Reseñas de libros/No ficción
Sartori explica lo que es la democracia
Por Rogelio López Blanco, martes, 13 de enero de 2004
La democracia ha sido un elemento capital en los estudios de Giovanni Sartori desde finales de los años cincuenta. De hecho, este libro es un actualización completa de otro publicado en los ochenta al que se le ha añadido un apéndice imprescindible, el dedicado a los retos futuros de la democracia ante los nuevos fenómenos que emergen tras la caída del Muro.
Estamos, pues, ante la culminación de una teoría de la democracia de gran calado, minuciosamente expuesta y argumentada, que desarrolla los elemento teóricos fundamentales, refuta las trampas más comunes, analiza las cuestiones prácticas y advierte con sagacidad sobre los peligros que se vislumbran como el videopoder, la consagración de la sociedad de las pertenencias (la de los derechos sin deberes) o la religión, la musulmana en particular.
Algunos asuntos ya los había desarrollado en otros libros, Homo Videns o La sociedad multiétnica, que tuvieron un impacto notable debido a una virtud, importante en los tiempos que corren, que adorna al autor: la capacidad para decir lo que piensa, sin transigir con la dictadura de lo políticamente correcto y sin bajar la cabeza ante los epítetos descalificatorios que esconden la falta de contraargumentos. De esta postura fluyen las características fundamentales de su obra: la claridad, la capacidad expositiva, la valentía para penetrar en todos los vericuetos y la inteligencia para discernir y despejar las incógnitas utilizando la lógica que demuele prejuicios y deformaciones.
Aquí lo central es tratar de entender qué es la democracia, algo clave para el autor, quien considera que “una democracia malentendida es una democracia mal planteada”
Para Giovanni Sartori el principal problema procede de la definición de democracia, la oposición entre el deber ser (democracia prescriptiva) y el ser (democracia descriptiva), pues lo que de inmediato llama la atención es la diferencia entre la realidad conocida, con sus innegables deficiencias, y el ideal que transmite su significado, el gobierno del pueblo. El objetivo es aunar ambos polos, que para él son inseparables, en una teoría de la democracia. Aquí lo central es tratar de entender qué es la democracia, algo clave para el autor, quien considera que “una democracia malentendida es una democracia mal planteada”.
En la primera parte del libro, que está compuesto de tres apartados, despliega los elementos teóricos y se centra en las tres trampas básicas en las que puede incurrir el discurso democrático errado. El primer engaño es el terminológico, que se alimenta de la discusión del significado de la palabra democracia, igual a “poder del pueblo”, una fórmula elíptica que tiene su límite. El segundo simplismo es el realístico, reclamar que lo único importante es lo real y que no cuenta lo ideal. Junto a este aspecto, aborda el sustancioso debate sobre la democracia entre la mentalidad racionalista (fundamentalista) y la empírico-pragmática (instrumentalista), es decir, la visión francesa y la anglosajona. El tercer engaño es el perfeccionista, que viene a ser el idealismo negativo, al no considerar la diferencia entre lo ideal y lo real, lo que lleva al maximalismo que acaba con la propia democracia. En esta primera parte también estudia el papel crucial de la opinión pública y las elecciones, el asunto de la selección de los que mandan y el análisis de los sistemas no democráticos, en especial del totalitarismo.
Proclama la victoria definitiva del mercado y el paulatino fin de las ideologías en el sentido que les atribuye la concepción marxista, aunque ésta persista como forma de interpretar la realidad y permanezca enquistada bajo dos formulaciones, la mística de la revolución –con su correlato de violencia- y la fijación en la crítica y la denuncia como sistema
La segunda parte se centra en la defensa de la democracia liberal representativa como la fórmula más adecuada desde el punto de vista práctico, primero, al impedir la radicalización a la que tienden los procedimientos democráticos directos, y segundo, con su sistema de limitación y control de poder, que libera a la sociedad civil para desarrollarse como tal. La democracia indirecta deja vivir sin que la esfera privada se vea obligatoriamente inmersa en la politización cuando ésta no es deseada. También se analizan cuestiones como la interacción entre democracia con mercado y capitalismo.
El apéndice trata sobre el futuro a partir de la experiencia de la caída del Muro en 1989, de los retos de la democracia que se ha quedado sin el enemigo ideológico que representaba el comunismo, lo que hace aflorar los problemas internos. Proclama la victoria definitiva del mercado y el paulatino fin de las ideologías en el sentido que les atribuye la concepción marxista, aunque ésta persista como forma de interpretar la realidad y permanezca enquistada bajo dos formulaciones, la mística de la revolución –con su correlato de violencia- y la fijación en la crítica y la denuncia como sistema.
Para aquellos lectores que no teman aprender sobre lo relevante, aunque cueste un esfuerzo sostenido de atención, la lectura del libro de Giovanni Sartori es una exigencia imprescindible si uno quiere saber en qué mundo vive en realidad.