Juan Antonio González Fuentes
El pasado domingo día 8 me llamaron por teléfono por la mañana. El número que aparecía en pantalla era desconocido, largo como un día sin pan. Descolgué y era una periodista de la edición cántabra del periódico El Mundo, en la que colaboro desde su aparición hace tan sólo unos meses. La periodista quería hacerme una entrevista para el suplemento que editan los jueves, titulado Sutileza(s). Lo cierto es que de unos años a esta parte no soy nada amigo de las entrevistas para los periódicos. Generalmente descontextualizan lo dicho y, en el mejor de los casos, el entrevistado sólo queda reflejado como un majadero proclive a decir cosas absurdas e incoherentes.
Que le dediquen a uno tanto espacio en un periódico no suele acarrear nada bueno. Los amigos se molestan porque no les citas adecuadamente, y los amigos encuentran siempre párrafos y palabras con las que poder agredirte al menor descuido. Por estas razones, y otras que no viene al caso, decidí hace tiempo prodigarme lo menos posible como protagonista de algo en la prensa, y prodigarme con cuentagotas en la prensa local. He pasado temporadas muy tranquilo, pero la compañera me solicitó la entrevista y en tal situación no sabes qué camino tomar.
Si le dices que prefieres no salir en los periódicos, que has tomado esa decisión de forma coherente y razonada, pueden pensar que te has vuelto un engreído, un chulito que no quiere saber nada con los periódicos locales porque los haces de menos y los miras por encima del hombro. Y si dices que sí, inmediatamente quedas expuesto justo a lo contrario: “le gusta salir en los papeles más que chuparse los dedos después de un rico bocado”. En fin, que hagas lo que hagas lo harás mal, o por lo menos regular.
Pero como la edición de El Mundo en Cantabria es ahora de una de mis casas literarias (tengo columna semanal, creo), y la periodista que se puso en contacto conmigo me parece muy simpática, con muchas ganas de hacer las cosas bien y emana una dulzura sobrecogedora, pues dije “adelante con los faroles”, dispuesto a casi todo.
La entrevista se ha publicado hoy jueves. Dos páginas casi enteras en las que digo bastantes tonterías y alguna que otra cosa un poco interesante. La entrevista en vivo y en directo duró casi tres horas, y cuando he leído esta mañana los párrafos me parece haber pronunciado una ristra imperdonable de lugares comunes y de frases hechas en torno a la poesía, la literatura y la vida. Me ha dado un poco de vergüenza ajena, y la vergüenza se ha transformado en desolación cuando el ajeno era yo, un tipo nada ajeno –a veces- a mí mismo.
Caricatura de Juan Antonio González Fuentes (obra de Carlos Díaz para El Mundo)
Hay una sección en las ediciones nacional y local de El Mundo en la que aparecen varias fotos de rostros bajo los que se ve y se lee un nombre, una flecha que indica si el de la foto está in o está out en opinión del periódico, y un breve texto explicativo, han puesto una foto de mi jeta (qué viejo empiezo ya a revelarme) en la que con flecha apuntando al cielo se puede leer el siguiente texto, lleno, lo sé, de cariño y buena voluntad que agradezco de todo corazón y con total sinceridad: “González Fuentes se ha convertido, a sus 44 años, en una referencia viva de la cultura de Cantabria”.
“Referencia viva de la cultura en Cantabria”. La verdad es que no sé qué pensar, aunque lo cierto es que se me hace difícil esbozar una sonrisa. Espero que me entiendan. No es ni mucho menos ingratitud o imbécil soberbia de estúpido ingrato. Es otra cosa, otra cosa distinta, un frío interior que ahora mismo llevo muy dentro y del que no sé dar precisa razón, y del que nada ni nadie tiene por supuesto la culpa.
Hagamos un punto y aparte. Lo que me ha gustado mucho es la caricatura que me han realizado para ilustrar la entrevista. No conozco a quien me ha retratado, pero su trabajo me parece una explosión de talento genuino e inteligente. El artista se llama
Carlos Díaz, y espero que no le moleste el que aquí reproduzca los trazos que salidos de su mano y su cabeza me perfilan, retratan y caricaturizan con tanto acierto y sabiduría.
Con el corazón y la mente navegando entre el agradecimiento y el frío triste, personal e intransferible que ahora me llena por dentro, quiero dar desde aquí las gracias sinceras a Carlos Díaz, y las gracias, muchas gracias, a la periodista
Irene Sainz (tan paciente conmigo, tan tranquila en su oficio de prisas e impaciencias), por trazarme y escucharme.
NOTA: En el blog titulado
El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de
Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.