Juan Antonio González Fuentes
La lectura en los periódicos de la muerte de Rauschenberg en su casa de la isla de Captiva en Florida a los 82 años, me coge leyendo estos días un libro sobre arte y artistas. Rauschenberg construyó, junto a Jasper Johns y sus banderas, los cimientos del arte sobre los que no mucho más tarde trabajaron Liechtenstein y esa fábrica de sí mismo y de dinero que fue Andy Warhol. Ninguno de estos nombres aparece, de momento, en el libro al que me refiero: Mi historia de amor con el arte moderno (Secretos de una vida entre artistas) (Turner y Fondo de Cultura Económica, 2007), de Katherine Kuh.
Nuestra autora vino al mundo en el año 1904 y creo su célebre galería de arte en Chicago en 1935, mientras Al Capone “disfrutaba” de una estancia en Alcatraz a cuenta del Estado y se le diagnosticaba un comienzo de demencia, tal vez a causa de una sífilis sin tratar. Kuh, como conservadora, pasó dieciséis años de vida vinculada al Instituto de Arte de Chicago, años que coincidieron en el tiempo con los de la consolidación de dicha institución como una de los museos de arte más importantes de todo el mundo. Como crítica de arte Kuh ejerció en el Saturday Review, donde realizó un retrato muy preciso de varias décadas de arte contemporáneo. Si resumimos su figura en una sola línea, tendremos que Katherine Kuh, cuando murió en 1994, había sido galerista, conservadora, coleccionista y crítica de arte. Todas las facetas desarrolladas a un nivel más que estimable, y en no pocas ocasiones francamente subrayable.
Katherine Kuh: Mi historia de amor con el arte moderno (Turner y Fondo de Cultura Económica, 2007)
Esta historia de amor con el arte contemporáneo es una autobiografía. Y como tal, Kuh narra el privilegio de haber sido amiga de muy diversos artistas que en nuestros días tienen sus nombres inscritos con letras de molde en las páginas de la modernidad artística.
Por esta historia de amor deambulan arquitectos (Mies van der Rohe...), pintores (Rotko, Léger, Hopper...), escultores (Brancusi...), políticos y personal directivo de museos, galerías y otras instituciones relacionadas con el arte, y muchos intelectuales y personajes del entramado artístico europeo y americano de las décadas centrales del siglo XX.
Katherine Kuh los conoció como amiga y como profesional del arte. Fue testigo directo de sus avances y retrocesos, de sus ideas y venidas, de sus dimes y diretes. Todo, o casi todo, lo vio y lo fue apuntando, pues enseguida supo que algún día contaría toda esa vida en forma de libro. El libro ya está aquí, entre nosotros. No defrauda, está escrito con amenidad y sabiduría. Me está resultando delicioso. Páginas entretenidas y de altura para disfrutar este verano, por ejemplo, oyendo el rumor del mar cercano y sintiendo la luz del sol iluminar nuestra lectura y nuestros días de asueto.
NOTA: En el blog titulado
El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de
Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.