Juan Antonio González Fuentes
Un ballo in maschera (
Un baile de máscaras), es probablemente la ópera de
Verdi que más problemas tuvo con la censura. Estrenada en 1859, seis años después de
La Traviata, la censura impidió su primera representación en Nápoles, por lo que Roma acogió la premier después de que la censura vaticana también metiese mano al libreto.
La ópera pone en escena la muerte de un monarca, lo que en la época era absolutamente impensable tras los sucesos de la revolución francesa y los constantes acontecimientos revolucionarios de la primera mitad del siglo XIX en toda Europa.
Un ballo in maschera (Verdi) en el World Trade Center con Mickey Mouse
La ópera se inspira en un hecho real, la muerte del
rey Gustavo III de Suecia, pero
Verdi se vio obligado a trasladar los acontecimientos a Norteamérica, más concretamente a Boston, convirtiendo al monarca en el gobernador de las colonias americanas. El autor del libreto fue el escritor
Antonio Somma, quien se basó en la obra teatral de
Eugène Scribe Gustave III ou Le Bal masqué. Antes que Verdi, pero con mucha menos fortuna, llevaron a la ópera el mismo tema compositores como
Mercadante o
Auber. En nuestros días no es infrecuente que
Un ballo se represente en su versión original, es decir, haciendo del tenor protagonista, Riccardo, un rey y no un gobernador en Boston.
Desconozco si la versión que de
Un ballo se estrenó este pasado fin de semana en Erfurt, capital de Turingia, está protagonizada por un rey o un gobernador, pero creo que tal detalle no debe tener mucha importancia en el planteamiento de la ópera llevado a cabo por el austriaco
Johann Kresnik, otro
enfant terrible, como nuestro
Calixto Bieito, de las puestas en escena operísticas de la actualidad.
Para la ocasión, y según narran las crónicas, Kresnik ha desarrollado la acción nada más y nada menos que en mismo centro de la zona cero neoyorkina. El decorado muestra las humeantes ruinas del World Trade Center, entre las que deambulan casi medio centenar de figurantes de mediana edad completamente desnudos y con sólo una máscara cubriéndoles el rostro (ya saben, un baile de máscaras). Una máscara del ratón Mickey, del disneysiano Mickey Mouse. Ah, se me olvida decirles: se agotaron las entradas.
NOTA: En el blog titulado
El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de
Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.