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Marc Servitje: "Tom Cruise: Nacido el tres de julio" (Ediciones Carena, 2007)

Marc Servitje: "Tom Cruise: Nacido el tres de julio" (Ediciones Carena, 2007)

    NOMBRE
Marc Servitje

    LUGAR Y FECHA DE NACIMIENTO
Barcelona, 1977

    CURRICULUM
Profesional del mundo de la comunicación. Tras su paso po la Escuela superior de cine de Cataluña y la Escuela internacional de cine y televisión de los Baños (Cuba), fue asistente de dirección en el largometraje Terra de cannos, de Antoni Ribas, y de Babaaouo, de Manel Cussó-Ferrer. Ha trabajado para Barcelona Televisió y colabora en publicaciones como AB, Muy interesante, GQ, Vanidad. Desde el año 2002 es redactor de la revista Imágenes de actualidad.



Marc Servitje presentará su libro en la FNAC de Barcelona (Plaza de Cataluña) el 30 de mayo a las 19:00

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Tribuna/Tribuna libre
Spielberg-Cruise, pareja de ases
Por Marc Servitje, martes, 1 de mayo de 2007
Nunca imaginé que estaría donde estoy ahora. Recuerdo que vi “Tiburón” cuando aún vivía en Louisville, Kentucky, y si alguien me hubiera dicho que en el futuro trabajaría con su director, le habría dicho: “¡tío, estás flipando!”. Quería ser actor, pero la gente como yo nunca terminaba siéndolo. Era como si le dijera a la gente: “Iré a la Luna, seré astronauta”.

Tom Cruise
Tom Cruise y Steven Spielberg fueron presentados por David Geffen en el plató de Risky Business en 1983. Aunque actor y director se cayeron bien enseguida y siempre han sentido una admiración mutua, tuvieron que pasar casi 20 años para que finalmente pudieran satisfacer su deseo de trabajar juntos, después de haberlo intentado en vano con Rain Man, que, como ya he apuntado con anterioridad, terminó dirigiendo Barry Levinson. La primera colaboración de esta verdadera pareja de ases del showbuisness tiene por título Minority Report, adaptación cinematográfica de un relato corto del novelista de ciencia ficción Phillip K. Dick (fuente de inspiración habitual del llamado séptimo arte en films como Blade Runner y Desafío total, o las más recientes Paycheck y A Scanner Darkly) que propone una sociedad futurista en la que la policía es capaz de preveer los crímenes antes de que éstos se produzcan. A parte del dominio espeluznante de Spielberg a la hora de imprimir ritmo a las secuencias de acción y de su creatividad sin límites para sorprender al espectador, Minority Report destaca por el retrato que ofrece del mundo que se avecina, cercano a la visión turbia y pesimista de George Orwell en 1984 y de Aldous Huxley en Un mundo feliz. Para lograrlo, Spielberg se había reunido tres años antes de empezar el rodaje con un total de 16 expertos -entre los que se contaban eminentes científicos del MIT, editores de revistas especializadas, urbanistas, infórmaticos y diseñadores de coches-, que lanzaron un sinfín de ideas sobre cómo sería a su entender la sociedad en 2054, año en el que acontece la acción de la película. Moviéndose en un entorno en el que los coches circulan por raíles para evitar accidentes, saturado por la publicidad indiscriminada y personalizada, y controlado por una nutrida red de escáneres de retina que permiten localizar a los ciudadanos en todo momento (una invasión de la privacidad muy acorde con los tiempos que corren), Cruise –en la piel de un falso culpable típicamente hitchcockiano- sortea todo tipo de obstáculos con el fin de demostrar que él no cometerá el asesinato que se le ha imputado.

Fue entonces cuando Spielberg constató de primera mano lo que le habían contado de Cruise, que es un profesional modélico, centrado, disciplinado y que, lejos de comportarse como un divo, se muestra muy afable y colaborador con sus compañeros de reparto, además de tener «mucha presencia. Tiene ese “nosequé” que hace que destaque en una habitación llena de gente. Es como si estuviera enchufado a la pared y el resto de las personas permanecieran en la oscuridad. Tom brilla mucho más que la mayoría, y de eso te das cuenta incluso antes de saber lo talentoso que es como actor». Después de la excelente recepción de Minority Report entre crítica y público, Cruise y Spielberg hicieron gala de su buena sintonía marcándose un cameo en la comedia descerebrada Austin Powers en Miembro de oro, tras la cual anunciaron su intención de volver a trabajar juntos en una puesta al día de La guerra de los mundos, de H.G.Wells, que ya había conocido una espléndida versión cinematográfica dirigida por Byron Haskin en 1953. Considerada la cara oculta de E.T. y Encuentros en la tercera fase, esta lujosa superproducción de 130 millones de dólares pone de manifiesto una vez más que Steven Spielberg no tiene rival en cuanto a espectacularidad, inventiva y saber sacar partido a las últimas innovaciones en el campo de los efectos especiales (gentileza del no menos genial Dennis Muren). En la retina de los espectadores perviven la aparatosa irrupción de los trípodes desde las mismísimas entrañas de la Tierra (con la imagen de un campanario resquebrajándose a contraluz), la atmósfera pesadillesca tintada de rojo-sangre que atenaza los últimos compases del film y cómo los invasores atacan sin contemplaciones a un ferry a punto de partir (una secuencia que se cuenta entre lo mejorcito del autor de Tiburón y Parque jurásico). A pesar de todo, hay quienes se lamentan del tono edulcorado de la cinta en algunos pasajes, causado por la necesidad de Spielberg (y puede que también del propio Cruise) de abordar uno de sus temas favoritos, es decir, las relaciones paternofiliales, de tal forma que la invasión extraterrestre termina por convertirse en una mera excusa para contar cómo un padre aprende a tratar a sus hijos (y es que Spielberg, al igual que Cruise, se crió sin el amparo de un padre, ya que éste le abandonó a él y a su madre al enamorarse de otra mujer).

Es posible que con el tiempo La guerra de los mundos no sea recordada por su indudable calidad como producto de consumo masivo, sino como la película que marcó el principio del fin de la relación de Cruise con Paramount, y puede que hasta con el propio Steven Spielberg. Para ello, les aliento a retroceder al capítulo 5 de este libro, centrado en la vinculación de Cruise a la Iglesia de la Cienciología y en el que aprovecho para reproducir un extracto de la entrevista publicada por el semanario alemán Der Spiegel con motivo del estreno de La guerra de los mundos. Como podrán comprobar, Cruise dedica gran parte de sus intervenciones a promocionar sus creencias religiosas y, al parecer, dicho comportamiento incomodó sobremanera a Spielberg, que tampoco supo explicarse por qué Cruise instaló diversas carpas informativas de la doctrina ciencióloga en el set. La campaña de lanzamiento del film estuvo salpicada una y otra vez por la defensa a ultranza del actor a la religión creada por L. Ron Hubbard, por sus ataques a la psiquiatría (manteniendo un enfrentamiento público con Brooke Shields por tomar antidepresivos tras dar a luz) y por sus arrebatos adolescentes con respecto a Katie Holmes, su novia de entonces y su esposa en la actualidad. Los directivos de la Paramount, productores y distribuidores de la película, tomaron buena nota de todo ello y, a pesar de los 600 millones que La guerra de los mundos amasó en todo el mundo, estimaron que Cruise había priorizado la promoción de su iglesia por delante de la de su film. Cuando su siguiente película, Misión imposible III (también producida por Cruise en colaboración con Paramount), no cumplió las expectativas que se tenían depositadas en la taquilla, los de la Paramount culparon a la estrella de haber dañado su inversión.

Cruise había fundado C/W Productions con su antigua representante Paula Wagner en 1992 y desde entonces sus oficinas se encontraban en los estudios Paramount, con quienes se comprometía a desarrollar sus siguientes proyectos por el módico precio de 10 millones de dólares anuales. Pero en verano de 2006 Sumner Redstone, presidente de Viacom, conglomerado de empresas al que pertenece Paramount (y a su vez DreamWorks, de Spielberg), anunció a través del Wall Street Journal que había tomado la decisión de prescindir de los servicios de Cruise o, para ser más exactos, se negaba a extender su colaboración con C/W Productions aprovechando que su contrato expiraba. «No tiene nada que ver con su capacidad como actor, es un gran intérprete», dijo Redstone. «Pero no creemos que alguien que comete un suicidio creativo y cuesta ingresos a nuestra compañía deba permenecer con nosotros». Y terminó con un contundente: «Su conducta reciente no es aceptable para Paramount». Insatisfechos por las explicaciones que había dado Redstone, los editores de la revista Radar quisieron ofrecer su propia versión de los hechos. En uno de sus artículos esgrimían que, durante las negociaciones para la renovación de dicho contrato, el máximo dirigente de Paramount, Brad Grey, fue agasajado en su coche por una docena de cienciólogos, supuestamente enviados por Cruise para hacerle entrar en razón. Más comedida, en cambio, fue la opinión vertida por el analista cinematográfico Edward Jay Epstein, quien quiso ver en la decisión de Redstone un trasfondo meramente económico: al parecer éste andaba con la mosca tras la oreja después de comprobar que Cruise y Wagner se llevaban un alto porcentaje de lo ingresado por la venta y alquiler del DVD de Misión imposible III y quiso rebajar sustancialmente sus pretensiones, a lo que éstos se negaron en redondo.

Sea como fuere, la desvinculación de Cruise con Paramount supuso un duro varapalo para el actor, no sólo por el proceder poco diplomático de Redstone sino también porque se vio obligado a perder el control sobre la franquicia que él mismo había creado, es decir, Misión Imposible (de la que se rumorea que la Paramount tiene intención de rodar una cuarta entrega con -¡atención!- Brad Pitt en el papel de Ethan Hunt) y porque los proyectos en los que tenía previsto intervenir fueron a parar al baúl de los recuerdos o siguieron su curso natural sin contar con su presencia. De esta forma, después del anuncio del capataz de Viacom, su nombre dejó de sonar para The Eye, remake norteamericano del film homónimo de terror producido en Hong Kong sobre una muchacha (Jessica Alba) que, tras implantársele el ojo de otra persona, ve más allá del mundo que conocemos; y I Married a Witch, una comedia romántica con toques fantásticos que habría supuesto la séptima película como director de Danny De Vito, cuya labor tras las cámaras había dejado tan buen sabor de boca en La guerra de los Rose. Aunque de todas las películas que pretendía hacer con la Paramount, la que probablemente le hacía más ilusión protagonizar era The Few, un drama bélico acontecido en la Segunda Guerra Mundial que habría supuesto su reencuentro con el director Michael Mann, a quien tiene en gran estima después de su fructífera colaboración en Collateral. Y es que Collateral le había valido al actor sus primeras buenas críticas en mucho tiempo, siendo muy comentado en el momento de su estreno su cambio de look y registro. En este thriller solvente y atmosférico, Cruise recuperaba el lado oscuro que había mostrado años ha en Taps al interpretar a un asesino a sueldo que obliga a un taxista (Jamie Foxx) a llevarle hasta al paradero de sus víctimas. Luciendo un corte de pelo canoso que hacía juego con su traje gris claro, serpenteaba por las autopistas de Los Angeles dispuesto a finiquitar sus encargos en no más de 10 horas.

Llegados a este punto, con su agenda profesional en un inquietante stand by y la publicación en diversos medios de comunicación de unas encuestas que reflejaban un alarmante descenso de su popularidad (sobre todo entre las adolescentes, uno de los segmentos de público con mayor influencia en la taquilla), muchos periodistas/oportunistas quisieron vaticinar el principio del fin de Tom Cruise. A quien esto suscribe le sorprende que se emitan juicios de este tipo tan a la ligera, sobre todo teniendo en cuenta que Cruise lleva ya más de 20 años en la cúspide (por lo que no es descabellado pensar que, en una carrera tan longeva, uno encuentre unos cuantos baches en el camino sin que éstos tengan que ser insalvables) y que, a pesar de todo, su última película, Misión imposible III, es la séptima que protagoniza de forma consecutiva que supera la barrera de los 100 millones de recaudación (algo que hasta la fecha ha logrado ya en 13 ocasiones). Resulta más chocante aún (y hasta censurable) que la mayoría de las críticas que reciba sean de carácter personal, cuando en realidad sólo debería preocuparnos su capacidad y carisma como intérprete. ¿A alguien le molesta de veras si es cienciólogo y/o gay? ¿Les entretienen sus películas? Si es así, vayan a verlas, si no, déjenle en paz. ¿O no?

El caso es que, pasados dos meses de su ruptura con Paramount, Cruise y Wagner ya habían encontrado empleo. Así lo certificó la Metro Goldwyn Mayer en un comunicado emitido el de 2 de noviembre de 2006 que anunciaba que la pareja de productores tomaba las riendas de la mítica United Artists, propiedad de la MGM desde 1981. La UA fue creada en 1919 por cuatro tótems del cine como son Charles Chaplin, Douglas Fairbanks, Mary Pickford y D.W.Griffith con la intención de garantizar la libertad creativa de sus obras sin la intromisión de los grandes estudios. La productora conoció su momento de mayor esplendor en los años 60 y 70 firmando títulos de la envergadura de El apartamento, West Side Story, Alguien voló sobre el nido del cuco, Rocky, Apocalipse Now e incluso varias entregas de la saga James Bond, pero a partir de los 80 enfiló su cuesta abajo, siendo relegada desde los 90 a financiar pequeños films de bajo presupuesto (algunos, eso sí, de cierto éxito, como el documental Bowling for Columbine y Capote). ¿Quién mejor que Cruise, protagonista de su último gran taquillazo, Rain Man, para insuflar aire nuevo a la compañía?, pensaron no sin razón los de la Metro. De esta forma, Paula Wagner acometía la dirección de la UA y se comprometía a producir junto a Tom Cruise unas cuatro películas al año, de las cuales el actor decidirá si quiere protagonizarlas o no. A su vez, la estrella se reserva la opción de intervenir en las películas que le venga en gana, independientemente del estudio que las financie y sin tener que rendirle cuentas por ello a los responsables de la MGM. De momento, su próximo film como intérprete será Lions for Lambs, en la que comparte cartel con Robert Redford (quien explota también su faceta de director) y Meryl Streep. Tras su rodaje, se postula como protagonista de Selling Time, la nueva película de Spike Lee sobre un individuo que está dispuesto a revivir el peor día de su vida a cambio de morir siete años antes de lo previsto.

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Nota de la Redacción: agradecemos a Ediciones Carena en la persona de su director, José Membrive, la gentileza por permitir la publicación de este avance editorial de la obra de Marc Servitje, Tom Cruise: Nacido el tres de julio (2007).
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