Juan Antonio González Fuentes
A día de hoy la literatura rumana es de las escasas europeas que no puede exhibir a lo largo de su historia un premio Nobel. Es la rumana, por tanto, una de las pocas lenguas de la cultura europea que sigue arrinconada en un lugar inhóspito y polvoriento para los señores y señoras de la academia sueca, y eso que rumanos fueron autores como
Cioran o
Ionesco.
Sin embargo, corren rumores en los mentideros literarios del universo conocido de que quizá no haya que esperar demasiados años para que tal situación se corrija. El nombre del candidato es Mircea, igualito que el de su compatriota y famoso colega
Mircea Eliade (1907-1986), del que conmemoramos ahora el centenario de su nacimiento, y su apellido Cartarescu, muy semejante al de los centrales del Steaua de Bucarest que tantos quebraderos de cabeza han proporcionado históricamente a nuestros delanteros de la selección.
Pues bien,
Mircea Cartarescu es un escritor relativamente joven, de la cosecha de 1956, nacido en la capital de su país, es decir, en Bucarest, igual, imagino, que muchos de mis vecinos medio nómadas, medio pedigüeños de la santanderina calle San Sebastián. Cartarescu es hoy por hoy una figura esencial en el desarrollo de la postmodernidad rumana, y lo es por una extensa y variopinta obra literaria que abarca muchos géneros, desde la poesía (aunque estoy de acuerdo con
Antonio Gamoneda en que la poesía no es ni un género ni literatura) hasta el artículo para el periódico.
Mircea Cartarescu:
Por qué nos gustan las mujeres (Editorial Funambulista, 2006)
Nuestro hombre hizo su irrupción en las letras rumanas en 1980, y lo hizo con un poemario,
Levantul, con el que logró el mayor reconocimiento en su lengua. Casi diez años más tarde, debutó en el terreno de la novela con
Nostalgia (1989), primer peldaño de una serie de narraciones en las que Cartarescu palpa las dimensiones del mundo y la existencia a través de su propia memoria, los sueños y una imaginación más que poderosa. La crítica ha dicho de él, o mejor dicho, de su obra, que es un “
olni”, es decir, un objeto literario no identificado, capaz de dejar muy atrás en las listas de los más vendidos de su país a los
best-sellers anglosajones.
En español, que yo sepa, sólo hay publicado un libro del rumano, pero eso sí, uno que es una enorme y prometedora puerta abierta al resto de su obra. ¿El título?, a mí me ha resultado muy sugerente y, dados los tiempos que corre, casi políticamente incorrecto:
Por qué nos gustan las mujeres (Funambulista, Madrid, 2006) (eso, por qué, y sobre todo, por qué tanto). En qué consiste este libro de título tan sugerente y abierto. Pues en una colección de historias que presentan un único y decisivo denominador común, la presencia en ellas, en su desarrollo y desenlace, de mujeres, de todo tipo de mujeres, cualesquiera pueda ser su edad, su raza y sus circunstancias orteguianas, a pesar de que la mujer que aparece en la cubierta del libro sea esa representación esteriotipada que todos tenemos de la mujer que para nosotros (hombres al fin y al cabo) quisiéramos: un bellezón hollywoodiense de los años 40 vestido con ropajes leves y que, recostada sobre una media luna, promete con la mirada, los labios y la disposición general, no sólo la luna, sino toda una pléyade hermosa y paradisiaca de constelaciones y universos varios e inagotables.
Los textos incluidos en este provienen de distintos lugares, algunos eran inéditos hasta su inclusión, otros habían sido publicados ya, por ejemplo, en la edición rumana de la revista
Elle. Siguiendo la moda en la narrativa europea de las últimas décadas, las prosas de nuestro autor que pueden leerse en Por qué me gustan las mujeres son inclasificables en género: son cuentos, pero también memorias, también reflexiones, también pura ficción salida de la mente literaria de un hombre cargado de testosterona y hormonas masculinas. Una lectura deliciosa y del todo recomendable.
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NOTA: En el blog titulado
El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.