Director: Rogelio López Blanco      Editora: Dolores Sanahuja      Responsable TI: Vidal Vidal Garcia     
  • Novedades

    Wise Up Ghost, CD de Elvis Costello and The Roots (por Marion Cassabalian)
  • Cine

    Shutter Island, o el manierismo amanerado de Martin Scorsese (por Juan Antonio González Fuentes)
  • Sugerencias

  • Música

    Christian Aguilera: Neil Young. Una leyenda desconocida (T&B Editores, 2009)
  • Viajes

  • MundoDigital

    ¿Realmente hay motivos para externalizar la gestión de un website?
  • Temas

    Historia y memoria
  • Blog

  • Creación

    Quietud en el aire, por Alejandro Krawietz
  • Recomendar

    Su nombre Completo
    Direccción de correo del destinatario
lunes, 4 de febrero de 2008
Alessandro Baricco y los libros boca a boca
Autor: Juan Antonio González Fuentes - Lecturas[6936] Comentarios[2]
No sé a ustedes, pero a mi no me gusta ni comprar ni ver libros en las grandes superficies. Sí, es verdad que hay cantidades ingentes de libros en esos lugares, pero viven allí amontonados sin orden ni concierto

Juan Antonio González Fuentes

Juan Antonio González Fuentes

Ya he publicado en estas mismas páginas varios pequeños trabajos sobre uno de los asuntos relacionados con la cultura que más me interesan, apasionan y preocupan. Me refiero al futuro y vida de los libros, y en consecuencia, de las librerías, entendidas estas como los establecimientos comerciales preferentemente situados en los centros urbanos y en los que pueden ojearse y hojearse tranquilamente libros en un ambiente de paciencia, amor y respecto por el objeto que se comercializa.

No sé a ustedes, pero a mi no me gusta nada ni comprar ni ver libros en los espacios a ellos reservados en las grandes superficies. Sí, es verdad que hay cantidades ingentes de libros en esos lugares, pero por lo general viven allí amontonados sin orden ni concierto, desprotegidos por el caos y el manoseo de clientes que los manejan sin cuidado ni cariño, tan sólo con la callada impaciencia de quien está haciendo tiempo. Quienes “despachan” libros en las grandes superficies, por regla general no son lectores ni poseen libros en sus casas. Trabajan en esa sección aspirando a que los “asciendan” a otra, y en su mente y propósitos el material con el que trabajan es un engorro numerado por el que preguntan de vez en cuando personas que no deben de andar muy en sus casillas, con algo siempre de inquietante y anormal.

No suelo recordar los libros que he adquirido en una gran superficie, como no recuerdo tampoco el paquete de café o el gel de ducha. Será probablemente que la gran superficie no te ofrece referentes ni siquiera físicos memorables que te induzcan a recordar. Compras un libro y es como si lo depositases mentalmente en el carro de la compra, junto a una infinitud objetos necesarios pero casi irreconocibles. Compras allí un libro y a tal hecho no se suele acompañar un café con leche digno de recordar, o una conversación interesante, o la visión de una acontecimiento ciudadano concreto, o la presencia de un edificio o un rincón urbanos dignos de recordar.

Ya digo, huyo cuando puedo de las grandes superficies en lo que a libros se trata, y prefiero una y mil veces buscar su trato en las librerías merecedoras, a mi juicio, de tal nombre. Lo que ocurre es que cada vez son menos, están más aisladas, sitiadas por la contundencia de una realidad muy poco proclive a cuidarlas y sostenerlas.

Alessandro Baricco

Alessandro Baricco

El futuro de las librerías depende, me parece a mi, muy mucho de los lectores, especie en claro proceso de extinción, al menos tal y como los hemos conocido a lo largo y ancho de los dos últimos siglos. El lector al que me refiero no es quien lee libros. El lector es quien compra los libros, casi siempre para luego leerlos, pero en ocasiones para tenerlos, esperando que llegue el tiempo de su lectura.

Yo podría ponerme como ejemplo, si se me permite. No dispongo de mucho dinero. No gano mucho dinero. Si dispusiese de más dinero es casi seguro que compraría muchos más libros, entre otras razones porque tendría un piso, una casa mucho más grande; tendría más espacio para vivir con mis libros. Así todo suelo gastarme una media de cien euros al mes en libros, lo que viene a significar que todos los meses compro cuatro, cinco o seis libros. Muchos no los puedo leer de momento, pero soy inmensamente feliz habiéndolos escogido, pensando en lo que prometen, soñando con el momento en el que pueda dedicarles el tiempo necesario. Ya los leeré, y si el momento no llega, al menos disfruté de su callada compañía.

No sé ahora mismo de cuantos libros dispongo en mi biblioteca, pero sí sé que los cientos ya suman miles, pocos miles, pero algunos miles. Sí sé, porque el dato lo contabilizo puntilloso desde hace años, que estoy a falta de tres libros para alcanzar los dos mil leídos. Comprendo y me molesta que esta exposición de “datos” tiene algo de tonta exhibición, pero la dejo aquí plasmada para ilustrar lo que quiero decir. No, no hay muchos lectores, compradores de libros, como yo en mi más o menos amplio entorno inmediato, y además tengo la rotunda sensación de que tengo las trazas de ser, en este sentido, una “pieza” en peligro, un tipo de tipo que no tiene muchos visos de sobrevivir a los próximos años. Bueno, quizá sea mejor así, la verdad es que no puedo ser ejemplo de nada, de nada bueno al menos.

Para vender más libros, para intentar que haya más lectores, la extraña ciencia del marketing aplicado ha intentado varias cosas sin éxito aparente, o al menos contundente. Una de las fórmulas más originales la puso en marcha un escritor de éxito y calidad, el italiano Alessandro Baricco, quien estaba y está convencido de que no hay mejor fórmula para que un libro tenga éxito, es decir, se lea y se venda, que la ciencia muy infusa del boca a boca.

Así, como una vertiente más de su escuela de creación Holden, Baricco abrió en Turín una minúscula librería de apenas veinte metros cuadrados en la que había una decena de “postes sonoros”, con sus auriculares correspondientes, y en los que el comprador/lector/consumidor podía escuchar la recomendación (y sus razones) de libros diversos realizada por escritores y lectores variopintos. La iniciativa no duró mucho en el tiempo tal y como fue concebida. La librería quebró no pasado mucho tiempo y se vio obligada a echar el cierre. Sin embargo, el tozudo Baricco continúa con la idea aunque desarrollada en otro formato, y propugna algo semejante desde la página web de su escuela creativa, la Holden.

Mientras, nosotros desde aquí, desde Ojos de Papel, hacemos lo que buenamente podemos por los libros, los lectores, los libreros, las librerías…, por las siempre hermosas y misteriosas páginas escritas.


NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.


Comentarios
03.09.2008 2:37:31 - victor lorenzo cordova arias



muy buena tu envistegacion sigue poniendo paginas eres lo maximo.


03.09.2008 2:37:34 - victor lorenzo cordova arias



muy buena tu envistegacion sigue poniendo paginas eres lo maximo.










  • Suscribirse





    He leido el texto legal


  • Reseñas

    Los Pagaza, de Maite Pagazaurtundua (reseña de Rogelio López Blanco)
  • Publicidad

  • Autores