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martes, 3 de junio de 2008
King Kong se abrasa en el incendio de la Universal
Autor: Juan Antonio González Fuentes - Lecturas[6703] Comentarios[0]
Buena parte de los míticos estudios Universal han sido pasto de las llamas. La réplica de King Kong dicen las informaciones que ha ardido, pero el cine está hecho de sueños, y los sueños no los consume el fuego. El bueno de King Kong resurgirá de sus cenizas

Juan Antonio González Fuentes 

Juan Antonio González Fuentes

Rett Butler guía como puede el frágil carromato tirado por un caballo y en el que viajan, además de él y su adorada Scarlett O’Hara, la prima de ésta, Melania, abrazada a su hijo recién nacido, y una esclava negra de no muchas luces. El ejército yankee está a punto de entrar en la ciudad, y las tropas sudistas han incendiado por los cuatro costados Atlanta para que los invasores sólo encuentren a su paso escombros y restos calcinados. El incendio es pavoroso, y Rett debe conducir el carro por las calles abrasadas.

La secuencia pertenece a la célebre película de 1939 dirigida por Víctor Fleming Lo que el viento se llevó, basada en la novela homónina de la escritora sureña y sudista Margaret Mitchell. El carismático Clark Gable encarna al héroe Rett Butler y una hermosísima Vivien Leigh le pone rostro y materia corpórea a la inolvidable Scarlett.

Es una secuencia que seguro hemos visto todos una y mil veces en cine o en televisión, pero de lo que no estoy tan seguro es de que todos ustedes sepan o recuerden que para dar el buscado realismo a la escena se quemaron todos los decorados construidos en su día para rodar la primera y mejor versión de King Kong.

Fragmento de King Kong (1933), dirigida por Merian C.Cooper y Ernest B. Schoedsack (vídeo colgado en YouTube por editionsmontparnasse)

Pues bien, los estudios de la Universal, la legendaria compañía cinematográfica fundada en 1915, situados a unos 15 kilómetros del mismísimo centro de la ciudad de Los Ángeles, han ardido como la yesca más reseca hace apenas unas horas. Más de 300 bomberos, hidroaviones, helicópteros y demás medios materiales no pudieron evitar que las paredes de madera de los distintos estudios ardieran en cadena, y con ellos parte de los decorados y símbolos más emblemáticos de la historia del cine, entre ellos, al parecer, la propia réplica del pobre King Kong y, nada más y nada menos, que la siniestra casa de la colina en la que el psicópata hitchcockniano Norman Bates tuvo encerrada a su terrible madre.

Junto a la réplica del gigantesco gorila, decorados que representaban calles mil veces filmadas de Nueva York o Londres, etc, etc..., también ardieron entre 40.000 y 50.000 cintas pertenecientes a la videoteca de la Universal, sin duda una de las más importantes de todo el mundo. Al parecer, suspiraos de alivio los cinéfilos, el fuego no llegó ni siquiera a lamer las paredes que custodian la parte principal del archivo cinematográfico de la empresa, el que guarda los negativos originales de miles de películas que forman parte ya de la educación visual y sentimental de buena parte de la humanidad desde hace casi un siglo.

Si el pobre King Kong vio en 1939 arder las maderas que fueron durante un tiempo su hogar terrenal, ahora, en el final de la primavera del año 2008, es el propio gorila de dimensiones colosales (perpetuo enamorado de la dulce y sexy chica rubia de los cuentos con la que soñamos casi todos, seamos gorilas o no), quien ha sido consumido en su fórmula de cartón piedra por las llamas de un infierno que ahora se especula incluso provocado por los mismísimos amigos terroristas de Bin Laden.

Pero creo que no hay que preocuparse más allá de lo normal. El cine, el de verdad, como todos sabemos o intuimos, está hecho de un material completamente ignífugo, los sueños. Y a los sueños ni siquiera el fuego fortuito o el provocado los puede de verdad ni dañar ni consumir. Veremos, estoy seguro, resurgir a King Kong de sus cenizas.  


NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.

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