En la actualidad, China es la potencia emergente más extraordinaria de todo
el mundo. El desarrollo explosivo de la economía china y la posibilidad de que
la República Popular China esté a punto de convertirse en la tercera
superpotencia, dominante en Asia oriental e influyente en el resto del mundo, ha
causado interés general, admiración y envidia universal… pero también alarma. Es
un cambio espectacular comparado con la situación, hace apenas medio siglo, de
una China asolada por la guerra y la pobreza, más objeto que sujeto de la
política de las grandes potencias.
Pero estos cambios que parecen surgir
de repente tienen sus raíces en un lejano pretérito histórico del país. Y no
sólo de él, sino de numerosas tribus, reinos, naciones y estados cuya historia
se entrelaza con la de China en dilatados períodos y cuya consecuencia ha
influido en la configuración de la China actual.
Este libro recorre esa
historia de relaciones entre China y el resto del mundo, desde sus inicios hace
más de tres mil años, y hace hincapié en los intereses y puntos de vista de
otros pueblos y estados, no sólo de los propios chinos y de sus dinastías
reinantes.
***
El libro se inicia con la cuestión de cómo y cuándo surgió una
«China» identificable y coherente para que fuera tomada en consideración por
otros pueblos como entidad soberana independiente, para posteriormente narrar su
historia hasta justo el inicio del siglo XXI.
La gran ventaja de esta
exposición es que la narración facilita tres perspectivas. En primer lugar,
procura dar una idea amplia de las relaciones en juego, desde las incursiones en
China de los jinetes de la estepa hacia el 200 a. C. hasta las conquistas de los
mongoles del siglo XIII, y desde la llegada de los primeros viajeros europeos
hasta la decadencia de China y, a continuación, después de 1911, su reducción a
objeto de la política de las grandes potencias y foco posterior de atención
internacional por los sucesos de la plaza Tiananmen en 1989. Por otra parte, se
ha querido explicar las motivaciones de esas sociedades extranjeras grandes y
pequeñas, el modo en que su afán por China encajaba en el marco de sus intereses
principales y su cosmovisión. Como tercer enfoque, se ha resumido a grandes
rasgos algunos temas curiosos recurrentes a lo largo de tan dilatado período.
Se observa en la historia de China el ciclo pendular entre disturbios y
desorden y un gobierno central fuerte, y viceversa. Cada uno de esos ciclos
obedece, al parecer, a los tres problemas importantes del país: el aumento de
población, una administración central excesivamente personalizada y sus
fronteras inestables, tres problemas que el libro expone pormenorizadamente.
La actitud de los pueblos extranjeros se ha movido también según oleadas
o ciclos, desde la admiración y la codicia hasta la decepción, la irritación e
incluso el desprecio, para volver al punto inicial en el que se vuelve a
empezar.
En el caso de personajes, asuntos o momentos clave que
requieren una mayor explicación dentro del texto general, se han introducido
resúmenes o intermezzos de temática diversa: desde Confucio a las concubinas; de
la última emperatriz del siglo XX, Chi-Xi, a la decisiva repercusión que tuvo
para la guerra del Pacífico en 1941-1945 que la marina estadounidense pudiera
descifrar los códigos navales japoneses; así como sucintas biografías de
personajes y figuras importantes como Madame Chiang o Deng Xiaoping, todo ello
sin interrumpir el hilo de la narración.
Por lo tanto, el libro se
inicia con el lento desarrollo histórico, más que con una fecha concreta, y
concluye en el año 2001. La razón es que, aunque el final abre una expectativa
de futuro, su contenido expone los ciclos del pasado, no sólo aspectos que se
relacionen con la política o la economía del siglo xxi. En cualquier caso, los
hechos que relata el libro guardan relación —sorprendente a veces— con la
actualidad, precisamente por la recurrencia de sus temas principales, dado que
el espectacular renacer actual de China, incluso el modo de encarar sus propios
problemas, continúa claramente entrelazado con las relaciones económicas y
políticas del país con otros países y potencias.
Desde hace poco tiempo,
la historia y la cultura de China se han convertido en Occidente en una
importante industria editorial. Es lógico, ya que la fascinación por China, la
delicadeza de su arquitectura, el arte, la cerámica y la poesía no son de ayer.
Sin embargo, su reciente historia de revolución y trastornos, unida a la
explosiva expansión económica y demográfica, va más allá del simple interés
cultural y ha suscitado admiración, aunque también consideraciones erróneas por
el peso de la influencia económica de China como potencia en el mercado global.
Esta circunstancia ha provocado un amplio y variopinto caudal de ensayos, desde
relatos de viajeros, artículos sobre negocios y finanzas, hasta encomiables
estudios académicos sobre la historia de China, o artículos de orientación
política sobre las relaciones futuras con China. No obstante, el vaivén
histórico de intereses de otros estados y sociedades hacia China, en el contexto
de sus propias políticas y perspectivas, así como los intereses o la falta de
interés de China al respecto, no se han tenido en consideración. Ésta es la
laguna que intenta llenar este libro.
Nota de la Redacción: Este texto corresponde a la introducción del
libro Harry G. Gelber, El
Dragón y los demonios extranjeros. China y el mundo a lo largo de la
historia (RBA Libros, 2008). Queremos hacer
constar nuestro agradecimiento a RBA
LIbros por su gentileza al facilitar la publicación en
Ojos de
Papel.