Juan Antonio González Fuentes
Tras el caos se esconde tímido el orden. El espectador penetra en un mundo ya extinto, ininteligible a través de la razón lógica, y se pierde. Se pierde para el mundo que minutos antes le acunaba, para el mundo trillado del sosiego mejor fabricado, para el universo de seguridades y civilización que a uno le confiere la prestancia, un poco roma y ajena, que ante el diario espejo le hace sonreir sin motivo.
Con
La Fura del Baus uno viaja a un espacio tan imposible que podría creerse el final de toda confusión. Y sin embargo, ese nuevo espacio apocalíptico, ajusticiado por la ley del tiempo y con la cruel soga de la memoria suspendido por el cuello hasta la muerte, se nos hace de repente íntimo y hermano.
Sí, ya hemos estado en ese lugar. Sí, ya sentimos en alguna ocasión ancestral correr por nuestras venas esta lava hecha de barro, violencia y fuego. Y nada es nuevo. Todo se desenvuelve ante nosotros con la brutalidad de un regreso anunciado y pospuesto por razones de causa mayor.
El humo, el agua, el fuego, los gritos, los músculos tensos por la violencia desencadenada, y esa música que a gritos habla en nuestro oído más íntimo… Todo deja de ser exploración de lo ajeno para transformarse en salvaje asentimiento. Llegó la hora. Hemos sido brutalmente violados allá en nuestro interior. Lo que hasta el momento nos conformaba se ha diluido en difusa niebla, los músculos se crispan hasta casi estallar y algo salvaje lucha por salir de nosotros. Sin querer aullamos y danzamos junto al fuego en un olvidado y eterno aquelarre. Nos hemos hecho otros.
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NOTA: En el blog titulado
El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.