Juan Antonio González Fuentes
Conozco a Vicente Gutiérrez Escudero desde hace ya muchos años, tantos, que casi podría escribir un libro con los acontecimientos, sucesos y personas que han pasado ya por nuestras respectivas vidas. Y sin embargo, Vicente es un hombre joven, así que caigo ahora en la cuenta de que cuando lo conocí él debía ser poco más que un niño, y el joven, claro, debía serlo yo.
Vicente fue un niño prodigio, digámoslo sin levantar mucho la voz, pero tampoco sin bajarla en exceso. Si miro hacia atrás no puedo creer que a Vicente le haya dado tiempo a hacer todo lo que ya ha hecho a sus un tanto despistados 32 años. Ha publicado cuatro libros de poemas; ha ganado casi todos los premios poéticos más importantes que se conceden en Cantabria; ha coordinado y editado junto a Alberto Santamaría la principal antología de poesía joven cántabra reciente, Humus; ha sacado a la calle dos revistas de poesía de muy efímera existencia (Águeda y Siamés); ha editado también una colección de plaquettes poéticas; ha sido uno de los principales revitalizadores de las lecturas poéticas en cafés y locales nocturnos de toda la región de Cantabria; ha abrazado la vieja causa del surrealismo militante; ha creado grupos de intervención poética inmediata; ha estado involucrado en la edición de fanzines y publicaciones alternativas; escribe relatos y práctica el poco frecuentado género de la poesía visual; y además, para colmo, es columnista de El Mundo en su edición regional, se ha convertido en matemático de Carrera, sobrevive dando clases de Matemáticas en el Centro de Adultos de Santander, y le he conocido ya varias novias.
Vicente Gutiérrez
Vicente, hace ya bastante tiempo, viajó hasta Rumanía para estudiar matemáticas gracias a una beca Erasmus. Estuvo, si no me engaña la memoria, en la Universidad de Timisoara, y esa estancia rumana impregna buena parte de su última poesía. En aquel tiempo Vicente también viajó hasta Transilvania, la tierra natal del conde Drácula, Vlad “el empalador”. Y ahora, en mi fuero interno, creo entender la razón de aquel viaje: Vicente Gutiérrez es un vampiro. Un vampiro surrealista cuya verdadera edad debe rondar poco más o menos los trescientos años. Por eso le ha dado tiempo a hacer tantas cosas, por eso su poesía atesora una ingenua sabiduría, por eso es uno de nuestros principales jóvenes poetas, por eso, porque en realidad Vicente es un viejo vampiro disfrazado de joven poeta dispuesto a apurar la sangre de lo que palpita a su lado.
El poeta vampiro hace tiempo se lanzó a editar una revista, Anémona, publicación en forma de dos hojas volanderas de tamaño periódico que, imitando a algunas otras publicaciones que por el mundo deambulan, ofrece poemas, artículos, relatos, dibujos y demás aparatos de naturaleza literaria. En este esfuerzo de Vicente en el mundo de la modesta militancia poética, le secundan gentes que no son del todo mala compañía, entre los que puede citarse a Jorge Riechmann, Alberto Santamaría o Ildefonso Rodríguez.
Entre poetas, vampiros y anémonas se está desarrollando el juego.
Últimas colaboraciones de Juan Antonio González Fuentes en Ojos de Papel:
-LIBRO: Jesús Pardo, Borrón y cuenta vieja (RBA Libros, 2009)
NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.