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viernes, 27 de febrero de 2009
Los “gallos” de Plácido Domingo
Autor: Juan Antonio González Fuentes - Lecturas[10320] Comentarios[0]
Faust no sólo fue mi primer papel francés, sino el primero que canté en Tel Aviv, con Marta en el papel de Margarita. Pobre Marta, hay que ver todo lo que tuvo que soportar. ¡Un calvario! La voz se me quebraba sin cesar. No sólo en el do agudo del final de ‘Salut demeure’ sino también en el sí de la Kermesse ‘Je t’aime, je t’aime, je t’aime’ y de pronto ¡bang! me salió un enorme gallo. Ella ya estaba nerviosa por su propia aria, pero antes vino la mía ‘Salut demeure’. ¡Otro más!


Juan Antonio González Fuentes 

Juan Antonio González Fuentes

Ayer, a media tarde, tuve reunión del consejo científico de la revista del Museo de Bellas Artes de Santander, Trasdós. Como tenía algo de tiempo, me acerqué hasta la más cercana sede de la más grande y mejor surtida librería de la ciudad. Hacía meses que no recorría las estanterías de ese comercio, pues hace ya años que cambié de librería de cabecera por estrictos motivos personales, pero he de reconocer que el establecimiento es espectacular y está magníficamente surtido, sobre todo si tenemos en cuenta la modestia de las proporciones de la ciudad.

Recorrí maravillado las largas filas de estanterías atestadas de libros, los distintos espacios en los que está dividido el comercio, sus diferentes pisos, y como un niño goloso al que se le deja deambular a su aire por una gran pastelería, sentí la necesidad imperiosa de hacerme con algún ejemplar de los allí expuestos. Paseé por la sección de pensamiento, por la de poesía, por la de memorias y autobiografías, por la inmensa de libros de bolsillo, por la de clásicos, por la de cine y artes visuales, por la de música… Y en esta última, en las pobladas baldas atestadas de mamotretos sobre la historia de la ópera, me topé con un ejemplar un poco maltratado de un libro que en su día, hace casi una década, no pude adquirir por lo que entonces me pareció un elevado precio.

Helena Matheopoulos: Plácido Domingo, mis personajes, mi vida (Ma Non Troppo, Barcelona, 2001)

Helena Matheopoulos: Plácido Domingo, mis personajes, mi vida (Ma Non Troppo, Barcelona, 2001)

Se trataba del libro de Helena Matheopoulos, Plácido Domingo, mis personajes, mi vida (Ma Non Troppo, Barcelona, 2001), un acercamiento muy particular a la vida y la obra del gran tenor madrileño, pues es él quien cuenta, reflexionando sobre muchos de los personajes por él interpretados a lo largo de su extensa y prodigiosa carrera, sus recuerdos de todo tipo, las condiciones de su canto, sus características tenoriles, sus relaciones con teatros y compañeros, etc…

El libro no sólo me pareció interesante para un aficionado a la ópera y un devoto como yo de Plácido Domingo, es que además estaba a muy bien de precio, sobre todo teniendo en cuenta además que se trataba de una edición con tapas duras, muchas fotografías, sobre cubierta en color… Lo adquirí y marché a la reunión revisteril contento como un niño con zapatos nuevos, y deseando llegar a casa para empezar su lectura.

Hasta más allá de las dos de la madrugada estuve leyendo los recuerdos y opiniones de Plácido Domingo al socaire de su análisis de personajes como Alfredo (Traviata), Danilo (La viuda alegre), Don José (Carmen), Edgardo (Lucia di Lammermoor), y otros de sus principales papeles en escena. Las páginas de Matheopoulos tienen bastante de entregada (casi arrobada) hagiografía, pero lo que no tiene discusión posible es que las opiniones transcritas de Plácido no sólo entrañan un enorme interés, es que constituyen en sí mismas una sensata, sincera y ponderada lección de ópera de primera, primerísima mano.



Dueto de Plácido Domingo y Hei-Kyung Hong del Fausto de Chrales Gounod (vídeo colgado en YouTUbe por wansob)

Como muestra un botón. Se trata de lo que cuenta el gran tenor sobre Fausto, su primer papel del repertorio francés. Cuenta el tenor madrileño:

Faust no sólo fue mi primer papel francés, sino el primero que canté en Tel Aviv (marzo de 1963), con Marta (su actual mujer) en el papel de Margarita. Pobre Marta, hay que ve todo lo que tuvo que soportar. ¡Un calvario! La voz se me quebraba sin cesar. No sólo en el do agudo del final de ‘Salut demeure’ sino también en el sí de la Kermesse ‘Je t’aime, je t’aime, je t’aime’ y de pronto ¡bang! me salió un enorme gallo. Ella ya estaba nerviosa por su propia aria, pero antes vino la mía ‘Salut demeure’. ¡Otro más!

Estaba tan abatido, tan descorazonado que a la avanzada edad de veintidós años, tomé la decisión irrevocable de abandonar la carrera, porque no me creía capaz de cantar. Imagina que, cuando las críticas salieron, dos días después de la actuación, el crítico del periódico más importante de la ciudad, que siempre censuraba y se regocijaba en buscar defectos, escribió que había cantado el papel con una bella línea, un sonido precioso desde el principio hasta el final. Proseguía diciendo que yo era una promesa como tenor, y que tenía por delante una prometedora carrera de estrella. Para mi gran sorpresa, no decía ni una sola palabra de los gallos. Me pareció milagroso. Lo vi como una señal del cielo, diciéndome que debía continuar mi carrera de cantante. Fue un aliciente para que continuara trabajando para llegar a dominar mejor mi técnica. ¿De haber tenido malas críticas hubiera abandonado mi carrera? ¡No! Esas cosas deprimen por un día o dos, pero luego pasan. Debo admitir que nunca, nunca, en toda mi carrera, volví a pasar un momento tan embarazoso. En los años siguientes, hasta fines de los años sesenta, tuve algún que otro problema similar. De hecho, todos los tenores los tienen, de vez en cuando. Pero aquellos gallos nunca fueron tan evidentes, ni tan obvios, ni tan espontáneos, como los de Faust. De ahí en adelante me volví más cuidadoso. Pero aquella primera noche no estaba preparado para esas complicaciones, que aparecieron de repente. Me sentí como quien camina sobre una cuerda floja sin una red debajo. Fue después de Faust cuando comencé a trabajar con seriedad mi técnica vocal”.

Creo que estos breves párrafos dan una idea no sólo del interés verdadero del libro, sino también del valor del personaje Plácido Domingo, de su sinceridad artística, y subrayan dos cuestiones importantes: el ánimo que todo joven artista debe tener en sus comienzos, por muy mal que se den en un principio las cosas, y el tipo de críticos o juzgadores de esfuerzos ajenos con los que un artista puede toparse, para bien o para mal, a lo largo de su carrera. Les dejo, voy a seguir un rato leyendo.

***


Última reseña de Juan Antonio González Fuentes en Ojos de Papel:

-Guillerno Cabrera Infante: La ninfa inconstante (Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores, 2008)


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