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martes, 29 de abril de 2008
Josep Torres Campanals versus Max Aub
Autor: Juan Antonio González Fuentes - Lecturas[8315] Comentarios[0]
En julio de 1958, en Méjico, expuso por vez primera el catalán Josep Torres Campanals, heterónimo bajo el que se hallaba el exiliado escritor, y pintor, Max Aub

Juan Antonio González Fuentes 

Juan Antonio González Fuentes

Era casi el comienzo del verano de 1958 en la ciudad de Méjico DF. En la galería de arte Excelsior exponía por vez primera en su vida parte de su obra un pintor catalán de nombre hermoso y rimbombante: Josep Torres Campanals, un español que tras la guerra civil se había exiliado en el más sureño país norteamericano. De la biografía de Campanals entonces apenas se sabía nada, tan sólo que en París había trabado amistad con artistas de la relevancia de Braque o de su compatriota malagueño Pablo Ruiz Picasso.
 
El mes de julio fue la inauguración de la exposición, acontecimiento que coincidió en el tiempo, y no de forma casual, claro, con la presentación de la primera monografía dedicada al pintor, un trabajo publicado en la prestigiosa editorial Tezontle, escrito y firmado por el conocido escritor republicano español Max Aub, quien también vivía por aquel entonces en el exilio mejicano.
 
La exposición gozó de la fortuna de no pasar inadvertida, y fueron muchas las críticas y reseñas aparecidas en las páginas de cultura de los periódicos y en las revistas de arte de la época. Algunas críticas fueron muy elogiosas, otras fueron duras y reacias a las habilidades pictóricas del catalán. Unas reseñas se mostraban entusiasmadas con el arte de Campanals y su evolución, asegurando que había alcanzado más firmeza y determinación artísticas en comparación a obras primeras que aseguraban haber contemplado y estudiado. Otras referencias, sin embargo, aseguraban no saber nada del desconocido pintor, surgido prácticamente de la nada.
 
Max Aub
 
Max Aub
 
Todo concluyó, o comenzó, vayan ustedes a saber, cuando Margarita Nelken publicó un artículo arremetiendo contra Max Aub y su gracia: haberse inventado al tal Campanals y ser él mismo el verdadero autor de los cuadros que podían contemplarse en la galería Excelsior. A la señora Nelken no le hizo ninguna gracia la ocurrencia, y acusó al escritor (y pintor) de tomarse a cachondo el arte y, sobre todo, a la crítica de arte.
 
Sí, ciertamente Max Aub se mofó un tanto de los expertos y críticos, pero su acción, una antológica performance cargada de teatralidad, trascendencia, ironía, crítica y reflexión, vino a desnudar muchas vergüenzas y desvergüenzas, vino a denunciar sólidas y acreditadas imposturas, y, sobre todo, vino a descubrirlo como pintor.
 
Cuarenta y cinco años después de la aparición de Campanals y su obra pictórico en Méjico, en el año 2003, la Sociedad Española de Conmemoraciones Culturales le organizaba una nueva exposición a Josep Torres Campanals nada más y nada menos que en el Centro de Arte Reina Sofía, en pleno centro de Madrid, en la catedral del arte moderno español. ¡Campanals-Aub lo habían logrado con el tiempo! El exiliado Max Aub triunfaba después de muerto en su país, y lo hacía como pintor (con el pseudónimo referido) y quizá, sobre todo, como escritor, pues a uno de sus personajes de ficción, la burocracia cultural e institucional de todo un país le rendía pleitesía mordiendo a sabiendas el anzuelo de la burla heterónima.
 

 
NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.

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