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viernes, 16 de febrero de 2007
Historias de Pekín, los recuerdos de David Kidd
Autor: Juan Antonio González Fuentes - Lecturas[12101] Comentarios[2]
David Kidd escribió un libro inolvidable sobre un mundo ya desaparecido: la China anterior a la revolución maoísta.

www.ojosdepapel.com

Juan Antonio González Fuentes

Hay libros que encierran entre sus páginas un tesoro que se deposita en tu propio corazón a través de la lectura y en él se queda hasta tu desaparición. Ocurre en pocas ocasiones, pero cuando ocurre, la dicha no puede ser mayor, pues sabes que pase lo que pase, estés donde estés, ya nunca más te sentirás completamente solo.

El libro de David Kidd (1927-1996), Historias de Pekín (Libros del Asteroide) es uno de esos raros milagros en forma de tesoro impalpable. Nacido en el estado norteamericano de Kentucky en 1927, Kidd estudió cultura china en la Universidad de Michigan, donde se licenció acabada la Segunda Guerra Mundial, en 1946. Casi al acabar ese año Kidd marchó a la Universidad de Yenching, en Pekín, donde estudio poesía china y dio clases de inglés en diversas instituciones.


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David Kidd: Historias de Pekín (Libros del Asteroide, 2006)


En la capital de China vivió Kidd cuatro años intensísimos, incluyendo los que vieron la llegada al poder de Mao, durante los cuales estudió en profundidad y con una pasión desbordante la cultura china: su literatura, pintura, música, teatro...

Además, en aquel periodo se casó nada más y nada menos que con la hija de una rico aristócrata chino, y en el transcurso de dos años que abarcaron justo antes de la revolución comunista y justo después, vivió con su mujer en la mansión familiar pekinesa. La revolución maoísta suprimió de un plumazo todas las antiguas tradiciones, casi toda la cultura antiquísima del milenario imperio, casi todas las formas antiguas de vida chinas. Sin embargo Kidd dejó por escrito sus recuerdos e impresiones de aquel mundo refinado, antiguo como la propia humanidad, que se derrumbaba ante sus ojos y que desapareció para siempre tragado por las fauces de la historia. Esos recuerdos se publicaron por vez primera en 1960 con el título de All the Emperor’s Horses (Todos los caballos del emperador), y volvieron a aparecer casi treinta años más tarde, en 1988, revisados, con el título con el que lo han hecho en español, Historias de Pekín.

Un lectura inolvidable.


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NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente .


Comentarios
07.05.2008 18:55:00 - Bettina Chian de Bederski

Siendo mi escritora favorita Amy Tan, no pensé que habría otro autor que me hiciera acercarme tanto a la vida en la China del siglo pasado.

Sin embargo, he terminado de leer esta obra hace varios días, y coincido con usted en su línea final: Historias de Pekín es una lectura inolvidable. David Kidd ha sabido entrar en mi espíritu, y me ha hecho indignarme - y hasta llorar - ante tanta bestialidad ocurrida en China, tierra de mis ancestros.

No he tenido la suerte de visitar aquel país, pero me imagino que estaría maravillada ante sus bellezas como cualquier turista. Sin embargo, tras la lectura de Kidd, el sinsabor de la amargura sería mayor, pues lo que hoy se ve no ha de ser ni la centésima parte de la magnificencia de esta cultura milenaria - casi borrada del mapa por sus propios hijos, que se creyeron más "inteligentes" y progresistas, al hacer lo que hicieron.


01.09.2009 18:34:37 - susana gomez



Disfruté mucho la lectura de este libro, pues me identifico con las descripciones paisajísticas y de armonía con la naturaleza. Paseé por los bellos jardines y terrazas de la casa de la familia YU. aprendí de su cultura. Visité China en la época de Mao y me maravillé con los restos de los palacios y templos que dejaron en Pekín.
El autor Kidd me permitió la mirada de la belleza anterior a la decadencia que produjo la revolución cultural. Es muy triste que un cambio de régimen arrase con los valores culturales tradicionales del anterior. Borrar todo vestigio de la época anterior no es lo más convincente, pero desgraciadamente eso es lo que ha ocurrido a lo largo de la historia. El caso de Rusia, por ejemplo.El de Cuba; la masacre de esculturas milenarias que hicieron los talibanes en Afganistán.Viví en Moscú en la era socialista y después de larga ausencia regresé nuevamente como lo hizo el autor Kidd a Pekín.En San Petersburgo quedé maravillada ante tanta belleza de reconstrucción de todo lo ignorado durante la época socialista: palacios e iglesias hermosísimas por todas partes. Los guías hablaban de la otrora olvidada época de los zares y del esplendor artístico de los siglos XVIII y XIX pero guardaban total silencio sobre Lenin y la época socialista. ¿Por qué tiene que ser así? todo extremo es malo. La historia es historia. Hay que reconocerla como se ha desarrollado. No hay que olvidar una época porque nos guste o no. Todas son valiosas pues ocurrieron y marcaron un hito en su pueblo.










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