Juan Antonio González Fuentes
Desde hace poco más de 100 días tenemos nuevo emperador, un emperador con sangre africana corriendo por sus venas, y de nombre Barack Obama. No sé con qué motivo, quizá el cumplimiento de sus 100 días de mandato, lo cierto es que estos días se nos ha contado cuáles son los gustos principales del emperador en materia musical y cinematográfica.
En lo referente a la música las preferencias de Obama se decantan claramente por Bob Dylan, y más concretamente por las canciones y álbumes del judío de Minnesota grabados durante la convulsa etapa central de los años 1960, la etapa de las protestas y el another side, la de la gran controversia en torno al uso en los nuevos temas de instrumentos eléctricos. En otras palabras, la etapa en la cual Robert Allen Zimmerman (Bob Dylan, y el Dylan en homenaje al poeta galés Dylan Thomas) se convirtió en un cronista solvente y muy seguido por los jóvenes de los grandes conflictos estadounidenses del momento (guerra fría, desarrollo del armamento nuclear, Cuba, Vietnam....). El Dylan autor de algunos de los himnos esenciales antibélicos y en pro de los derechos civiles de la juventud norteamericana que hoy ronda los setenta años de edad.
También le gustan a Obama, según ha declarado a la mítica revista Rolling Stone, las canciones de Stevie Wonder, las de Bruce Sprignsteen, los blues desgarrados y poderosos del enorme Howlin’ Woolf, grupos como Earth, Wind and Fire, raperos del pelo de Jay-Z, y cantantes bastante más refitoleras y productos de cuidadoso marketing como Sheryl Crow.
En cuanto al cine las preferencias del emperador no podían ser ni más americanas ni más enmarcadas en un clasicismo blanco y de bueno tono, con algunas gotas decorosas de llevadero progresismo incuestionable. ¿Actores? James Stewart, Meryl Streep, Humphrey Bogart, o Spencer Tracy, ese monstruo de la interpretación que en pantalla permitió que su hija wasp se desposara con el correctísimo Sidney Poitier, y que en la fordiana El último Hurra, clavo a un político chanchullero pero adorable en el que quizá Obama se vea así mismo reflejado.
¿Qué películas se llevaría en dvd Obama a una isla desierta? Pues según propia confesión al menos cuatro: Casablanca, Alguien voló sobre el nido del cuco y las dos primeras entregas de El Padrino. Así a vuela pluma me vienen a la mente algunas curiosidades que quizá tengan algún interés. Cuatro películas y tres directores: un norteamericano de inmediato origen italiano (Francis Ford Coppola), un húngaro (Michael Curtiz, nacido en Budapest en 1886 como Mano Kerstez Kaminer), y un checo (Milos Forman, venido al mundo en 1932 en Cáslav como Jan Tomás Forman), es decir, tres artistas con robustas historias de emigración a sus espaldas.
Primeros minutos de El padrino (I), de Francis Ford Coppola (vídeo colgado en YouTube por PeliMafia)
¿Y las películas? Dos protagonizadas de principio a fin, de arriba a abajo, por la mafia y la familia, o mejor dicho, por una familia mafiosa. En El Padrino I y II (deja a un lado, como casi todo el mundo la III, que a mí, por ejemplo, me encanta) hay asesinatos, robos, extorsiones, latrocinios..., y también familia, mucha familia: padres, hermanos, primos..., y de fondo el origen, Italia, Sicilia, el pueblo de Corleone.
Casablanca es una película protagonizada por un héroe americano de libro en un país árabe (qué curioso, no). Rick (Bogart) es un tipo políticamente incorrecto incluso para los años 1940, pero al final se comporta con decencia, valentía, honor, y un palpable espíritu de sacrificio, características que están presenten en muchos de los prototipos cinematográficos de los norteamericanos metidos a héroes. Para colmo, Rick, él sólo, se enfrenta a los nazis, a los fascistas, a los asesinos de la libertad y la decencia.
Por último, la historia de Alguien voló sobre el nido del cuco transcurre en un manicomio, en una casa para locos en la que el loco protagonista tiene sueños, ideales, ilusiones..., que no deja que nadie le arrebate, ni el sistema, ni el resto de locos, ni los ¿cuerdos? facultativos del sanatorio.
La escena de película que prefiere Barack Obama por encima de todas es la del comienzo de la primera parte de El Padrino. Recordemos. Un empresario de pompas fúnebres se dirige ceremoniosamente ante el Padrino, don Vito Corleone (encarnado por Marlon Brando), para solicitarle un favor. El padrino deja que se acerque, que le solicite el favor, y le responde algo así como “Me faltaste al respeto, lo sabes, y ahora vienes a mí, pidiéndome un favor”. La escena finaliza con don Vito accediendo a hacer el favor al descarriado y dejándose besar la mano por él.
Estos son, según parece, los gustos de nuestro emperador. Le encandila preferentemente la canción protesta y los blues. Le gustan los grandes actores con fama de comprometidos políticamente hablando o de patriotas. Le encandilan las películas de la mafia, de locos, y de héroes estadounidenses descreídos pero honorables involucrados en aventuras exóticas. Y la escena que más le gusta de toda la historia del cine es una protagonizada por un capo mafioso en la que le perdona la vida a alguien que le ofendió a cambio de fidelidad y sumisión absolutas.
Si yo fuese Zapatero, ya estaría tomando nota.
Últimas colaboraciones de Juan Antonio González Fuentes en Ojos de Papel:
-LIBRO: Philip Roth, Indignación (Mondadori, 2009))
-CINE: Kevin Macdonald, La sombra del poder (2009)