Hace semanas leí el libro del periodista
Enric González (Barcelona, 1959)
Historias de Nueva York (RBA). La lectura me entretuvo sobremanera, me divirtió muchísimo y me enseñó muchas, muchas cosas sobre la última capital del mundo. En definitiva, me dejó con ganas de más. González trabajó como corresponsal de
El País en Londres, París, Nueva York, Washington y Roma. Él mismo dice que no tiene mucho olfato para los títulos, y además del libro ya señalado, tiene publicados otros tres sobre los países en los que ha vivido, todos publicados por RBA:
Historias de Londres, Historias del Calcio e
Historias de Roma. He comprado los libros dedicados a Londres y Roma. Ya he dicho que Nueva York me dejó con ganas de mar. Estoy a punto de acabar con Londres, y tampoco esta vez he quedado defraudado.
Cuenta González en su libro londinense muchas anécdotas y curiosidades. Una, por ejemplo, tiene como protagonista a
John Major (1943), ese Primer Minister británico con aspecto de circunspecto y aburrido funcionario provinciano. Major está desaparecido de la política inglesa desde el año 2001, en el que abandonó la Cámara de los Comunes. Pues bien, lo que yo no sabía es que Major nació en Brixton, un barrio del sur de Londres, habitado por una gran colonia de artistas de circo y
showmen. El padre de Major trabajaba en oficios circenses, más concretamente era equilibrista, aunque redondeaba sus ingresos fabricando esas imposibles figuras de enanitos para jardines que a mí, cuando las veo, me retan a reventarlas a pedradas. Así que tenemos que el padre de Major era equilibrista y fabricante de enanos. No, el futuro Primer Ministro no acudió gracias a una beca y su esfuerzo a ninguna prestigiosa y elitista universidad de esas en las que durante siglos se han formado los dirigentes de su Majestad.
Enric González: Historias de Londres (RBA Libros)
No. Major, en un principio, decidió quedarse en el barrio, en Brixton, pero su intento de convertirse en conductor de autobuses municipales fracasó: suspendió el examen por falta de mínimos conocimientos de aritmética. Ante el fracaso se colocó en una correduría de seguros, pero el trabajo no le gustó en exceso, por lo que durante una temporada también se dedicó, como su padre, a fabricar gnomos. ¿Quién iba a decirle al joven fabricante de enanitos de jardín que llegaría a ser el sucesor de
Margaret Thatcher? ¡Ah, Inglaterra!