Reseñas de libros/No ficción
Testimonio de una resistente vasca
Por Rogelio López Blanco, martes, 6 de abril de 2004
Aunque las heridas estén sin cerrar, tras el asesinato de su hermano Joxeba el 8 de febrero de 2003, aunque los recuerdos, penas y deseos se atropellen y mezclen con el análisis políticos, con la remembranza de lo cotidiano, con la recuperación de un pasado feliz y con el engarce de la autora, Maite Pagazaurtundua, y su familia en la política, el libro deja al lector un extraño poso de lucidez, de clara comprensión de los entresijos más sutiles sobre lo que viene ocurriendo en el País Vasco a través de un sencillo y sentido testimonio personal.
El elemento fundamental para que se produzca ese efecto clarificador es la sensación de proximidad a la que uno se abre sin recelo ante lo que se va relatando, cercanía y confianza que vienen determinadas por la sinceridad con la que se expresa la autora mediante un estilo contenido, apenas desgarrado en los momentos cenitales, y un fondo de serenidad en el que lo humano, que va entreverado con lo político de modo estrecho, al fin y al cabo es lo que condiciona el devenir de la familia, acaba siempre prevaleciendo.
En el relato de Maite Pagazaurtundua se puede observar con nitidez lo que hay detrás de esas noticias acerca del acoso del terrorismo de baja intensidad, algo casi cotidiano, que aparecen brevemente en los medios, hasta que estalla la gran conmoción del asesinato vil, que empieza con la amenaza, sigue por la etapa previa de los prolegómenos, compuestos por el cerco social, expresado en las miradas huidizas u ofensivas, y la escalada de agresiones. Detalla cómo se vive y se siente la hostilidad cotidiana de los totalitarios, el sentimiento de indefensión prolongado en el tiempo y, muy particularmente, la forma sinuosa e hipócrita en que se manifiesta la indiferencia moral de quienes, en tanto responsables de las instituciones vascas, deberían verse compelidos a tratar, sólo tratar, de impedirlo, pero apenas pasan de la retórica de las condenas, para justificar su aparente impotencia, o del gesto solidario, con el que acallan su mala conciencia, cuando se produce la tragedia, como si todo eso, asesinatos y acoso extremo, fuera algo inevitable o incontrolable. A lo que se suma, para mayor escarnio, la rápida y mecánica autotransformación de los nacionalistas en víctimas cuando son apremiados o recriminados por los que de verdad sufren.
La autora ofrece la fórmula para poner las bases que permitan extinguir un conflicto inducido por una ideología excluyente. Lo hace con una generosidad franca pero no exenta de exigencia en la responsabilidad. Sólo la regeneración del PNV a través del arrumbamiento de los principios sabinianos, aquellos relativos a la “ocupación” y a las mendacidades históricas, junto a la asunción efectiva de la intrínseca pluralidad de la sociedad vasca habilitará la posibilidad para un futuro de convivencia y aceptación del adversario
Aquí detecta la autora con penetración las razones de fondo y ofrece la fórmula, desde la civilización y la racionalidad, para poner las bases que permitan extinguir un conflicto inducido por una ideología excluyente. Lo hace con una generosidad franca pero no exenta de exigencia en la responsabilidad. Sólo la regeneración del PNV a través del arrumbamiento de los principios sabinianos, aquellos relativos a la “ocupación” y a las mendacidades históricas, junto a la asunción efectiva de la intrínseca pluralidad de la sociedad vasca habilitará la posibilidad para un futuro de convivencia y aceptación del adversario. El PNV, pues, debe abandonar sinceramente la pretensión de que ostenta el monopolio de lo vasco y renegar de la creencia de que los no nacionalistas son de “fuera”, que, por tanto, pueden alcanzar el poder en tanto alternativa política en una sociedad ideológicamente plural. No hay otra solución.
Para los que quieren una introducción a la dramática realidad vasca, con todas sus aristas y perspectivas, para los que tienen interés en un testimonio palpitante de vida, cercano, el libro de Maite Pagazaurtundua es un documento imprescindible. Debe ser leído por sus virtudes particulares ya mencionadas más arriba, pero también porque es la palabra de las víctimas del terrorismo, de aquellos que piden responsabilidades y se rebelan cívicamente contra quienes callan y otorgan.