Juan Antonio González Fuentes
Estos días la vida y la obra de Rafael Gutiérrez-Colomer Velasco (Santander, 1937-Madrid, 2005) protagonizan la llegada de la primavera cultural a Cantabria. Y es que el poeta es el eje vertebrador de dos acontecimientos culturales de primer orden que reflexionan en voz alta sobre la cultura y el arte en nuestra región durante un periodo histórico cercano en el tiempo, pero sobre el que hasta ahora se ha pasado de puntillas: la transición a la democracia.
Rafael Gutiérrez-Colomer y su época. Arte, cultura y sociedad en Cantabria 1968-1985, es el título de un libro y de una exposición que, tomando la figura del poeta como hilo conductor, enseñan cómo fue una parte de la producción cultural en nuestro región desde finales de la década de 1960 hasta finales de la década de 1980, es decir, a lo largo de veinte años que supusieron un antes y un después con respecto a los discursos y maneras culturales y artísticas heredadas de los grupos que surgieron durante la posguerra. Esta tajante afirmación se sustenta en el análisis de los documentos, obras y discursos reflexivos a los que se puede acceder gracias al libro y exposición ya mencionados, una aventura impulsada por Ediciones La Bahía, y en la que se ha contado con la colaboración de la Obra Social de Caja Cantabria, con Juan Muñiz al frente.
El origen de este proyecto está en la adquisición del Archivo-Colomer por parte del empresario y editor José María Lafuente. El estudio de los fondos de este archivo, más el análisis de la obra experimental de Colomer y su poesía discursiva, le hizo pensar a Lafuente que sería conveniente reflexionar desde un punto de vista interdisciplinar en torno a la época en el que el trabajo del poeta se materializó de forma más abundante, es decir, desde 1976 hasta 1986, años en los que España vivió la muerte de Franco, la Constitución del 78, las elecciones democráticas y la llegada de los socialistas al poder.
Lafuente se percató de que había algo en esa producción literaria y artística que la singularizaba con respecto a la producción surgida en y tras la posguerra en Cantabria, o sea, la que históricamente se ha relacionado con Proel, la Escuela de Altamira, o La Isla de los Ratones. La producción literaria y plástica de los artistas emergentes de Cantabria durante 1976-1986, sus puestas en escena, sus ideas, presentan para el historiador una atmósfera creativa, un discurso distinto a los que propiciaron las actividades de los poetas, artistas y escritores que emergieron en Cantabria tras la guerra civil.
Analizar el hecho aportando razones y evidencias fue lo que Lafuente y Ediciones La Bahía se propusieron a la hora de pensar en construir un libro y una exposición que demostrasen con solvencia la hipótesis de partida, a saber: que en nuestra región la producción artística, cultural y literaria del periodo acotado presentaba marcas diferenciales con etapas anteriores, que fue abundante y variopinta, que estuvo conectada con lo que acontecía en el resto del país, que la relación con “discursos de Modernidad” y vanguardia era tangible, y que uno de los “héroes” del periodo fue Colomer.
Javier Díaz, Fernando Millán, Fernando Zamanillo, Víctor Infantes, Luis Alberto Salcines, Lafuente, Francisco Javier López García y quien escribe estas líneas, trabajamos con documentos, bibliografía, recuerdos…, para construir un libro (con diseño inteligente de Xesús Vázquez) que se me antoja inexcusable punto de partida tanto para acercarse con rigor a la vida y obra de Colomer, como a la época en la que él funcionó como catalizador de lo que estaba ocurriendo de nuevo/viejo en Cantabria.
Una vez puesto en marcha el libro, los esfuerzos se dirigieron a concebir una exposición que sirviera como puesta en escena atractiva a la hipótesis discursiva desarrollada en el libro. Lafuente y Salcines como comisarios y autores del argumento expositivo, junto al equipo de trabajo de Ediciones La Bahía (destacando Noelia Ordóñez) y el de Casyc (imprescindible Chuchi), fueron diseñando un discurso con texto y decorados que explicasen al visitante, mediante elementos tangibles y visuales, algunas cuestiones básicas: la “modernidad” de parte de la producción cultural y artística de los jóvenes creadores emergentes del momento, la vinculación con la poesía experimental de algunos poetas (Colomer e Isaac Cuende fundamentalmente), la vinculación entre artes plásticas y literatura, la eclosión de creadores e intelectuales de indiscutible valía (Carlos Limorti, Xesús Vázquez, Juan Uslé, Eduardo Gruber, Enrique Ferrer, Gloria Ruiz, Martínez Cano…), lo heterogéneo de las propuestas y su riqueza, la importancia clave del diseño en el desarrollo de los productos culturales, el papel determinante de Colomer en la difusión y planteamiento de discursos renovadores en lo tocante a la cultura dentro de la región, el papel del binomio política/cultura.
Para explicar y mostrar estas cuestiones, la exposición que puede contemplarse en Casyc hasta el 19 de mayo, presenta un desarrollo expositivo que se apoya en siete apartados: 1) Las Jornadas de Poesía Visual del Museo de Bellas Artes de Santander; 2) La labor de Colomer como poeta experimental y artista plástico; 3) Una muestra de poesía experimental española del periodo; 4) La labor de Colomer como poeta discursivo; 5) La labor de Colomer como editor; 6) Publicaciones, carteles, programas de cine y conferencias…, que contextualizan lo que se hacía en el campo de la cultura y el arte en la Cantabria de la Transición; y 7) Audiovisuales que muestran a Colomer recitando sus poemas y que ilustran cómo era el contexto creativo de la época.
Casi todo lo que se exhibe en la muestra pertenece al fondo documental de Lafuente, aunque hay piezas de coleccionistas particulares (Salcines, por ejemplo), y de instituciones como el MAS, a quien hay que agradecer el préstamo de cuatro significativas piezas.
Juan Francisco Gutiérrez Colomer (fuente de la foto: www.fundacionsantandercreativa.com)
Aquí hemos calificado a Colomer como de “héroe” de la vida cultural en la Cantabria de la Transición. Pero no se trata de un comentario hagiográfico, ni tampoco de señalar a Rafael como un dotado poeta al que las circunstancias jugaron una mala pasada. No. Colomer fue un hombre poseedor de una gran energía, un tipo inteligente y, sin duda, alguien con una enorme facilidad para la palabra, el entusiasmo contagioso y con indiscutibles dotes poéticas. Pero el retrato se puede hacer en negativo. Rafael nunca fue un gran poeta, ni un gran pintor, ni un gran arquitecto. Lo que fue Colomer puede resumirse quizá así: alguien con muchos dones, pero sin la perseverancia ni la capacidad de esfuerzo para perseguir la posibilidad de una obra perdurable en el tiempo.
En el campo en el que destacó fue en el de la intuición instantánea, chispeante, explosiva del poema experimental. Es esta forma de expresión la que sin duda mejor se amoldaba a las capacidades de Colomer: el fulgor del ingenio inteligente condensando en un fogonazo en el que letras e imágenes se combinan para expresar un pensamiento, un epigrama, una greguería. No son muchas las obras que en este terreno nos dejó, pero maestros como Fernando Millán admiten que en ellas palpita el genio, atisbos de consolidación y redondez expresivas. El resto de su obra queda lastrada por la brillantez aparente y torrencial de quien está muy dotado pero se queda en diletante de todo o casi todo.
Pero al margen de su “genio” como poeta experimental, la verdadera importancia histórica de Colomer para la cultura en Cantabria es que funcionó como un eficaz condensador de voluntades creativas tendentes a la modernidad en una geografía espiritual provinciana y decadente.
Colomer, arquitecto de profesión, formado en Madrid y en Suecia, antes de recalar en su Cantabria natal y dar inicio a lo que hemos calificado como su “década prodigiosa” como poeta y activista cultural (1976-1986), trabó contacto con la poesía experimental y de vanguardia en el Madrid de mediados los años 1960, colaboró en los primeros happening que tuvieron lugar en España, se casó con la sueca Alice Borg y conoció en Estocolmo las relaciones entre arquitectura y ecología, montó estudió profesional y diseñó y construyó en distintos lugares de España y el extranjero, se instaló en Mallorca y tomó contacto con artistas cosmopolitas de las islas, expuso, escribió, publicó… Y con ese bagaje aperturista, con ese “mundo” visto y palpado en Suecia, Madrid y Mallorca, con esa experiencia directa con la poesía y el experimentalismo, con esas imágenes-sonidos-ideas-contactos recaló en la Cantabria que llevaba años viviendo con la cabeza enterrada en el bobalicón y mendaz eslogan de la Atenas del Norte. Una Atenas de atmósfera espartana, gris, funcionarial, pequeño burguesa…; una Atenas con algo de charca de aguas putrefactas e inamovibles, con el rancio aroma de mesa camilla, brasero y pastas de pastelería fina y decididamente cursi.
En esa Atenas recaló Colomer nada más cerrar los ojos Franco; y a ese Santander inhibido él le inoculó la desinhibición untada con cierta crema cosmopolita del hijo pródigo que regresa tras darse un garbeo por el mundo, casarse con una sueca y haberle tomado el pulso a cosas tales como la poesía experimental, los happening, el ecologismo… Y el arquitecto santanderino, alto, atractivo, poeta, un burgués encantador con hechuras de rebelde post-68, atrajo a aquellos jóvenes santanderinos creativos y creadores que estaban cansados de tanto orden gris, tanto aroma triste y rancio.
Y entonces Colomer formó tropa y comenzó su década prodigiosa, una temporada en el paraíso-infierno de las luces y las sombras, de las paradojas chocantes, de la vanguardia y las nanas a la tradición que desembocaría en un regionalismo de boina calada y ridiculeces etnográficas. Y así Colomer se hizo amigo y colaborador y editor y mentor y progre y esnob y artista y concejal y poeta y arquitecto y político y mitinero… Y junto a Cuende, Vázquez, Gruber, Limorti, Uslé y tantos otros monta jornadas de poesía visual en el polvoriento museo municipal (rima atroz), y funda revistas, y publica libros como Transido en el taller de la palabra. Pero a la vez es concejal del PRC en Torrelavega, y edita a autores cuya relación con el experimentalismo requeriría bstante imaginación: Cancio, Hidalgo, José del Río.
Diez años apenas, una década pasó Colomer en la Atenas del Norte más chuchurría que imaginarse pueda. Y el eslogan no cambió, y Cantabria y su cultura oficial y oficialista siguieron amarradas a la mediocre grisura. Y Colomer se marchó de nuevo y lo hizo para no volver. Y Rafael se volvió a casar en Madrid. Y le hicieron presidente de la ñoña Casa de Cantabria, y se hizo galerista, y construyó edificios y escribió poemas que vieron la luz tras su muerte: Los años jubilares (Ayto de Santander y Caja Cantabria).
Pero la Historia, con mayúscula, de Colomer es probable que diese comienzo ese 2005 del adiós. Y es que quien acuda a Casyc y vea sus poemas experimentales, los carteles de las Jornadas de Poesía Visual, las cubiertas de sus libros, su Transido en el taller de la palabra, los carteles, programas, poemas que se exhiben, es decir, tanto testimonio de entusiasmo y entrega a la creación en un panorama tan desolador como fue el de la Cantabria postfranquista, solo podrán sentir curiosidad por saber más de aquel tiempo, de ese Colomer tan paradójico, contradictorio y atractivo. Y para satisfacer esa primera demanda de Rafaelismo Colomeriano, ahí están las páginas de Rafael Gutiérrez-Colomer y su época. Arte, cultura y sociedad en Cantabria 1968-1985 (Ediciones La Bahía, 2012), un libro imprescindible para entender también la vida cultural y artística de nuestra sociedad actual, tan cercana a la idiotez plomiza de la Atenas del Norte.
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Últimas colaboraciones de Juan Antonio González Fuentes (
Julio-Agosto 2011) en la revista electrónica Ojos de Papel:
LIBRO: John Williams: Stoner (Baile del Sol, 2011)
LIBRO (junio 2011): Sinclair Lewis: Doctor Arrowsmith (Nórdica, 2011)
LIBRO (mayo 2011): Sándor Márai: La gaviota (Salamandra, 2011)
LIBRO (abril 2011: James Ellroy: A la caza de la mujer (Mondadori, 2011)
LIBRO (marzo 2011): Charles Portis: Valor de ley (DeBolsillo, 2011)
LIBRO (febrero 2011): Luis García Jambrina
: El manuscrito de nieve (Alfagurara, 2010)
LIBRO (enero 2011): Nicholson Baker:
El antólogo (Duomo Ediciones, 2010)
LIBRO (diciembre 2010): William Kennedy:
Roscoe, negocios de amor y guerra (Libros del Asteroide, 2010)
LIBRO (noviembre 2010): Joyce Carol Oates:
Bestias (Papel de Liar, 2010)
LIBRO (octubre 2010): Kazuo Ishiguro:
Nocturnos (Anagrama, 2010)
LIBRO (septiembre 2010): Andrés Trapiello:
Las armas y la letras. Literatura y guerra civil (1936-1939) (Destino, 2010)
LIBRO (julio 2010): Oriol Regàs:
Los años divinos (Destino, 2010)
LIBRO (junio 2010): Peter Sloterdijk: Ira y tiempo. Ensayo psicopolítico (Siruela, 2010)
LIBRO (mayo 2010): Irène Némirovsky:
El caso Kurílov (Salamandra, 2010)
LIBRO (abril 2010): Elizabeth Smart:
En Grand Central Station me senté y lloré (Periférica, 2009)
CINE (abril 2010): Kathryn Bigelow:
En tierra hostil (2008)
LIBRO (marzo 2010): Patrick McGilligan:
Biografía de Clint Easwood (Lumen, 2010)
CINE (marzo 2010): Martin Scorsese:
Shutter Island (2009)
LIBRO (febrero 2010): Oliver Matuschek:
Las tres vidas de Stefan Zweig (Papel de Liar, 2009)
LIBRO (enero 2010): Alex Ross:
El ruido eterno. Escuchar al siglo XX a través de su música (Seix Barral, 2009)
CINE (enero 2010): James Cameron:
Avatar (2009)
NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, creación, historia, artes, música y libros) como cronológicamente.