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miércoles, 11 de marzo de 2009
El Capri de Alberto Savinio, de Andrea de Chirico
Autor: Juan Antonio González Fuentes - Lecturas[8882] Comentarios[0]
Al leer estas páginas sobre Capri escritas por Savinio en 1926, felizmente halladas entre sus papeles, he tenido que cambiar de idea. ¡Qué librito embriagador ha salido de ellas! ¡Cómo resplandece de vibrante fulgor su estilo, qué variedad de luz ilumina cada línea, y cómo rivalizan con los de la isla los colores de las imágenes y de las palabras, hasta alcanzar la misma e irrepetible transparencia! Por una vez, Capri ha encontrado a un escritor a la altura de su mito
Juan Antonio González Fuentes 

Juan Antonio González Fuentes

Sean sinceros conmigo. ¿Quién de ustedes no ha soñado alguna vez con dejar calentar su piel al sol que alumbra el aire, el cielo, el mar, las playas de una isla como Capri? ¿Quién no se ha soñado a sí mismo viviendo alguna historia protagonizada por pieles suaves tostadas al sol y con ese punto de sal que en las carnes jóvenes y turgentes despiertan el canibalismo más civilizado de todos?

Pues bien, con bastante de eso se topa el lector de Capri, el libro con algo de misceláneo que escribió Alberto Savinio sobre la mítica, cosmopolita y glamurosa isla de la costa italiana, y que ha visto la luz en español con posfacio de Raffale La Capria gracias a la editorial Minúscula y a su impagable colección “Paisajes narrados”, colección que ofrece textos verdaderamente maravillosos sobre lugares (ciudades, regiones, pueblos o también geografías imaginarias e inventadas...) que encuentran encarnación literaria en forma de narraciones, reportajes, diarios, cartas.

Escribe el napolitano Raffaele La Capria, en las páginas que cierran este libro, que Capri, como asunto literario, siempre le había parecido que “era un tema imposible, un tema que escritores y artistas harían bien en evitar, porque hay algo demasiado vigoroso e imponente en la naturaleza de esta isla, algo que hechiza y convierte en ridículo e inadecuado cualquier intento de captar su magia. Pero al leer estas páginas sobre Capri escritas por Savinio en 1926, felizmente halladas entre sus papeles, he tenido que cambiar de idea. ¡Qué librito embriagador ha salido de ellas! ¡Cómo resplandece de vibrante fulgor su estilo, qué variedad de luz ilumina cada línea, y cómo rivalizan con los de la isla los colores de las imágenes y de las palabras, hasta alcanzar la misma e irrepetible transparencia! Por una vez, Capri ha encontrado a un escritor a la altura de su mito”.

Alberto Savinio: Capri (Miúscula, 2008)

Alberto Savinio: Capri (Miúscula, 2008)

Pero ¿quién es Alberto Savinio, el autor de estas páginas refrescantes, hermosas, impagables sobre uno de los paraísos en la tierra? El nombre es un pseudónimo que esconde el verdadero, Andrea de Chirico, nacido en Atenas en 1891 y fallecido en Florencia en 1951. Alberto era el hermano menor del pintor Giorgio de Chirico, y pasó su infancia en Grecia, donde estudió piano en el Conservatorio de la capital. Después, y dadas sus dotes, pasó a proseguir sus estudios musicales en Munich y Berlín, llegando a estudiar contrapunto con Max Reger, aunque la llegada de la década de 1910 le descubre ya viviendo en París, donde pronto entabló estrecha amistad con Apollinaire, Picasso, Picabia, Cocteau, Max Jacob..., irrumpiendo además en el mundo de las letras como colaborador de la revista Soirées de París.

La Gran Guerra le vio como soldado voluntario en el ejército italiano junto a su hermano, llegando a combatir en el duro frente de los Balcanes. Terminado el conflicto vivió en Milán y en Roma, donde formó parte del grupo neoclásico La Ronda. En esos fructíferos años italianos Savinio fundo junto a Luigi Pirandello la compañía Teatro dell’Arte, que dirigió el Nobel italiano. En 1926 Savinio se casó y marchó a vivir a París hasta mediados de los años treinta, cuando de forma definitiva volvió a Italia. La Segunda Guerra Mundial la soportó en la capital italiana, colaborando con Il Corriere della Sera y el Corriere d’Informazione.

Alberto Savinio escribió diversas novelas, ensayos y relatos, dejando algunos textos inéditos de indiscutible valor, como este Capri que aquí dejamos recomendado. Pero además de escritor y activista cultural, Savinio fue un más que interesante y prolífico pintor, al que la Bienal de Venecia dedicó una completa retrospectiva el año de su muerte, 1951.

Una pequeña joya cuya lectura ideal quizá implicase las arenas de las playas de la isla de Capri, pero que a falta de dicha ubicación soñada, bien puede leer en cualquier playa de la hermosa costa española, e incluso, sin ser Eloísa, debajo de cualquier almendro.

***


Última reseña de Juan Antonio González Fuentes en Ojos de Papel:

-Justo Serna: Héroes alfabéticos. Por qué hay que leer novelas (PUV, 2008)


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