David Kepesh
(Ben Kingsley) es un carismático profesor de Literatura Comparada en Columbia al
que le gusta, entre otras cosas, seducir a sus alumnas. Solitario y
extremadamente celoso de su libertad, compagina la pasión literaria y musical
con su fascinación por la belleza y la posesión de cuerpos jóvenes. Kepesh es un
coleccionista de amantes, ávido de trofeos, al que le gusta ser admirado pero no
se permite admirar más que la belleza externa, como enmudecido ante un cuadro
perfecto. Hasta que un día, Consuela (Penélope Cruz), se perfila como algo más
que su último objeto de deseo.
Con una puesta en escena elegante, Elegy no es una
película inolvidable, pero sí interesante y delicada, con unos protagonistas
remarcables. Quizá sea el tópico demasiado trillado del profesor seductor de
alumnas lo que no acaba de cuajar en esta elegía, a pesar de ser secundario ya
que el epicentro del relato es el personaje de Kepesh. La reflexión sobre su
egoísta idea de libertad, su opinión sobre el compromiso y la dependencia que
inevitablemente conlleva, y a la que ha rehuido toda su vida, la edad, la
soledad y la muerte forman parte de un ovillo único que Coixet logra trasladar a
la pantalla con distinguida medida bajo los acordes de un exquisito
piano.
Cuando Consuela aparece en la vida de Kepesh, éste verá
tambalearse por primera vez sus
creencias, hasta el punto que ella se convierte en una peligrosa obsesión, una
espiral de necesidad incontrolada, de celos. Pero el personaje es ya demasiado
mayor para emprender un camino que le ha aterrado toda su vida y coincide con
George O’Hearn (Dennis Hopper), su mejor amigo y único confidente – un poeta
mujeriego de éxito -, que es también demasiado tarde para dar media vuelta. La
decisión está tomada, pero a qué precio.
Tráiler de Elegy,
película de Isbael Coixet (vídeo colgado en YouTube por
Vila221984)