Juan Antonio González Fuentes
Desde la desaparición a finales del mes de diciembre del año 2002 del poeta José Hierro, en toda España se han ido dando a lo largo del tiempo distintos actos de homenaje y de celebración de su vida y su obra en forma de reconocimientos institucionales, ciclos de conferencias, artículos de prensa, reediciones de algunas de sus obras, lecturas poéticas, etc… Sin embargo no fue hasta diciembre del año 2004, coincidiendo con el segundo aniversario de la muerte del premio Cervantes de 1998 y el inicio de las conmemoraciones del 250 cumpleaños de la ciudad de Santander, cuando se llevó a efecto el que hasta la fecha ha sido sin duda el mayor esfuerzo de aproximación global y divulgativa a la figura y a la obra del gran poeta de Libro de las Alucinaciones y Cuaderno de Nueva York. Me estoy refiriendo a la muestra titulada José Hierro (1922-2002), La Torre de los Sueños, que tuvo lugar entre el 23 de diciembre de 2004 y el 28 de febrero de 2005 en dos santanderinos espacios expositivos, el Museo de Bellas Artes de Santander y la gran sala del Mercado del Este.
La exposición estuvo planteada desde un primer momento con la evidente vocación de, por un lado, ofrecer al público una amplísima panorámica de lo que fueron algunos de los principales hitos existenciales del poeta, y por otro lado, dar una idea lo más vasta y precisa posible de su trabajo creativo y de lo generado en torno a este por otros artistas, escritores y estudiosos. Partiendo de estas dos vocaciones principales, la exposición se estructuró en cuatro grandes bloques o apartados: el fotográfico, el audiovisual, el bibliográfico y el dedicado a la obra plástica.
En la gran sala del Mercado del Este más de cien fotografías ampliadas en blanco y negro y dispuestas siguiendo un estricto sentido cronológico, narraban al visitante la historia en imágenes del poeta y artista José Hierro desde sus primeros años de vida hasta el final de la misma. En este discurso histórico, elaborado mayoritariamente mediante imágenes del archivo personal de la familia, podía uno acercarse a los años santanderinos del poeta, a muchos de los personajes que conoció a lo largo de varias décadas, a su entorno familiar, a sus actividades creativas, a los distintos reconocimientos institucionales que recibió, a los lugares que habitó o visitó como viajero curioso…, y claro, a su llamativa y “escultórica” transformación física. Así, los 80 años de vida de José Hierro quedaban resumidos visualmente de forma muy atractiva para el gran público, ofreciendo además un pequeño acercamiento a lo que fue la vida cultural española de la segunda mitad del siglo XX.
Otra forma que tuvieron los espectadores de acercarse a la vida y a la palabra personal de José Hierro fue la proyección en las dos salas expositivas de diversas proyecciones audiovisuales en sistema dvd. Se trataba de la continua proyección en espacios habilitados al efecto de programas monográficos realizados por distintas televisiones españolas sobre la historia y el personaje del poeta José Hierro, y en los que podía verse, por ejemplo, a un Hierro setentón recorriendo lugares imprescindibles de su educación sentimental mientras narraba sus vivencias en ellos, o se le escuchaba recitar sus versos, o se le podía contemplar emborronando con colores cartulinas, o se asistía a una entrevista con él en la que hablaba de sus influencias poéticas y regalaba resumidas y atinadas lecciones de poesía española.
En una exposición sobre la obra de tan imprescindible poeta español de la segunda mitad del siglo XX, necesariamente el espacio dedicado a su bibliografía reclamaba un lugar privilegiado. Así, a lo largo y ancho de la gran sala del Mercado del Este, decenas de vitrinas y expositores mostraban el notable universo libresco construido por José Hierro y por todos los que han escrito sobre él: todas las primeras ediciones de sus libros de poemas; las traducciones a muy diferentes idiomas; tesis doctorales sobre su poesía realizadas en universidades españolas y extranjeras; estudios diversos en torno a su obra literaria; variopintas antologías de sus libros; catálogos de exposiciones con textos del poeta; libros de crítica de arte con su firma; manuscritos de todas las formas y colores; un diario redactado durante su estancia en la cárcel; números especiales de revistas dedicados a su figura y a su obra; cartas de él y de autores muy significativos de las letras en castellano destinadas a él; los volúmenes encuadernados de sus escritos con los programas radiofónicos que realizó para Radio Nacional, etc, etc… La mayor parte de estos fondos bibliográficos, como prácticamente todo lo exhibido en la muestra, pertenecen al abundante legado familiar; un legado repartido entre el Centro de Poesía José Hierro de Getafe y los fondos conservados por la viuda, Mª Ángeles Torre, y sus hijos.
Finalmente, la exposición ofrecía a los visitantes la posibilidad de conocer la más amplia muestra jamás mostrada de obra plástica salida de las manos del poeta, así como una muy extensa selección de los trabajos de artistas amigos que él atesoraba en su casa. La sala del Museo de Bellas Artes se consagró esencialmente a los óleos, mientras que la del Mercado del Este se llenó con gouaches, acuarelas, collages, mixtas y grabados de los que se imprimieron carteles para instituciones como la UIMP o el Festival Internacional de Santander. En toda esta amplísima exhibición de pinturas (centenares de piezas colgadas en las dos salas), predominaban los paisajes, los bodegones y por encima de otras muchas temáticas, los autorretratos, que llegaron a conformar una galería que parecía inacabable en su notable tendencia al infinito.
Esta muestra de obra plástica se completaba con algunas pequeñas esculturas diseñadas por el autor de Alegría, y con un rincón de ambientación kitsch y decimonónica en cuyo espacio podían contemplarse variopintos trabajos de artistas como Pancho Cossío, Ricardo Zamorano, Antonio Quirós, Fernando Sáez, Ángel Ferrant, Julio Maruri, Eusebio Sempere, Cristino Mallo, Manuel Viola, Juan Uslé, Jesús Otero, Jorge Oteiza, Pablo Serrano, Agustín Riancho, Vázquez Díaz,…, todos ellos pertenecientes a la colección que el poeta logró reunir a lo largo de décadas de relación con el mundo de las artes plásticas en España.
Para acompañar convenientemente a este considerable esfuerzo expositivo, se editó un catálogo de más de seiscientas páginas que acoge en ellas no sólo las reproducciones de parte de las fotografías, pinturas, esculturas y manuscritos que conformaban la exposición, sino también un importantísimo número de testimonios personales y de textos críticos escritos por algunos de los más reconocidos especialistas españoles en la obra de Hierro, y también por amigos y compañeros del poeta. A estas páginas hay que sumarle otras que incluyen una antología poética consultada y comentada por poetas y críticos de muy distintas generaciones, una muy completa bibliografía, así como una imprescindible cronología para moverse con cierta soltura por lo que fue la historia del poeta José Hierro. Más de seiscientas páginas en las que aparecen relevantes firmas como las de Francisco Umbral, Francisca Aguirre, Julia Uceda, Jorge Riechmann, García Jambrina, González Iglesias, Jesús Pardo, Amalia Iglesias, Javier Lostalé, Jordi Doce, Almudena Guzman, Dámaso López…, y que recogen, además de lo que fue la heterogénea y rica exposición del Museo y del Mercado del Este, algunas aproximaciones y lecturas críticas de primer orden sobre la vida y la obra de José Hierro, convirtiéndose así en un instrumento de consulta a día de hoy imprescindible e insoslayable para cualquier estudioso o aficionado que necesite tomarle el pulso a un poeta tan poliédrico y excepcional como José Hierro.
Otros textos Juan Antonio González Fuentes sobre José Hierro:
NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.