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Vía de entrada al lager de Auschwitz

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    AUTOR
Miguel Ángel Sánchez de Armas

    LUGAR DE NACIMIENTO
México

    BREVE CURRICULUM
Profesor – investigador en la Escuela de Periodismo del Departamento de Ciencias Sociales de la UPAEP – Puebla (México). Doctor en Comunicación por la Universidad de Sevilla. Líneas de investigación: comunicación y propaganda, historiografía de los medios y literatura y periodismo. Entre otros, es autor de Apuntes para una historia de la televisión mexicana, El enjambre y las abejas: ensayos sobre democracia y comunicación y En estado de gracia. Conversaciones con Edmundo Valadés



Miguel Ángel Sánchez de Armas

Miguel Ángel Sánchez de Armas


Tribuna/Tribuna libre
Mexicanos en el holocausto
Por Miguel Ángel Sánchez de Armas, jueves, 1 de marzo de 2012
El 27 de enero fue el “Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto”, declarado así por las Naciones Unidas en alusión a la fecha de liberación de Auschwitz-Birkenau, el más grande y conocido de los campos nazis de la muerte.
En JdO compartí hace tiempo la hazaña de Gilberto Bosques, “el Schindler mexicano”, que con gran riesgo pudo rescatar de las garras del nazismo a más de 40 mil seres humanos. Bosques no tiene un monumento en México, pero su ejemplo habla de gran tradición diplomática mexicana, la que reconoció al Japón en 1888, la que abrió las puertas al exilio español en 1939, la que protegió a decenas de chilenos, peruanos, paraguayos y argentinos durante las dictaduras militares, la que nos dio a Genaro Estrada.

Hoy presento a los lectores noticias de un pasaje poco conocido: el de mexicanos que murieron en el holocausto. Para ello tomo porciones de la espléndida investigación periodística del colega Raúl Olmos (19 de enero 2011, am.com.mx) quien reporteó al Ministerio del Interior austriaco y obtuvo informes hasta entonces inéditos. Hasta donde sé Olmos no recibió el premio nacional de periodismo, quizá por que su trabajo sólo tiene datos históricos duros y ninguna declaración tronante.

Aquí los extractos:

“El 13 de agosto de 1940, un tren con cientos de prisioneros salió de la cárcel IX A, ubicada en la población alemana de Ziegenheim. Su destino: el campo de concentración nazi de Mauthausen, en Austria. En uno de los vagones viajaba un mexicano: José Sánchez Moreno Gualda, de 31 años de edad.

“José Sánchez fue el primero de once mexicanos apresados por las fuerzas nazis, y transferido a campos de concentración entre 1940 y 1944, revela información obtenida por a.m. a través de solicitudes de información enviadas a cinco países.
“Del total de mexicanos presos, tres eran de Guadalajara, uno de Puebla, una mujer de Chihuahua y el resto de la Ciudad de México.

“Diez de ellos eran jóvenes. Cinco tenían menos de 30 años, otros cinco entre 31 y 34 años y sólo una persona –Anita Germaine- tenía 44 años. El menor era Joseph Salazar, quien al momento de su captura tenía sólo 26 años. Cinco de los mexicanos fallecieron en campos de concentración y otros cuatro fueron reportados como “desaparecidos”. De sólo dos mexicanos se tienen datos fehacientes, documentales, de que sobrevivieron al exterminio nazi.

“¿Por qué hubo mexicanos apresados por los nazis? La historia es compleja. Cuando estalló la Guerra Civil en España, hubo mexicanos que se integraron como voluntarios con los republicanos. Así ocurrió con Felipe López, José Sánchez Moreno Gualda, Feliciano Catalán, Luis Moch Pitiot y Joseph Salazar. Al asumir el poder Francisco Franco, todos estos mexicanos que luchaban en España huyeron a Francia, en donde fueron apresados. […]

“Muchos republicanos españoles que fueron detenidos en campos franceses fueron entregados a la Policía Secreta del Estado (‘Gestapo’), después de que las tropas alemanas ocuparon el norte de Francia. El ‘Reichsführer-SS’ Heinrich Himmler ordenó que todos los españoles voluntarios de guerra debían ser tomados en ‘custodia protectora’ […]

“[Hay] documentos de la estancia de ese mexicano en el campo de Mauthausen: De acuerdo con el registro oficial, nació el 5 de octubre de 1909 en la Ciudad de México. En 1940 ingresó en el campo de prisioneros de guerra IX-A Ziegenheim, en donde también estuvo preso el que luego sería presidente de Francia, Francois Miterrand. El 13 de agosto del mismo año fue transferido al campo de concentración de Mauthausen con la matrícula 3777. Al ingresar a Mauthausen, se le asignó el número de prisionero 11514. En aquel campo nazi permaneció esclavizado más de un año, hasta que fue transferido a la prisión de Gusen, en donde murió el 22 de septiembre de 1941. Pasó 13 meses y 9 días encerrado, sometido a la esclavitud de los nazis.

“‘Causa de la muerte: Bronconeumonía’, anotaron en 1941 los nazis en su acta de defunción. Pero 57 años después, el 24 de febrero de 1998, se anexó a su acta la verdadera causa del deceso: ‘Muerto en deportación’. […]

“Tres meses después de la muerte de José Sánchez Moreno Gualda, otro mexicano fue transferido al mismo campo de concentración de Mauthausen. El 19 de diciembre de 1941, un tren con prisioneros salió del Stalag XVII B, ubicado cerca de la población de Krems, en Austria, con destino a Mauthausen. Entre los pasajeros iba Luis Moch Pitiot, registrado con la matrícula 5035.

“De acuerdo con su expediente, Moch Pitiot nació el 28 de julio de 1913 en la Ciudad de México, de manera que cuando fue enviado a Mauthausen tenía 28 años de edad.

“No se sabe si este mexicano sobrevivió a la esclavitud en el campo de concentración, pues no hay registros ni de su liberación ni de su muerte. Es uno de los miles de casos ‘en circunstancias desconocidas’, según apuntan las autoridades austriacas.

“25 meses después de la deportación de Moch Pitiot, los nazis enviaron a otro campo de concentración a tres mexicanos: Felipe López, Feliciano Catalán y Joseph Salazar, los tres originarios de Guadalajara, Jalisco […] junto con otros mil 900 prisioneros. Su destino final sería el campo de concentración de Buchenwald, ubicado en Alemania. Sin embargo, no todos concluyeron el viaje. En el trayecto fallecieron 679 personas y 57 desaparecieron durante la deportación. […] Diez días después, el 27 de enero de 1944, salió de Compiegne otro tren con destino a Buchenwald; entre los prisioneros que realizaron ese viaje iba el mexicano Juan del Pierro. […]

“El jalisciense Feliciano Catalán fue uno de los pasajeros que sobrevivió a la travesía en el llamado ‘tren de la muerte’. Estaba por cumplir 34 años cuando fue internado en Buchenwald. En ese sitio sobrevivió casi 15 meses, realizando trabajos forzados, con una mínima alimentación.

“El 11 de abril de 1945, cientos de desesperados internos, consumidos por la inanición, tomaron el control del campo. Ese mismo día, más tarde, arribaron soldados de Estados Unidos a consumar la liberación de los 20 mil presos que habían sobrevivido a la esclavitud y a la tortura de los nazis. Entre los liberados había dos mexicanos: Feliciano Catalán –ya para entonces de 35 años- y Felipe López, de 29 años. De Joseph Salazar, el otro jalisciense internado en Buchenwald, no se sabe si falleció, si escapó o si fue liberado. Acababa de cumplir 26 años cuando desapareció en aquel campo nazi. También fue reportado desaparecido Juan del Pierro, de 28 años de edad. […]

“En el lapso de un mes, Fernando González estuvo recluido en cuatro diferentes prisiones o campos de concentración nazis en Francia y en Alemania. En junio de 1944 fue internado en Compiegne, en Francia, y casi de inmediato fue transferido al campo de concentración de Nauengamme. A principios de julio fue enviado al campo de Sachsenhausen y de ahí lo enviaron a realizar trabajos forzados a Falkensee, cerca de los bordes de Berlín, en donde los presos eran alojados en nueve barracones rodeados por alambradas electrificadas. Al igual que sus otros compatriotas, le tocó presenciar la muerte de cientos de prisioneros. En el tren que lo llevó de Compiegne a Nauengamme iban 2 mil 62 pasajeros, de los cuales 786 fallecieron en el viaje. Este prisionero mexicano fue forzado a trabajar en la fábrica de armamentos Deutsche Maschinenbau AG (Ingeniería Alemana de Maquinaria o DEMAG), ubicada cerca del campo de concentración, según el archivo de Sachsenhausen.

“El 2 de mayo de 1945, las fuerzas rusas liberaron el campo, pero se ignora si entre los liberados estaba Fernando González. Su paradero es un misterio. [a.m. tiene] una ficha […] que detalla que Fernando González fue registrado en Sachsenhausen como originario de Tehuacán, Puebla, en donde nació el 19 de agosto de 1914. Cuando fue internado en el campo de concentración estaba por cumplir 30 años. Su ficha tiene un error en el apellido, pues fue registrado como Conzales.

“[A Auschwitz] fueron enviadas en 1943 cuatro mujeres mexicanas de origen judío, que habían sido arrestadas en Francia, cuando estaban de viaje. Susanne y Denise Klotz, originarias de la Ciudad de México, fueron arrestadas y enviadas a mediados de 1943 al campo de internamiento de Drancy, ubicado en un barrio al noreste de París, el cual acababa de ser tomado por las fuerzas alemanas. Su único ‘delito’: ser judías. Susanne (que ostentaba el apellido falso Marx), tenía 33 años de edad, mientras que Denise era un año mayor. El 31 de julio de 1943, ambas fueron obligadas a subir a un tren con destino a Auschwitz. Cinco días después, fue reportada su muerte. […]

“Tres meses después, otra mujer mexicana fue enviada de la misma prisión francesa de Drancy al campo de exterminio alemán. La chihuahuense Elisia (o Alice) Dreyfus salió el 31 de octubre de 1943 con destino a Auschwitz, donde falleció. Tenía 31 años de edad. Dos semanas después, una cuarta mujer mexicana fue enviada en un ‘tren de la muerte’ al mismo campo. Esta última víctima se llamaba Anita Germaine Guggenheim (aunque su apellido original era Ullman). La mujer, nacida el 10 de enero de 1899 en la Ciudad de México, fue reportada muerta el 25 de noviembre de 1943, a los 44 años de edad.

“Las autoridades francesas emitieron un decreto en el que ordenaron agregar las palabras ‘Muerte por deportación’ en los certificados de defunción de las cuatro mexicanas.

“Y en todos los casos se añadió además el dato: Muertas en Auschwitz.”

Hasta aquí las citas. Duele pensar que otros compatriotas cuyos nombres nunca conoceremos hayan corrido suerte semejante. El trabajo de Raúl Olmos en a.m. tiene el enorme valor de ayudarnos a mantener la memoria en este aniversario del holocausto.
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  • Reseñas

    El samurái barbudo, de Kōda Rohan (reseña de Ana Matellanes García)
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