Nancy,
ciudad de La Lorena francesa. Juliette espera en la cafetería, transparente,
ausente del mundo y ajena a éste. Su ropa no cuadra, es demasiado anticuada.
Acaba de llegar. Su cara, sin embargo, no transmite impaciencia, curiosidad,
sino castigo: hace lo que se le ha dicho que debía hacer. Los servicios sociales
han contactado a su hermana Léa (Elsa Zylberstein), capaz de
pasar de la sonrisa al torrente de lágrimas en un abrir y cerrar de ojos. El
reencuentro es el de dos extrañas. Han pasado 15 años, sin visitas, cumpliendo
un castigo que lleva grabado en la mirada vacía, una pena impuesta pero
aceptada, que ella considera merecida.
Poco a poco se van desenterrando los recuerdos de niñas, de la hermana mayor,
Juliette, cuidando de la pequeña, de la complicidad que abruptamente quedó
amputada cuando su familia la repudió. Léa acabó creciendo como si fuese hija
única. El padre ha muerto hace ya tiempo, la madre padece Alzheimer y permanece
recluida en una residencia especializada. La descripción meticulosa, fina,
delicada de la evolución de ambas y de cada una por separado es perturbadora.
Probablemente tanto Kristin Scott Thomas como Zylberstein tienen aquí sus
mejores papeles, sin duda, los más íntimos.
Comienza un aprendizaje difícil de comunicación, un abandono del mutismo
prolongado, la espera paciente de Léa. Philippe Claudel rinde
homenaje a la fuerza sorprendente de las mujeres, a su capacidad de
reconstruirse a pesar del dolor y la desconfianza. Una recuperación lenta pero
firme. De nuevo, una paulatina eclosión de la vida frente a la resistencia y la
inercia de la claudicación. Mientras, el secreto está en el aire y no se
pronuncian palabras, el film cautiva. Juliette parece haber cometido el peor de
los crímenes.
Y, sin embargo, es en el momento de la explicación cuando a esta película se
le puede reprochar la obligación de satisfacer lo socialmente entendible. El
porqué, predecible al final, necesita ser comprendido como si no pudiese existir
lo inexplicable, lo anormal, o no pudiésemos enfrentarnos cara a cara con lo
ignominioso una vez que los personajes y el espectador acceden a conceder la
redención después de la pena cumplida. La explicación dolorosa pero lógica, que
permite excusar al culpable. Aún así, esta decepción no borra el magnífico debut
del realizador, ni el bello y conmovedor trabajo de sus actrices.
Tráiler de Hace mucho que
te quiero, dirigida por Philippe Claudel (vídeo colgado en
YouTube por GolemDistribucion)