Juan Antonio González Fuentes
Internet se inició en torno al año 1969, cuando el Departamento de Defensa de los EE.UU desarrolló ARPANET, una red de ordenadores creada durante la Guerra Fría cuyo objetivo era eliminar la dependencia de un Ordenador Central, y así hacer mucho menos vulnerables las comunicaciones militares norteamericanas.
Tanto el protocolo de Internet como el de Control de Transmisión fueron desarrollados a partir de 1973, también por el departamento de Defensa norteamericano.
Cuando en los años 1980 la red dejó de tener interés militar, pasó a otras agencias que ven en ella interés científico. En Europa las redes aparecieron en los años 1980, vinculadas siempre a entornos académicos, universitarios. En 1989 se desarrolló el World Wide Web (www) para el Consejo Europeo de Investigación Nuclear. En España no fue hasta 1985 cuando el Ministerio de Educación y Ciencia elaboró el proyecto IRIS para conectar entre sí todas las universidades españolas.
Las principales características “positivas” de Internet es que ofrece información actualizada, inmediatez a la hora de publicar información, una información personalizada, información interactiva e información donde no hay límites ni de espacio ni de tiempo.
Pero para navegar por la red de redes, por internet, hay que tener en cuenta también otras muchas cosas, o estar al menos al tanto de ellas para no caer en las muchas trampas que están tendidas por la red. Por ejemplo:
1) La autoría de la información: siempre hay que desconfiar de la información que no tiene autor. En este sentido, a la hora de utilizar información, optemos por las que estén avaladas por el prestigio y reconocimiento tanto del medio como de los autores que en él intervienen.
2) La caducidad de la información: La fecha de la fuente es esencial, pues así sabemos su actualidad. Hay que desconfiar de toda información ofrecida por internet que no disponga de fecha.
3) “Internet profunda”: desconocemos todo lo que ofrece internet. Es lo que se llama Internet oculta, profunda o infranet. Hay que optar por “buscadores” que busquen el valor cualitativo y no cuantitativo. En este sentido hay algunos ejemplos de buscadores como Luxmark, About, Aks Gits, que permiten hacer preguntas.
4) Información/conocimiento: Toda información sin análisis, sin gestionar..., puede incluso causar desinformación. Nunca hay que confundir información con conocimiento. El conocimiento permite desbrozar la información que se nos ofrece, “navegar” con seguridad y dirección por entre los océanos de información que realmente inunda la red, muchísimas veces con datos erróneos o irrelevantes
5) El “ruido” documental o informativo: Al iniciar una búsqueda en internet se nos ofrece una cantidad de páginas imposibles de asimilar. A eso se le llama “ruido”, es decir, al exceso de información no jerarquizada habitualmente por la calidad de los contenidos, sino tan sólo por el número de consultas realizadas. La única fiabilidad a la que podemos agarrarnos con seguridad para no naufragar en el exceso de información, es el conocimiento, el propio conocimiento o el ajeno, fiándonos en este caso del prestigio de la fuente de información.
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Última reseña de Juan Antonio González Fuentes en Ojos de Papel:
-Justo Serna: Héroes alfabéticos. Por qué hay que leer novelas (PUV, 2008)