Juan Antonio González Fuentes
Hace tan sólo unos días, la revista londinense BBC Music publicaba una lista en la que figuraban los mejores tenores de la historia según la opinión de 16 críticos que ejercen su profesión en las Islas Británicas. La lista la encabeza, como mejor tenor de todos los tiempos, el español Plácido Domingo.
Creo que más de una vez ya he escrito en estás mismas páginas lo inservible de estas listas de común absurdas. ¿Quién ha sido el mejor futbolista de todos los tiempos?, ¿el mejor director de cine, el mejor pintor, el mejor poeta, el mejor…? La respuesta a estas preguntas posibles y a todas las de su familia implica tal suma de precisiones y notas a pie de páginas, tal cúmulo de circunstancias añadidas, que la hace literalmente imposible.
Sin embargo, tan bien es cierto que en este tipo de listas no están todos los que son pero sí suelen ser todos los que están, y en este sólo sentido las listas cumplen una función orientativa preeminente e interesante.
Para el propio Domingo el mejor tenor de toda la historia es Caruso por su calidad vocal, el segundo en la lista británica tras de él mismo. Pavarotti sería el tercero del listado. En opinión del tenor madrileño la lista se ha hecho en función de la carrera operística llevada a cabo en Londres, y en ella tendrían que figurar cantantes que no figuran o que lo hacen en puestos muy alejados de la cabeza: el recientemente desaparecido Di Stefano, Mario Del Monaco, o los españoles Miguel Fleta y Jaime Aragall. Los mencionados críticos, además, sólo han podido juzgar a algunos cantantes, en caso de hacerlo, por grabaciones antiguas y carentes de matices y de brillantez. Ninguno de ellos ha podido escuchar en vivo y en directo a Caruso, o al ya mencionado Fleta, y no digamos a tenores del siglo XIX o de las primeras décadas del pasado siglo: Gayarre, Martinelli, Tamagno, etc, etc…
Plácido Domingo
Escribo todo esto, creo, desde el sentido común y la ponderación, no desde la oposición rotunda al resultado de la opinión de la crítica británica. Al revés, esta viene a reafirmar mi propia opinión ya explicitada en palabras no hace mucho en este blog. No cabe duda posible con respecto a que Plácido Domingo es el tenor más importante (no el mejor) de la historia de la fonografía, es decir, de la historia del disco, y lo es por el número y calidad de sus grabaciones en un repertorio tan amplio que es casi inverosímil.
Plácido Domingo, con casi 70 años a sus espaldas, con 50 años de carrera, con más de 120 personajes en su repertorio, con la condición ganada a pulso de mito viviente, lleva desde el 3 de marzo en Madrid ensayando como cualquier tenor debutante para incorporar un nuevo personaje a su carrera, el de Bajazet de la poco conocida ópera barroca de Haendel Tamerlano. Sencillamente increíble, un gesto, un trabajo, que habla con claridad de que estamos ante un monstruo del arte canoro del siglo XX.
Alguien como el tenor madrileño, sin tener que demostrar absolutamente nada a nadie a estas alturas, al revés, asumiendo probablemente riesgos innecesarios, ensaya durante semanas un nuevo papel para estrenar en su casa, Madrid. Pero además dirige la gestión de dos teatros de ópera no precisamente menores (Los Ángeles y Washington), dirige orquestas cada vez con mayor asiduidad (próximamente dirigirá a René Fleming y a Marcelo Álvarez en el Metropolitan de Nueva York), recibe propuestas de Francis Ford Coppola para participar en su próxima película, o logra que en el venidero mes de septiembre Woody Allen se encargue de la dirección escénica en Los Ángeles de la ópera de Puccini Gianni Schicchi.
No sé si Plácido Domingo es el mejor tenor de la historia, pero está claro que es uno de los más importantes, y, sin ninguna duda, el que ha logrado desarrollar una carrera más longeva y variopinta. Sencillamente un monstruo quizá irrepetible.
NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.