un año fundamental en la historia de ETA, se produjo el asesinato del guardia civil Pardines a manos de Etxebarrieta, la inmediata muerte de éste y otro atentado muy sonado, el del comisario torturador Melitón Manzanas. La estrategia de acción-represión funcionó a la perfección y el gobierno franquista decretó el estado de excepción, caldo de cultivo perfecto para alimentar el prestigio de la banda y dar plausibilidad a sus tesis sobre la ocupación del País Vasco por la fuerza.
En esta época, Ternera era un militante más, su primera acción, con Argala, fueron unas pintadas en un cementerio (octubre de 1968). Con la escisión de ETA, tras la VI Asamblea de agosto de 1970, ambos terminan formando parte de la facción minoritaria, conformando el núcleo de jóvenes (junto con Chomin Iturbe Abasolo) que rodea al jefe militar de ETA V Asamblea (la rama que sobrevive hasta hoy), Eustaquio Mendizábal (Txikia), ex-seminarista que organiza una ofensiva terrorista de gran envergadura. En esta época, ETA V se ve beneficiada por la reacción social y la conmoción del juicio de Burgos contra la cúpula de ETA capturada en 1969.
En estos años, Josu Ternera vive a caballo entre Francia y el País Vasco, donde está encargado de controlar los comandos de una zona de Guipúzcoa. Es también la etapa de atracos para autofinanciarse, en los que, supuestamente, participa. El más importante de los golpes fue el robo del polvorín de Hernani, en enero de 1972. Pese a las imputaciones judiciales (estaba entre los 13 acusados), que se sepa, en esos momentos estaba en Francia, Urruticoechea no participó en el magnicidio de Carrero Blanco (20 de diciembre de 1973), una operación que recibió el apoyo de miembros del PCE, sin respaldo de la dirección del partido, como Eva Forest. El asesinato de Carrero tuvo un enorme impacto internacional y gran eco propagandístico, más todavía que el juicio de Burgos. El autor descarta la interpretación interesada de Antxon (Eugenio Echebeste) de que esa acción era resultado de un sutil cálculo encaminado a forzar un proceso de democratización del Estado Español a la muerte de Franco. Lo cierto es que el planteamiento inicial había sido secuestrar al almirante y canjearlo por presos etarras, pero ocurrió que el nombramiento de Carrero como jefe de Gobierno en junio del 73 trastocó los planes, al verse reforzada su escolta.
En 1987 los dos jefes máximos de ETA eran Txomin Iturbe y Josu Ternera, cuyo poder era amplísimo. Poco tiempo antes, en noviembre de 1986 se produjo la operación Sokoa, un durísimo golpe con amplias ramificaciones en forma de redadas en Francia y España que dejó tambaleando a ETA, lo que la condujo a un cambio de estrategia: empleo sistemático del coche bomba y concentración de los atentados en Barcelona y, sobre todo, Madrid, centros de decisión del Estado. Es la etapa del mayor atentado de ETA, Hipercor (21 de junio de 1987), y de otros gravísimos como el de la Casa Cuartel de Zaragoza o el de Vic
El 13 de septiembre de 1974 se produjo el primer atentado indiscriminado de la historia de ETA. Fue en la cafetería Rolando de la calle Correo de Madrid. Aquí los terroristas también recibieron el apoyo de la Forest y otros militantes comunistas. Ocasionó 11 muertos y 70 heridos, todos civiles. Nunca fue reivindicado, pero produjo un fuerte convulsión en ETA, hasta el punto que se escindió el Frente Obrero que dio lugar a partido LAIA.
A partir de octubre de 1974, se produce un acontecimiento decisivo que afectaría a la carrera de Ternera. ETA de divide en dos ramas, la político-militar (ETA pm) y la militar (ETA m), la minoritaria en personal (30 frente a 200 o 300 militantes), pero la que conserva las armas y la mayor parte de las finanzas, en la que estarán tanto Argala como Urruticoechea. No había diferencias ideológicas, solo discrepancias sobre la forma de organizarse, aunque la forma de estructuración tiene un gran calado pues Bergareche, alias Pertur, el principal ideólogo del ETA pm, se inclina por la opción de que sea el aparato civil el que se imponga sobre el militar (razón última por la que fue “desaparecido” por sus propios compañeros). Los de ETA m difunden un manifiesto elaborado por Argala donde abogan por separar la actividad militar de la política y sindical, para que estas puedan aprovecharse de una posible situación de legalidad y evitar la represión sobre el aparato militar. El caso es que a finales de 1974 Josu Ternera ya está en la cúpula de la ETA que llegará hasta hoy, junto a Chomin Iturbe y Argala, entre otros. Se establece que la dirección permanezca en Francia, decisión clave que asegurará la continuidad de la banda durante muchos años, justo lo que no le ocurrirá a ETA pm que además se verá afectada por la infiltración de Lobo.
Con la entrada de los comandos especiales (Bereziak) procedentes de ETA pm en ETA m (julio de 1976) se produjo una reorganización de la ejecutiva que culminó en septiembre de 1977, en la que le corresponde a Ternera la responsabilidad de Aparato Internacional. Hasta ese momento había sido el segundo de abordo del jefe militar, Chomin Iturbe. Por esa razón, en el verano de 1976 el biografiado estuvo mes y medio en Argelia recibiendo entrenamiento. En esta época se suceden los contactos del gobierno Suárez con las dos ramas de ETA a fin de buscar fórmulas para acabar con el terrorismo, además de las concesiones en forma de indulto, primero, y más adelante la amnistía total (el 9 de diciembre de 1979 el último etarra abandonaba la cárcel), razón por la cual Urruticoechea queda libre de toda deuda con la justicia. Este hecho, junto con su dedicación al Aparato Internacional y su proverbial astucia para mantenerse en la sombra, han creado serios problemas para que la justicia española pudiera llegar a probar la culpabilidad del que ha sido el mayor responsable, de forma individual o compartida, de los asesinatos de la banda (más de 600). Los acercamientos del gobierno de la época fueron infructuosos, ETA rechazaba la Constitución y, sobre todo, el estatuto de Guernica, ya que debilitaba la coartada de la banda para emplear métodos violentos.
La incorporación de los Bereziak, la disponibilidad casi ilimitada de recursos humanos y materiales, la preparación y la voluntad política hacen que desde fines de 1977 ETA m pueda poner un comando en la calle cada once días, lo que se traduce en docenas de víctimas cada año. Al tiempo, la estructura de la organización, con una dirección que durará dos décadas, el carácter estanco del aparato militar, la separación de los comandos clandestinos de los ilegales y los mecanismos centralizados de dirección permitirán el mantenimiento del ritmo criminal y la fuerza de presión de la banda sobre la política española, particularmente cuando empiecen a actuar contra el colectivo de oficiales de las Fuerzas Armadas, intentando provocar un golpe de Estado. El último factor, quizá el más relevante, es el pacto tácito con el Estado francés que permite a ETA mantener un santuario que perdurará hasta 1984, durante toda la presidencia de ese “gran amigo” de España que es Valéry Giscard d´Estaing y los tres primeros años de Miterrand.
Josu Muguruza había redactado para el máximo capo etarra un documento (1986) sobre la estrategia para la negociación con el Estado. Su contenido es muy ilustrativo dados los tiempos que hoy corren: se concibe la negociación a la vez como objetivo y como método político , la Alternativa KAS (autodeterminación, territorialidad y amnistía presos) debería ser aceptada en bloque por el gobierno y sólo se negocia su aplicación a cambio del alto el fuego, sin entrega de armas
Hacia 1984, Josu Ternera disputa de segundo de la Oficina Política a Etxebeste, logrando para sí el seguimiento y control de Herri Batasuna, a través fundamentalmente de la coordinadora KAS (en la que estaban representadas todas las organizaciones del autodenominado Movimiento Nacional de Liberación Vasco). Finalmente, queda al frente del Aparato Político cuando, en julio de 1984, Echebeste es detenido. Aquí comienza el tramo final del ascenso de Urruticoechea, ahora controla el Aparato Político, el Internacional y el de Finanzas.
Desde el Aparato Internacional, Josu Ternera crea una amplia red de relaciones de las que da cuenta Florencio Domínguez, en uno de los más jugosos capítulos de libro. En especial destaca la colaboración con organizaciones y gobiernos amigos de América Latina: Cuba, sandinistas, guerrilla salvadoreña (Frente Farabundo Martí), el MIR chileno (que colaboró en el secuestro de Revilla), el narcoterrorismo representado por las FARC y hasta aparecen relaciones poco claras con el narcotraficante Escobar, cuya gente fue adiestrada en la técnica del coche-bomba. Latinoamérica era clave para ETA, allí podían residir los etarras que ya no deseaban continuar en activo, se obtenía apoyo internacional y era lugar para reponer fuerzas. Pero las redes de Ternera no se limitan a ese continente, también se mantuvieron relaciones con el Frente Popular para la Liberación de Palestina, con los que se entrenaron en los campos de Yemen en 1980 y Argelia en 1984. También hubo contactos con Gadafi y se le ofreció colaboración con Carlos, el Chacal, que, en principio, fue rechazada. Señala el autor que queda mucho por investigar en este aspecto de las relaciones internacionales de la banda terrorista.
En 1984 tiene lugar uno de los errores estratégicos más graves de la banda cuando rechaza la mediación francesa, algo en lo que tuvo mucha responsabilidad Ternera. El desprecio supuso el fin del santuario que ETA tenía en territorio francés, comenzaron las detenciones, luego las extradiciones y, por último, las entregas de policía a policía en la frontera (1986).
Tras la detención de Iturbe, en abril de 1986 (y más tras su muerte, en febrero de 1987), Urruticoechea ya era el jefe indiscutible de ETA
En 1987 los dos jefes máximos de ETA eran Txomin Iturbe y Josu Ternera, cuyo poder era amplísimo. Poco tiempo antes, en noviembre de 1986 se produjo la operación Sokoa, un durísimo golpe con amplias ramificaciones en forma de redadas en Francia y España que dejó tambaleando a ETA, lo que la condujo a un cambio de estrategia: empleo sistemático del coche bomba y concentración de los atentados en Barcelona y, sobre todo, Madrid, centros de decisión del Estado. Es la etapa del mayor atentado de ETA, Hipercor (21 de junio de 1987), y de otros gravísimos como el de la Casa Cuartel de Zaragoza o el de Vic. No hay que olvidar el hecho de que los contactos con el gobierno socialista de cara a una negociación animaban a ETA a efectuar demostraciones de fuerza tanto antes como después de los mismos para presionar a las autoridades. En esta época, Josu Muguruza había redactado para el máximo capo etarra un documento (1986) sobre la estrategia para la negociación con el Estado. Su contenido es muy ilustrativo dados los tiempos que hoy corren: se concibe la negociación a la vez como objetivo y como método político (ojo al dato), la Alternativa KAS (autodeterminación, territorialidad y amnistía presos) debería ser aceptada en bloque por el gobierno y sólo se negocia su aplicación a cambio del alto el fuego, sin entrega de armas. Queda muy clara la relación entre los grandes atentados y las negociaciones en Argel, una percepción que los terrorista tardaron en abandonar (si es que lo han hecho del todo).
Tras la detención de Iturbe, en abril de 1986 (y más tras su muerte, en febrero de 1987), Urruticoechea ya era el jefe indiscutible de ETA. Mantenía contactos con el PNV y EA, donde tenía confidentes pagados. También controlaba estrechamente al entorno político de la banda a través de la dirección del partido HASI, columna vertebral de HB, y de la coordinadora KAS.
Otro capítulo muy interesante es el de las discrepancias internas respecto al liderazgo de Urruticoechea que se cifraron en las gestiones de los abogados etarras Esnaola y Fandó, es decir, la gente de Iturbe, como el etarra Azcoiti. Hay un punto oscuro que destaca Florencio Domínguez: que los representantes del gobierno llegaron a tratar con los abogados de ETA sobre la conveniencia de que Ternera fuera detenido (en el libro se transcriben conversaciones que no tienen desperdicio). El caso es que éste pretendía controlar a distancia las nuevas conversaciones de Argel (1989), por lo que anunció una tregua de dos semanas el 8 de enero, pero no le dio tiempo a mucho más pues el día 11 era detenido en las afueras de Bayona, a los 38 años, con 21 de ellos de actividad en ETA. El balance era de más de 600 asesinatos. La documentación que se le incautó confirma el control absoluto sobre el entramado legal (HB, LAB, Jarrai, Gestoras, presos, prensa, etc.) y todos los contactos con organizaciones exteriores simpatizantes.
A Ternera le caen 10 años de prisión, la mayor pena posible para las acusaciones que se formulaban. Pese a su apartamiento de la primera línea, cada vez que se plantean contactos o negociaciones con el gobierno español, la banda exige la presencia, junto a otros, de Urruticoechea en la mesa. En esta etapa prosiguen dichos contactos, factor que alimenta las expectativas de la banda, se ensaya la vía Azcoiti y se debate sobre el fin de la vía armada sin éxito.
Tras cuatro años de prisión preventiva, en enero de 2000 el Tribunal Supremo puso en libertad al capo al considerar que ya había cumplido condena en Francia por los mismos delitos que se le imputaban en España. Así comenzó la vida pública de Ternera, quien se dedica intensamente en el año 2000 a Herri Batasuna y en septiembre se convierte en el máximo responsable de EKIN (la antigua coordinadora KAS), la oficina política de ETA en España. Es decir, vuelve a estar al mando
La vida de Ternera da un nuevo giro en 1996, cuando en mayo es expulsado a España, el mismo día que Mayor Oreja asume la jefatura del Ministerio del Interior. El año anterior había sido el de la reformulación del programa de ETA, la Alternativa Democrática (abril de 1995), prácticamente lo mismo que la Alternativa KAS, es decir, autodeterminación, unidad territorial y presos a la calle y, con la llegada del PP al poder, que se cierra en banda a la política de intentar negociar, se implanta una nueva estrategia, se sustituye la de negociar con el gobierno por el acuerdo entre los nacionalistas vascos de todas las tendencias para avanzar hacia la independencia por la vía de los hechos. Esto se acompaña por la intensificación del terrorismo callejero y el asesinato de los dirigentes del PP y PSOE (“socialización de la violencia”).
La reacción de Ermua, tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco (julio 1997) provoca el miedo del PNV a que el nacionalismo se vea desbordado y decide llegar a un acuerdo secreto con ETA en agosto de 1998, lo que exige romper con el PSOE (y PP), planteamiento formalizado en el Pacto de Estella (septiembre de 1998) acompañado de un alto el fuego que es interpretado de distinto modo por ETA-HB y PNV-EA. Para los primeros no es más que un paso para superar la lucha armada como instrumento para la construcción nacional al ser sustituido por el frente nacionalista que impondrá la independencia por la vía de los hechos. Los otros juegan con la ambigüedad del alto el fuego como anticipo de la paz que ellos han traído haciendo bajar del monte a los terroristas, salvando así al nacionalismo de la crisis que supuso el espíritu de Ermua.
Sin embargo, las sucesivas elecciones, autonómicas, municipales y europeas, no cumplieron las expectativas de PNV y EA, perdieron votos en beneficio del brazo político de ETA, además de la provincia alavesa y capitales como San Sebastián y Alava. ETA empezó a desconfiar del “compromiso” de los partidos moderados con el frente nacionalista y de sus arrestos para crear instituciones alternativas, despreciando el sistema legal y el marco político estatutario y constitucional y forzó una propuesta para que PNV y EA se decantaran por crear un Parlamento de Euskal Herria y no presentarse a las elecciones legislativas de marzo de 2000. La iniciativa fue rechazada y se rompió el pacto de Estella y, con él, la tregua (28 de noviembre de 1999). Retornaron los asesinatos en enero de 2000, año en que llega a matar a 25 personas.
Al cabo de dos años de rumores sobre su paradero y salud, reaparece en la reunión de Perpiñán (2 de enero de 2004) con Carod-Rovira, junto a Mikel Antza, lo que demuestra su vuelta a la cúpula etarra
En este período, Urruticoechea obtuvo un escaño en el Parlamento vasco en las elecciones de octubre de 1998. Y, tras cuatro años de prisión preventiva, en enero de 2000 el Tribunal Supremo puso en libertad al capo al considerar que ya había cumplido condena en Francia por los mismos delitos que se le imputaban en España. Así comenzó la vida pública de Ternera, quien se dedica intensamente en el año 2000 a Herri Batasuna y en septiembre se convierte en el máximo responsable de EKIN (la antigua coordinadora KAS), la oficina política de ETA en España. Es decir, vuelve a estar al mando. En 2001 renueva su escaño en las elecciones autonómicas. Pero las cosas se tuercen con el sumario de Garzón por el atentado de la casa-cuartel de Zaragoza (11 de diciembre de 1987, con 11 muertos, cinco de ellos niños). La investigación demuestra la plena responsabilidad de Ternera en el acto terrorista, dio órdenes, facilitó medios, información y contribuyó a elegir el objetivo. Cuando es reclamado para tomarle declaración, el 6 de noviembre de 2002, vuelve a la clandestinidad.
Al cabo de dos años de rumores sobre su paradero y salud, reaparece en la reunión de Perpiñán (2 de enero de 2004) con Carod-Rovira, junto a Mikel Antza, lo que demuestra su vuelta a la cúpula etarra. Pese al golpe maestro de la tregua para Cataluña, la banda es acosada sin tregua por las fuerzas de seguridad españolas y francesas. Presos significados, como el grupo de seis encabezado por Pakito (Múgica Garmendia), dan un paso al frente pidiendo el abandono de las armas por lo que consideran una derrota en toda la línea (2004). Comienza una fase en la que ETA busca la mediación internacional.
Ante esta situación el autor se plantea, al final de libro, una pregunta que queda en el aire de este cálido verano: “¿La tregua de ETA (22 de marzo) es el primer paso hacia el abandono de las armas o es solo una maniobra para intentar superar una situación difícil y, al mismo tiempo, tratar de avanzar hacia la autodeterminación que siempre ha reclamado la banda?