Reseñas de libros/No ficción
Carmen Gurruchaga: "El fin de ETA" (Planeta, 2006) y Carlos Fonseca: "Negociar con ETA" (Temas de Hoy, 2006)
Por Rogelio López Blanco, martes, 31 de octubre de 2006
En estos momentos el panorama político español está en buena parte determinado por los contactos encaminados al intento de establecer la normalización democrática en el País Vasco con la definitiva erradicación del terrorismo. Los libros de los periodistas Carmen Gurruchaga y Carlos Fonseca abordan este proceso, pero la primera vuelca la totalidad de su obra sobre éste, mientras que el segundo proporciona unos interesantes antecedentes antes de tratar brevemente la actual situación.
Gurruchaga expone los datos y conclusiones a las que ha llegado tras una ardua investigación en la que los contactos personales y la investigación periodística han sido fundamentales. Como buena y profesional que es, separa perfectamente los datos de las opiniones para que el lector juzgue por sí mismo, pero las fuentes apenas son citadas. Algo lógico si se tiene en cuenta la materia que trata y la necesaria confidencialidad que ha de mantener respecto a sus informantes, con lo cual la fiabilidad de su indagación se basa, por un lado, en una trayectoria profesional que la acredita y, por otro, en la circunstancia de si los hechos dan la razón o no a las interpretaciones que establece. Y, salvo algún desliz o abuso en el juicio de intenciones, lo cierto es que esos hechos parecen darle la razón.
Efectivamente, la impresión general de los analistas críticos, partida por el común denominador de la esperanza, de que el gobierno de Zapatero está forzando la máquina y de que se ha comprometido en demasía con las demandas políticas los terroristas, como interpreta por su lado la autora, parece que se están confirmando. Gurruchaga pone de relieve en sus averiguaciones, además, cómo los contactos socialistas con el entorno etarra se remontan a los años en los que Zapatero hacía gala de fidelidad al gobierno del Partido Popular. Su conclusión es muy pesimista y desalentadora en cuanto a la consecución del final del terrorismo. El trabajo de la periodista es fundamental para entender lo que ha pasado en los últimos años.
La polémica está servida si uno se plantea si fueron una pérdida de tiempo o, peor, si esos intentos en buscar vías de diálogo constituyeron un modelo de actuación contraproducente al incentivar la acción terrorista de la banda para reforzar su posición ante una negociación que todo el mundo daba por supuesto
El libro de Fonseca es una reedición del publicado por la misma editorial en 1996, aunque corregido y ampliado. Se centra en la etapa de contactos con el terrorismo vasco después de las fracasadas negociaciones de Argel, abril de 1989, hasta los últimos intentos del equipo de Juan Alberto Belloch en 1996, salta el periodo de gobierno presidido por Aznar, y retoma el hilo brevemente para dar cuenta de la etapa actual que cierra con la declaración de ETA de tregua indefinida anunciada el 22 de marzo. La principal pega es que al no recoger la labor antiterrorista desarrollada por los gobiernos populares, se pierde la perspectiva de las causas que llevan a los terroristas a buscar lo que ellos denominan el “proceso de paz”. A este respecto, no está de más volver a subrayar que la ausencia de atentados mortales comenzó un año antes de que Zapatero llegara al poder. También destacan las propias declaraciones de Otegui, que Fonseca recoge, de que: “Con un Estado que plantea permanentemente la guerra y una estrategia de aniquilación, poco sentido tenía extender la mano”, refiriéndose a que si el PP hubiese ganado las elecciones de 2004 “...nosotros teníamos claro que no presentábamos esa alternativa”.
En cualquier caso, los detalles que proporciona, la calidad de las fuentes y testimonios que recoge y la exhaustividad y riqueza de la descripción del período que va de 1989 a 1996, dan como resultado un libro de gran atractivo para aquellos interesados en hacerse una idea cabal de los intentos de establecer contacto con la banda por parte del gobierno, del enorme interés de ésta por obtenerlos, de las distintas vías empleadas (Santo Domingo, “Azcoiti”, Benegas, Pérez Esquivel, etc.) y de las circunstancias, unas políticas, otras anecdóticas, horripilantes las que más, que influyeron en el curso de los acontecimientos en esos años.
La polémica está servida si uno se plantea si fueron una pérdida de tiempo o, peor, si esos intentos en buscar vías de diálogo constituyeron un modelo de actuación contraproducente al incentivar la acción terrorista de la banda para reforzar su posición ante una negociación que todo el mundo daba por supuesto. La valoración, de todos modos, no puede ser tajante, no existía la perspectiva que tenemos hoy, justo lo que hace con toda justificación Carmen Gurruchaga en su obra, pues el tiempo no puede pasar en vano ante la obra del terror y el totalitarismo. En aquellos tiempo el mito de la invencibilidad de ETA era un lugar común y ahora ya no es así. A cada uno lo suyo.