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jueves, 3 de enero de 2008
Alfonso Costafreda, el poeta que lo fue
Autor: Juan Antonio González Fuentes - Lecturas[13913] Comentarios[0]
La Poesía Completa de Alfonso Costafreda me acompaña estos días por las calles de la ciudad, y su lectura me confirma que el deseo del autor se hizo realidad: era poeta

Juan Antonio González Fuentes

Juan Antonio González Fuentes

Aunque sólo sea por mantener una cierta higiene mental, de vez en cuando habría que visitar a los poetas, la obra de los poetas. Incluso añadiría algo más, la obra de los poetas poco conocidos, de los escasamente leídos, buscando entre sus palabras tesoros escondidos, esos que a veces justifican una vida entera como lector. Alfonso Costafreda (Tárrega, 1926; Ginebra, 1974) es uno de esos poetas de obra muy poco conocida, incluso entre el propio gremio de escribidores de versos. Perteneciente a la llamada “Generación de los 50” o del medio siglo, Costafreda llegó a Madrid para estudiar Derecho, y en la capital de uno de los países más tristemente tristes de Europa entabló conocimiento y amistad con otros poetas como Blas de Otero, Bousoño, Eugenio de Nora o el imprescindible Vicente Aleixandre.

Más tarde, en Barcelona, llegó la hora del trato con los hermanos Ferrater, con Gil de Biedma o Carlos Barral, con Castellet o los hermanos Goytisolo. Para todos ellos Alfonso Costafreda fue ante todo y sobre todo alguien con una voluntad inquebrantable dirigida a ser, a convertirse en poeta. El ex ministro Alberto Oliart lo ha dejado muy claro en alguno de sus escritos: “Alfonso vivía para escribir poesía, para ser poeta; todo los demás..., no sólo lo ponía en segundo lugar, sino en otro plano de su vida y de su mundo”.

 Alfonso Costafreda

Alfonso Costafreda

Costafreda se suicidó en Suiza no mucho antes de que Franco dejará este mundo de muerte natural. Carlos Barral, poeta y editor, editor y poeta, había preparado la edición del que sería último libro de Costafreda, significativamente el titulado Suicido y otras muertes. Al poco de morir el poeta apareció el libro póstumo, y también al poco la editorial de Barral se fue al garete, dejando al “fatídico libro” sin defensa comercial posible. A partir de ese momento, Suicidio y otras muertes, y por supuesto el resto de libros anteriores de Costafreda entraron con pleno derecho en la categoría de inencontrables, y el poeta encontró acomodo en el limbo de los poetas no leídos.

Como esta historia lleva aparejada la muerte, hay que continuarla diciendo que un año antes de que Barral muriese, es decir, en 1988, el codirector de la serie Nuevos Textos Sagrados de la editorial Tusquets, Antoni Marí, le pidió que recuperase la vieja edición de Suicidios y otras muertes, aunque lo que surgió de todo aquello fue la edición justificadísima de la Poesía completa de Costafreda en la colección ya mencionada. Los encargados de llevar a cabo la tarea como editores literarios fueron los profesores Pere Rovira y Jordi Jové, y pocos días antes de que Barral muriese, en diciembre de 1989, pudo tener en sus manos un ejemplar de las poesías completas de Costafreda.

La poesía de Costafreda me acompaña ahora en estos días de cambio de año, de comidas, de reuniones familiares, de proyectos en el aire, de buenos propósitos y de enmiendas mil y una... La poesía de Costafreda me proporciona estos días sosiego mientras recorro la hermosura cotidiana de las calles redescubiertas de la ciudad que amo. Costafreda vivió, y todo indica que murió, para ser poeta. Pues a buena fe que lo logró.


NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.


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