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lunes, 2 de julio de 2007
Música de vendimia, pliego de poesía de González Fuentes
Autor: Juan Antonio González Fuentes - Lecturas[10406] Comentarios[0]
Este mes de julio aparecerá Música de vendimia, título editado por la colección de pliegos La Sirena del Pisueña, que recoge poemas en prosa de J. A. González Fuentes

www.ojosdepapel.com

Juan Antonio González Fuentes

Mi último libro de “poemas nuevos” data del año 2003, año en el que di a la imprenta barcelonesa con la que trabaja la editorial DVD los textos que conforman el libro La luz todavía. Desde entonces nada de nada. Bueno, me explico. Desde entonces dos catálogos de exposiciones dedicadas respectivamente a la creación poética en Cantabria desde 1977 hasta 2005 y a José Hierro; el volumen en torno a María Zambrano que coordiné junto al profesor José María Beneyto (Trotta, 2004); la totalidad de mis poemas en prosa del periodo 1987-1994, Atlas de perplejidad (Icaria, 2004); una recopilación de artículos y ensayos bajo el título El pulso de la bruma (CEM, 2005), una antología dedicada al poeta José Luis Hidalgo (Veramar, 2006), y por último, otra antología dedicada al poeta Alejandro Gago (Icaria, 2007).

Cuando antes escribí que desde el año 2003 “nada de nada”, me refería a nada nuevo de creación propia, salvo contados poemas aislados publicados aquí y allí, en estas mismas páginas electrónicas, sin ir más lejos, o en revistas o antologías varías.

Pues bien, la sequía toca a su fin, aunque lo haga de momento de forma modesta y poco extensa. Este mes de julio casi recién inaugurado, en unos cuantos días vaya, saldrá de la ya legendaria imprenta santanderina Bedia, un pliego de poemas, una plaquette, con unos cuantos poemas míos en prosa. La publicación, que ha sido acogida con la misma generosidad de siempre por la colección de pliegos poéticos de La Sirena del Pisueña, que dirige Fernando Gomarín, lleva por título Música de vendimia, aludiendo a la música, al canto, que lleva esta nueva cosecha poética, estos frutos en prosa.

Como le es propio a la imprenta Bedia y a todas las publicaciones lanzadas por La Sirena del Pisueña, la calidad material de la edición será más que notable, dando gusto no sólo publicar con ellos, sino leer sus libros, acariciar sus papeles y cubiertas, sucumbir al embrujo de la luz de sus tintas.

Imagino que a la gran mayoría de los posibles lectores de esta página no les será fácil hacerse con los pliegos en caso de que les interesase su contenido, voy a emplear esta página para adelantarles los textos que integran Música de vendimia:

-Lo que conceden las palabras-

para Juan Carlos Mestre

Poco a poco las palabras señalan sus cimientos, el pulso abierto de quien ofrece brazos para aferrar el día. Hilvanan humo las palabras tras la muerte helada del cirio exhausto; conceden luz de siembra, números de nieve que sacian en silencio la equívoca señal de nuestra senda, el joven orden que la sed divide con suave música de vendimia.

-Teoría de poeta-

Se adensa el aliento del otoño con su escarcha de máscara oxidada. Y el final de la estación viaja en el aire que tutela el diálogo de las cosas, que en ellas engendra una grieta sensible y les narra con euforia la teoría del poeta: soy lo que me rodea.

-Invocación-

Alza la amplia discordia bronce del viento, su augurio acorde con la ociosa marcha que traza fugaz lo cierto. Siente el gris que alude a la materia, acepta el incienso luminoso de la arena e inclina sonriendo la cabeza, pues serás testigo de esta herida que afirma por dentro mi empeño, que exalta mandíbulas y verbo y al final lo adorna todo con su ancho cauce, con su roto yermo de azul primero.

-Sed dormida-

Sobre el limpio eco de tu sed dormida, me anuncio distinto al que era, plazo hacia otra forma que aún nadie observa. Y en el crudo tálamo de mi voz, viaja breve cierta nube que elige escarlata salirme al paso, y volver así a contarse en la epifanía escueta, tensa, de una distancia ya indecible tras su fértil respuesta.

-La proporción del eco-

para Clara Janés

En la claridad improbable del agua más dulce, también allí asciende la cosecha dormida, el humo donde pronuncia su danza lo abierto, la seca línea que limita sin saberlo la justa proporción del eco, una huella honda junto al roto gozne de mi aliento.

Mas ahora espero, pues cae la semilla y derrama para dormitar la senda un dolor tardío, la cumbre que se mece ciega como fruta lenta hacia lo lejos, dispuesta siempre al rojo viaje que en asalto acude hasta el mismo punto del abismo.

-Algo así…-

Algo más, siempre algo más, algo así como el filo mismo que gotea sobre el romper del día con brillos secos de hierbabuena.

Algo así, también, como la distancia en la semilla cuando se inflama y adelanta humilde un levante de luz, y luego acoge la llama que arde en otro abril y sencilla ordena lo que amortaja: pájaros dulces en el dibujo agreste de la dicha.

-Luz sin huellas-

para Antonio Méndez Rubio

Del eco un tiempo de surco en el trazo acústico que con ceniza sofoca el minuto tenue de un rezo.

Y de luz segura hila frágil ante sí la piedra que se duele camino del mundo, camino de otra memoria que aviva con vértigo su muda orfandad, el duro calor hacia el fuego sencillo de la ilesa escarcha, callada por fin tras la mañana que se hace cruz cuando la voz sin huella se arranca.

-De un hilo con semillas-

para Eduardo Moga

Se da en la luz un hilo con semillas que a tiempo llega a devastar grietas por entre un haz de mundos que no nombra.

Y sucede que distingo cada cumbre sobre el trance nuevo de una nueva brevedad, sobre el pliegue exento de furia en el que se cumple la raíz helada que poco importa, que cauteriza cada huella ante el cierre falso de su piedra curva.

Pero antes, antes incluso de acoger en cuanto queda la llanura que nos basta, acepto igual de blanca esta quietud que irrumpe triste en el modo azul que nos aplaza, que nos limpia como seca sed de la mañana, otra vez sin esperanza.

-Fertilidad de bronce-

para Sergio Gaspar

Perdura apenas la ventura por el daño, la mañana clara de cosecha ciega, un hilo tenue sin sujeto. Y cuál oscura se nos muestra la gota encumbrada que conjuga siglos y siglos minerales, o el ayer de hoy enlazado a la arena para ver si se alcanza en la inválida, en la pródiga fertilidad del bronce.

-Sol de agosto-

para J. A. González Iglesias Bajo el sol de agosto brinda el cuerpo hacia flores mínimas y yunques de piedra que cantan los sonidos de la siega, que danzan el ruido celeste del mundo travestido en martillo y forja dispuesta al vacío, a la huella de un diluvio tallado en capítulos, en percusión épica de pasos hacia el desplome apresurado, furioso, de las nubes.

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NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.


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