Un
profeta es el quinto largometraje de Jacques Audiard después de
De latir,
mi corazón se ha parado, ganadora de ocho premios César en 2005. Audiard ha
vuelto a arrebatar sin contemplaciones otros nueve en 2010, entre ellos los de
mejor película, mejor actor (Tahar Rahim), mejor actor secundario (Niels
Arestrup) y mejor guión. El realizador francés describe en esta ocasión los
ambientes
mafiosos carcelarios, la hermeticidad de los clanes, en particular
el corso y el árabe, sus rituales, sus códigos de honor, los enfrentamientos
entre viejos y nuevos reclusos, la corrupción, la servidumbre permanente. Pero
esta es sobre todo la historia de una asombrosa ascensión, la de un joven por el
que nadie hubiese apostado. Perturbador, sutil, rico en su complejidad, con una
tensión de fondo continua, el film no tiene como objetivo establecer un análisis
sociológico sobre el estado de las cárceles francesas, aunque, sin duda, pone en
entredicho su función.
Malik es perspicaz e inteligente; un oportunista
que juega bien sus cartas. Asume rápidamente su debilidad frente a los clanes
que hacen su ley y se subyuga a uno de ellos para salvar el pellejo. En contra
de todas las expectativas - ¿acaso no es árabe? - elegirá el clan corso dirigido
por el capo César Luciani (Niels Arestrup). Aprenderá el idioma, se ganará su
confianza aceptando humillaciones y todo tipo de encargos. Con la cabeza baja,
discretamente pero aguzando el instinto, utilizará la fuerza del adversario para
su propio provecho. Y su oportunidad acabará llegando. Se hará con el poder y
llevará a cabo su venganza.
Cuando sale de prisión, entero, Malik es un
hombre que se ha constituido su red mafiosa, que ha aprendido a comprender y
evaluar al ser humano adelantándose a los demás. Su estancia en la cárcel le ha
brindado una formación única y excepcional, ha sido para él una escuela de la
vida y su mejor futuro.
Un profeta es la historia de un hombre que nunca
hubiese llegado a alcanzar su posición si no hubiese pasado un tiempo entre
rejas. El protagonista le debe todo a la cárcel, una paradoja social, un reflejo
turbador.
Audiard rueda en tres idiomas, francés, corso y árabe, de
manera rigurosa, en una escenografía construida exclusivamente para la ocasión y
con un protagonista debutante, Tahar Rahim, merecedor de toda nuestra atención
por su extraordinario trabajo. El ambiente claustrofóbico y violento tiene un
contrapunto lírico en la soledad de la celda, cuando Malik se imagina
conversando con su primera víctima, aquella que no tuvo más remedio que asesinar
para mantener su propia integridad. Ante la violencia de la sociedad actual y
cualquier reivindicación identitaria de los distintos grupos sea étnica,
lingüística o religiosa, el héroe profesa una fe ciega en la libertad
individual. Como nos dice él mismo: “je travaille pour ma gueule” – trabajo
exclusivamente para mí.
El Festival de Cannes 2010 concedió a
Un
profeta el Gran Premio del Jurado. Su competidora directa por la Palma de
Oro,
La cinta
blanca de Michael Haneke, se lo puso difícil. Pero
esta excepción de Audiard - el cine francés ha explorado este género en contadas
ocasiones -, es efectiva, impactante y sobresaliente.
Tráiler subtitulado en español de la película Un profeta, del
director Jacques Audiard (vídeo colgado en YouTube por
SonypicturesMexico)