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jueves, 4 de febrero de 2010
E. H. Gombrich y la Humanidades. Homenaje a Marisa Samaniego (misterio y ministerio)
Autor: Juan Antonio González Fuentes - Lecturas[8622] Comentarios[0]
Ayer Caja Cantabria tuvo que habilitar dos salones para dar cobijo a las más de 300 personas que nos reunimos para homenajear a la profesora Marisa Samaniego, convocados por la Fundación Gerardo Diego y su directora, la poeta Pureza Canelo. Marisa Samaniego acaba de jubilarse como profesora titular de la Facultad de Educación (departamento de filología) de la Universidad de Cantabria, y lleva desde 1981 dirigiendo el taller de lectura del Centro Cultural Matilde de la Torre, donde un variopinto grupo de hombres y mujeres ya veteranos en años, lee y comparte la experiencia con los demás. Trescientos y pico libros de todo género son los que han leído a lo largo de estos casi 30 años de actividad ininterrumpida


 

Juan Antonio González Fuentes

Ayer Caja Cantabria tuvo que habilitar dos salones para dar cobijo a las más de 300 personas que nos reunimos para homenajear a la profesora Marisa Samaniego, convocados por la Fundación Gerardo Diego y su directora, la poeta Pureza Canelo. Marisa Samaniego acaba de jubilarse como profesora titular de la Facultad de Educación (departamento de filología) de la Universidad de Cantabria, y lleva desde 1981 dirigiendo el taller de lectura del Centro Cultural Matilde de la Torre, donde un variopinto grupo de hombres y mujeres ya veteranos en años, lee y comparte la experiencia con los demás. Trescientos y pico libros de todo género son los que han leído a lo largo de estos casi 30 años de actividad ininterrumpida.

Ayer coincidimos para hablar de Marisa, para estar con Marisa escritores como Menchu Gutiérrez o Bernardo Atxaga, Ayer fue un día hermosa para todos. A continuación les dejo con un extracto copioso del texto que leí en homenaje a Marisa Samaniego, en homenaje a las Humanidades, los libros y la literatura:

“En enero de 1985, el más influyente e importante historiador del arte del siglo XX, el vienés nacionalizado británico E. H. Gombrich, acudía a la Conferencia de Educación del Norte de Inglaterra para pronunciar un discurso sobre algo así como “Una educación por la Humanidad”. En la intervención, recogida en su libro Temas de nuestro tiempo, Gombrich opina sobre el futuro del papel de las humanidades en la educación, y en particular sobre el futuro del arte y de las llamadas “letras”. En torno a este asunto Gombrich escribe lo siguiente:

“Aquellos que quieren desplazar la balanza de las asignaturas humanísticas a cursos más relevantes, vocacionalmente son críticos con esta confianza general en las humanidades. Quizá tengan razón al pensar que las solicitudes de empleo consideran demasiado los buenos títulos en cualquier disciplina como un indicador válido de las llamadas ‘cualidades de la mente’. Pero se equivocan si ignoran el hecho de que estudiar un tema de arte, por ejemplo, bajo la supervisión de un buen profesor puede y debe ser una experiencia enriquecedora, incluso para aquellos a los que no les interesa profundizar en el tema. La vida, después de todo, es a menudo triste, y es una crueldad bárbara querer desprendernos de esa fuente de fuerza, de la inspiración que podemos encontrar durante toda nuestra vida gracias a ese contacto vivificante con las obras maestras del arte, la literatura, la filosofía y la música, sea cual fuere lo que el futuro nos demande. Lo que la enseñanza de las humanidades promueve y alimenta es el imprescindible juego de los hechos y las dudas. Para los hechos, solamente hay que aprender de memoria libros de texto. Pero las dudas deben ser propuestas e inspiradas por los que trabajan siempre en las fronteras del conocimiento.

Nuestra lealtad a las Humanidades –continúa Gombrich–, exige que ha de ser nuestra principal preocupación como maestros en las mismas no sólo el asegurarnos de su avance transmitiendo nuestros conocimientos a los que desean escucharnos, sino también transmitirles la curiosidad y las actitudes de investigación en las mismas, pues ellos son el futuro, la continuidad.

A los que tienen el poder y toman decisiones les gusta repetir lo siguiente: ‘El que paga al músico elige la canción’. Que nunca olviden que en una sociedad totalmente dedicada a los conocimientos prácticos, puede que no haya músicos y que los que elijan la canción se topen con el silencio. Y una vez que los músicos se hayan ido, puede que nunca más se les vuelva a oír.” Fin de la cita.

La primera vez que leí estos párrafos de Gombrich, casi podría asegurar que no conocía a Marisa Samaniego, pero luego, cada vez que los he leído y releído con el paso del tiempo, como me acaba de ocurrir ahora, preparando esta intervención, indefectiblemente me han venido a la cabeza Marisa y su labor en la Universidad de Cantabria (de la que acaba de jubilarse) y, sobre todo, con las ya famosísimas “Matildes”, en el Centro Cultural Matilde de la Torre. Es como si Gombrich, al hablar de humanismo y de la enseñanza de arte y literatura, de la transmisión de conocimientos, sí, pero sobre todo de la transmisión de entusiasmo por saber y conocer, por generar hermosas y muy provechosas dudas, hubiera tenido en la cabeza permanentemente la figura y el ejemplo inaudito de Marisa Samaniego.

La verdad es que no puedo precisar ni cuándo, ni cómo, ni dónde conocí a Marisa. Con otras personas o personajes no tengo ese problema. Sí, la primera vez que vi y hablé con fulanito o con menganita fue aquel día en el que estábamos…, y bla, bla, bla, bla… Pero no con Marisa. Y ahora que lo pienso, esta circunstancia no es ni mucho menos un problema, al revés, es uno de los signos o rasgos definitorios de Marisa Samaniego, pues Marisa es, y creo que en esto convendrán conmigo la mayoría de todos ustedes, a la vez un Misterio y un Ministerio, sí, un ministerio misterioso.

De Marisa, y quizá estemos ante toda una paradoja, sabemos más bien poco. Me refiero a que no sabemos mucho de ella en cuanto a su vida personal, a su vida y milagros cotidianos, a sus querencias más íntimas, a sus deseos y anhelos, a sus penas y devastaciones, a sus sueños cumplidos e incumplidos. Marisa es un personaje público por antonomasia, es ya un rasgo característico del paisaje urbano santanderino, es una performance viviente y móvil en permanente estado de desplazamiento, de ir y venir con libros, recortes de periódico y otros papelotes bajo el brazo. Pero Marisa, he aquí la paradoja aludida, es un personaje público del que el público a penas sabe, sabemos, casi nada. Marisa (érase una vez una dama a un cuaderno pegada), es mobiliario urbano, es como esas estatuas que viven en los rincones más hermosos de las ciudades, y que acaban siendo parte intrínseca de la educación sentimental de generaciones y generaciones de ciudadanos que, sin embargo, apenas podrían contar algo de ella, al margen de los rasgos más característicos, evidentes, y sin duda superficiales del monumento.

Marisa Samaniego, incluso lo sospechamos algunos durante un tiempo, sólo podía ser una funcionaria municipal, a la que la concejalía de cultura de nuestro ayuntamiento había encargado asistir a todos y a cada uno de los sucesos culturales que acontecían en la ciudad. Y es que Marisa estaba, está, en todas las inauguraciones de exposiciones, en todas las lecturas poéticas, en todas las presentaciones de libros, en todas las películas, en todas las representaciones teatrales, y además estaba, está, tomando notas en cuadernos imposibles y con una aplicación y concentración impensables en continente aparentemente tan frágil. Sí, Marisa es un misterio, y como todo misterio tiene algo de milagroso, de ángel milagroso, siempre alegre, colorista y a su bola. Esa es Marisa para los que sólo la conocen como el inolvidable paisaje que pulula por este Santander a veces tan plomizo, a veces tan difícil y cargante, que como lava ardiente y a la vez helada viaja por mi sangre, seguro que también por vuestra sangre: ¡un ángel anotador de palabras, un ángel de la palabra!

Pero Marisa es también, y quizá ante todo, o por encima de todo, un Ministerio, un Ministerio andante y campante de Artes y Letras, de Información y Consulta, de Bibliotecas y Archivos, de Lecturas y Escrituras…Un Ministerio de Entusiasmo inagotable por los libros y por ese arte, dicen las malas lenguas que en vías de extinción, aunque a las malas lenguas, por malas y por lenguas, no hay que hacerles nunca mucho caso, que es el de leer libros con pausa, razón, tiempo, pasión, placer, y sentido, sentido crítico. Ahí es nada.

Estamos aquí, digo, para darle las gracias al ministerio misterioso, a este ángel de la palabra que lleva por nombre Marisa y se apellida Samaniego; perdón, se apellidaba, pues ahora ha de llevar a gala, como dos medallas relucientes logradas en los campos de la ficción, los apellidos Miércoles Matildes, con los que la ha rebautizado con singular acierto la poeta Canelo, Pureza.

Sí, queremos darle las gracias a Marisa por llevar tanto tiempo siendo un ángel misterioso, todo un Ministerio. Por ser aquí, en esta ciudad pequeña, ruin y difícil, y a la vez tan grande y tan hermosa y tan fácil, la carne con alas invisibles del pensamiento de Gombrich, una incansable paladina, en terrenos oficialmente casi yermos, de las Humanidades, de las artes, de los libros, de la mejor literatura …, y por saber enfrentarse en su empeño, pequeña y sin latas de espinacas que llevarse a la boca en los malos momentos, a los gigantes más obtusos, poderosos y simplones, que se han creído siempre, y se seguirán creyendo, provechosos molinos de viento.

En una tierra esencialmente de pintores, escritores y poetas (Amós, los Menéndez Pelayo, Cossío, Quirós, Concha Espina, Pereda, Riancho, Pombo, Matilde de la Torre, Uslé, Gándara, Pardo, Hierro, Navarro Baldeweg, Gerardo Diego, Gutiérrez Colomer, Hidalgo, Gruber, Pick, Salomón, Maruri, Arce, Cancio, etc, etc, etc…), en esta tierra, señalo, se da también la singular paradoja de que en nuestra Universidad no hay ni Bellas Artes ni la especialidad de Historia del Arte, y que, aseguran, y no será muy difícil comprobarlo, es la única universidad de España sin Facultad de Filología, sin estudios literarios.

Y es en este campo yermo y universitario en el que Marisa ha batallado hasta casi el desfallecimiento por los libros, por propagar escandalosamente el vicio de la lectura entre los jóvenes alumnos. Marisa ha querido “enganchar” a los jóvenes a la droga dura, durísima de los libros. Y en algunos casos lo ha conseguido, como así consta ya en el Libro de Actas de esa Sociedad Anónima que se llama “Milagro”, y tiene más accionistas de los que cualquiera de nosotros pudiéramos suponer.

Y luego están las tres décadas de Matildes y también de Matildos, que haberlos haylos, como las meigas. Tres décadas, se dice pronto, de fomentar entre los veteranos la lectura y la reflexión en compañía. Tres décadas y decenas de novelas, de cuentos, de poemas leídos y comentados con todos, entre todos, por todos. Y también más de medio centenar de encuentros cara a cara, tú a tú, con escritores, creadores y poetas de diverso corte, pelo y condición. Treinta años que configuran en sí mismos un nuevo Milagro literario casi imposible de creer sin meter los dedos en las páginas abiertas de los libros leídos en libertad, y que de nuevo tiene a Marisa, a Marisa Miércoles Matildes, nombre y dos apellidos, como duende esencial y especial de la fiesta.

Marisa, apóstol y misionera de las Humanidades siempre en tierra extraña, ha seguido el camino señalado por Gombrich y ha sido una maravillosa profesora. Una maestra con mayúsculas que ha dedicado eficazmente su vida, y la seguirá dedicando en el futuro, a acercar a los demás las artes y la literartura, es decir, ha dedicado su existencia a quitarle tristeza a la vida, a hacerla más vivificante y llevadera, a jugar permanentemente, con placer y alegría, al complejo y sutil juego de los hechos y las dudas. Con Marisa Samaniego Miércoles Matildes nunca habrá silencio y nadie impone su canción. Gracias a Marisa siempre habrá nuevos músicos y más música. Con Marisa el silencio es imposible, siempre, siempre sonará una canción.

***

Últimas colaboraciones (FEBRERO 2010) de Juan Antonio González Fuentes en la revista electrónica Ojos de Papel:

LIBRO: Oliver Matuschek: Las tres vidas de Stefan Zweig (Papel de Liar, 2009)

LIBRO (enero 2010): Alex Ross: El ruido eterno. Escuchar al siglo XX a través de su música (Seix Barral, 2009)

CINE (enero 2010):  James Cameron: Avatar (2009)

LIBRO (diciembre): Gerald Martin: Gabriel García Márquez. Una vida (Debate, 2009)

-LIBRO (noviembre): Miklós Bánffy: Los días contados (Libros del Asteroide, 2009)

-CINE (noviembre): Woody Allen: Si la cosa funciona (2009)

-LIBRO (octubre): Luis García Jambrina: El manuscrito de piedra (Alfagaura, 2008)

-CREACIÓN (octubre): La lengua ciega (DVD, 2009)

-CINE (octubre): Isabel Coixet: Mapa de los sonidos de Tokio (2009)

-LIBRO (septiembre):  P.D. James: Muerte en la clínica privada (Ediciones B, 2009)

-LIBRO (julio): Stieg Larsson: Millennium 3. La reina en el palacio de las corrientes de aire (Destino, 2009)

-PELÍCULA (julio)Niels Arden Oplev: Millennium 1: Los hombres que no amaban a las mujeres (2009)

Más de Stieg Larsson:

-Millenium 1. Los hombres que no amaban a las mujeres (Destino, 2008)

-Millennium 2. La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina (Destino, 2008)


NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.


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